POR: CHRISTIAN ISRAEL QUIÑONES GONZÁLEZ
Las condiciones de lucha se han ido modificando conforme a la llegada de nuevas tecnologías que se van implementando en la cotidianidad. No son las mismas condiciones que imperaban en la década de los años setenta, que la realidad que actualmente se vive en todos los sectores productivos, por ello, es sumamente necesario contemplar un camino evolutivo de las acciones que el sindicalismo deba de adoptar ante las nuevas condiciones que se han estado implementando por parte del capital.
¿Cómo debemos afrontar procesos de negociación colectiva en la era digital? La automatización de procesos de trabajo, el internet de las cosas, la conectividad y otras tantas iniciativas tecnológicas que han sido incrustadas en las empresas, han generado que el trabajo evolucione en distintas características que cada día dependen más del conocimiento y capacidad de adaptación del trabajador, al mismo tiempo en que se necesita una mayor capacitación académica del mismo. Esto no necesariamente es un beneficio laboral que impulse el crecimiento personal del trabajador, pero si se convierte en un factor de aislamiento que atomiza a la clase trabajadora.
No es que estemos en contra de la preparación o en su defecto, de la acumulación de conocimiento, sino que se debe de impulsar una aportación que inspire la colectividad y no solamente beneficie la hiperindividualización de los trabajadores, ya que siguiendo la senda del individuo laboral, el capital se verá beneficiado ante la desfragmentación de la conciencia de clase, de manera que el control por parte del capitalista sobre el sujeto se convertirá en un proceso de sometimiento sistemático, convenciendo al trabajador de que él debe autoexplotarse, competir con él mismo y de esta forma, aumentar su productividad ante un modelo neoliberal que le ofrece una “libertad laboral y económica”; sin embargo, solamente lo somete a un modelo de explotación continuo y sin el resguardo laboral que la colectividad de una organización sindical le puede aportar a su realidad.
Lo anterior puede ser un complejo sistema de producción postfordista, la entrada a la modernidad, el acoplamiento con la era digital, sin embargo, es mucho más simple, pues visto desde otra perspectiva, la autoexplotación es el modelo más simple para convertir al trabajador en un objeto del modelo productivo actual, sin que se resista a entregarse y además, que no exija lo que realmente le corresponde, ya que pasamos de la “fast food” al “low cost”, este último, es la máxima aspiración del neoliberalismo salvaje que impera en el modelo económico y político empresarial actual.
Los métodos de control han evolucionado de distintas maneras con el pasar de los años, aunque siempre han pretendido lo mismo que hoy. El sometimiento, la precarización, los amaños ya sean leguleyos o apegados a derecho siempre han sido herramientas efectivas para el capital. El problema principal para la clase trabajadora radica en la desunión de esta y durante la primera parte del siglo XXI se ha venido intensificando. La metodología ha variado; sin embargo, la más efectiva ha sido la utilización de medios de comunicación, así como la promesa de incrustarse en una clase aspiracionista.
Es indudable que la lucha de clases mantiene una vigencia, pero los esfuerzos del capital por aminorar el impacto del conocimiento se han agazapado en eliminar conceptos filosóficos, económicos y políticos al sustituirlos por la técnica. No es que la técnica sea contradictoria al conocimiento o para la educación, más bien se trata de la utilización que se le da. El desprecio del capitalismo por las ciencias sociales, tales como la política, la filosofía o la economía se basa en despojar a la clase trabajadora del acceso a una conciencia política-sindical, de modo que, la capacidad de organización se vea sustituida por la meta de la eficiencia neoliberal, es decir que, el trabajador no aspire más allá de mantener su fuente de empleo, su productividad y técnica para la solución de las problemáticas que enfrenta el capitalista y no para satisfacer sus necesidades económicas, políticas o legales, de modo que el control de los procesos de trabajo quede de lado del capital y no exista intervención del trabajador para disminuir el sometimiento laboral de clase.
