A nivel global, más de 4 mil 600 millones de personas interactúan, se informan, acceden a educación, se comunican y se entretienen a través de internet; y aunque cada vez vemos con mayor naturalidad el poder transformador de la tecnología, difícilmente nos preguntamos cómo sucede la magia y qué rol juega un valioso recurso natural que a diferencia del oro y el petróleo, no podemos tocar, ver ni oler.
Para Raúl Santoyo, socio director de Tes America México, a través del curso de la historia se ha visto cómo la necesidades de comunicación rápida y eficiente han impulsado la innovación tecnológica, nuevas formas de vivir y pensar, pero también una conciencia plena sobre la planificación, gestión y aprovechamiento de lo que bien podríamos llamar el “alma” de la era digital.
“No podemos ver, oler ni tocar al espectro radioeléctrico, pero si ponemos un poco más de atención, sabremos que está presente en cada posibilidad de comunicación que tenemos en la vida moderna. El espectro radioeléctrico es ese espacio en el que no vemos nada pero está ocurriendo todo”.
Y es que en pleno desarrollo de la Cuarta Revolución Industrial, habilitada por tecnologías sumamente disruptivas como el Internet de las Cosas (IoT), la Inteligencia Artificial (IA), la analítica de Big Data, Machine learning, Realidad Virtual y la automatización, se anticipa un “Big Bang” de datos sin precedentes.
La frenética actividad digital, representada en más de 5.7 millones de búsquedas en Google cada minuto en el mundo, 240 mil fotografías compartidas en Facebook y más de 6 millones de personas comprando online cada 60 segundos, impulsa sorprendentes estimaciones que dan cuenta del gran momento digital que ya vivimos.
De acuerdo con cifras de la compañía de servicios en la nube Domo, al cierre de este año, el consumo de datos a nivel global alcanzará los 79 zettabytes, cantidad que representa un incremento de 23 por ciento con relación al nivel registrado apenas un año antes; se espera además que para 2035, se superen los 2 mil 142 zettabytes de información digital en el mundo.
“Mediante el uso de la tecnología, el espectro radioeléctrico es un gran generador de dividendos. Un gran ejemplo de ello es el dividendo digital que resultó de la transición de la tv analógica a la digital y que se traduce en beneficios sociales muy importantes”.
En 2013, México realizó una profunda reforma a la Constitución que permitió establecer en su artículo 6 el derecho de acceso a las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), así como a los servicios de radiodifusión y telecomunicaciones, incluido el de banda ancha e internet.
Es así que la inclusión digital universal se convirtió en un mandato constitucional cuya materialización depende en gran medida de la política pública diseñada para colocar la mayor cantidad posible de espectro en el mercado, pues se trata de un insumo esencial para satisfacer la demanda actual y futura de servicios de banda ancha móvil.
“Con activos físicos como el petróleo, que pueden pasar por un tubo, la regulación y la administración puede ser más fácil que en el caso de las telecomunicaciones. Sobre todo porque venimos de formas de pensamiento enfocadas en administrar materia. Administrar bits es un gran reto”, opina Raúl Santoyo.
Desde su perspectiva, el desafío de la conectividad, el desarrollo tecnológico y la innovación debe asumirse con una visión prospectiva por parte de la autoridad sectorial, que impulse precios justos por el uso y aprovechamiento del espectro, que practique una regulación basada en la medición y el monitoreo, así como la generación de más incentivos como la compartición de espectro.
De acuerdo con datos de GSMA, el espectro en México es el más caro de América Latina y uno de los más onerosos del mundo; en 2019, su costo representó alrededor de 12 por ciento de los ingresos anuales del sector telecomunicaciones, es decir, casi el doble que en Estados Unidos y Alemania.
Este dato evidencia un desafío permanente para el mercado mexicano de las telecomunicaciones, pues en opinión de Raúl Santoyo la toma de decisiones relacionadas con la administración y colocación de espectro debe basarse en información e instrumentos que permitan monitorear la forma en la que este recurso es usado de forma adecuada.
Así, Raúl Santoyo coincide con la visión que el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) tiene como autoridad encargada en México de la regulación, promoción y supervisión del uso, aprovechamiento y explotación del espectro radioeléctrico.
Y es que este órgano regulador reconoce que al tratarse de un recurso sumamente escaso y de un valor estratégico sin precedentes, el espectro demanda una eficaz gestión y planificación para permitir que los diversos servicios y aplicaciones puedan prestarse de manera óptima.
En opinión del especialista, además de ser un recurso finito y escaso, el espectro es sumamente dinámico, motivo por el cual puede y debe ser objeto de mecanismos que permitan aprovechar su máximo potencial en beneficio del mercado, los propios gobiernos y la ciudadanía en su conjunto.
“El espectro no es como el petróleo o el oro. Tiene un valor económico y productivo muy diferente y ante ello es necesario ser flexibles. Los desafíos son diversos y muchos de ellos están relacionados con una interrogante: ¿cómo optimizar su uso? Ahí es donde enfocamos nuestros esfuerzos como TES America”.
CON INFORMACIÓN VÍA CONSUMOTIC