Ante estas condiciones, la clase trabajadora solamente cuenta con la organización sindical para poder defender sus derechos de manera efectiva. Lamentablemente, durante la pandemia se han dado procesos de aislamiento laboral, ya que las herramientas digitales han dado a los capitalistas métodos eficientes para que los trabajadores no logren organizarse adecuadamente y basados en el hiperindividualismo digital, el control de los procesos productivos y de trabajo quedan de lado patronal.
Es innegable que el acercamiento a la digitalización es necesario, ya que, al eliminar la brecha digital, se elimina la brecha de desigualdad, pero esto quedará simplemente en una utopía digital sino se implementan políticas públicas adecuadas a la realidad actual del país, además de que se requieren programas de alfabetización digital para el total de la población. Mientras tanto, el neoliberalismo continua avanzando y con ello ensancha la brecha de desigualdad, promoviendo procesos de programas educativos precarios e incompletos, creando ejércitos de desempleados proclives a aceptar cualquier tipo de trabajo en condiciones deficientes para la realización del mismo y esto ocurre, porque así esta planeado, por ello la responsabilidad social del modelo sindicalista se debe asumir desde la injerencia política y conceptual de un verdadero modelo de desarrollo y en el caso de los telefonistas, se be impulsar un nuevo modelo de política digital que corresponda a las demandas sociales actuales, tal y como lo es un verdadero cumplimiento a la conectividad universal, requerimiento infranqueable para que el país verdaderamente cuente con un modelo de inclusión digital económico, político, educativo y social.
Las condiciones que actualmente enfrentamos como Sindicato de Telefonistas, son el resultado de políticas neoliberales de exclusión, se han implementado leyes que apoyadas en la creación de un Órgano Constitucional Autónomo como es el Instituto Federal de Telecomunicaciones, se le dieron a los principales accionistas de América Móvil las excusas institucionales para desmantelar legalmente a Teléfonos de México y esto no significa que la empresa sea inviable, pero las condiciones de separación y desmembramiento económico pretenden cambiar el modelo laboral a modo de que los accionistas vean incrementadas sus ganancias y culpar a los trabajadores por una ineficiencia en el modelo de negocios, para luego, someter a los trabajadores de modo que su razón prevalezca sobre el Contrato Colectivo de Trabajo de los telefonistas, de modo que el IFT no queda más que un guiñapo institucional consentidor del modelo neoliberal empresarial.
La podredumbre del sistema ha pretendido descalificar a los trabajadores a modo de que, la empresa logre victimizarse ante las condiciones desiguales del mercado. La envoltura en la bandera de la competencia ha sido la causante de una regulación intrusiva, confiscatoria y con una dudosa justificación jurídica basada en la asimetría, de modo que el mercado debe encargarse de satisfacer las necesidades de los usuarios del sector de las telecomunicaciones; sin embargo es una tarea impúdica afirmar que el mercado puede satisfacer necesidades sociales, para ello, la implementación de políticas públicas que se adecuen a la realidad social serían la verdadera solución, además de adecuar una estrategia digital nacional con una regulación equitativa que fuerce a los operadores a cumplir con inversión y desarrollo, además de dar empleos de calidad en un sector de alto dinamismo económico y dejar atrás un modelo laboral precarizado con una actitud patronal abusiva.
La lucha por los derechos laborales y digitales tiene que ser una lucha irrenunciable. Es primordial que los trabajadores y la sociedad retomen banderas como la justicia social y con esto, implementar una lucha de clases en la era digital. Es posible detonar una concientización por medio del sindicalismo, pero se necesita una postura firme y convencida de que la manera más adecuada es la unidad y no dejarse vencer ante los ofrecimientos impúdicos del mercado efímero y descarnado. Por lo anterior, la tarea de los trabajadores vuelve a ser la misma que hace más de un siglo: Luchar por sus derechos y contagiar al pueblo de estas ganas de mejorar sin someterse al capital.