Sesgo cognitivo, problema subyacente de las “fake news”

En 2018, una investigación del Massachusetts Institute of Technology (MIT) advertía que la información falsa tenía 70 por ciento más probabilidades de ser retuiteada que la verdadera; un dato que muestra cómo la abrumadora cantidad de contenido que circula en las plataformas digitales hace aún más compleja la tarea de discernir entre lo real y la ficción, pero también revela un problema subyacente: el sesgo cognitivo.

Y es que de acuerdo con investigadores de ESET, aunque la capacidad de interpretar la información permite a los seres humanos recordar procesos previamente aprendidos y reconocer situaciones familiares, también puede dejarnos susceptibles ante los atajos mentales y puntos ciegos.

Por ejemplo, la llamada “primera guerra TikTok” entre Rusia y Ucrania, ha generado millones de noticias, videos, fotografías y mensajes que han creado un campo de batalla digital en el que a través de las pantallas se influye en millones de personas.

Una conversación entre dos personas de ambos lados de la guerra es un claro ejemplo: ambas partes creen que están actuando racionalmente y se acusan mutuamente de ser parciales y de no comprender las complejidades de la realidad.

A partir de este punto, cada uno estará más abierto a consumir noticias que confirmen su perspectiva –incluso si la noticia es falsa-. En línea se presenta una realidad filtrada, construida por un algoritmo que da forma a nuestra circunstancia virtual y nos alimenta con validación, sean cuales sean las ideas que tengamos.

En 2018, la antropóloga Heidi J. Larson utilizó un término con el que estamos cada vez más familiarizamos: super-spreaders o super contagiadores, para referirse a la forma en la que al igual que con los virus, se propaga una información falsa.

En internet, los trolls causan estragos publicando deliberadamente comentarios polémicos e incendiarios, pero mientras algunos son solo personas aburridas usando el manto de invisibilidad, otros se dedican a esto como un trabajo, inflamando la opinión pública y perturbando los procesos sociales y políticos.

Dos investigadores de Oxford descubrieron varios ejemplos de cómo tanto el gobierno como las empresas privadas administran “tropas cibernéticas organizadas”. Estos batallones de trolls y bots utilizan las redes sociales para moldear las mentes de las personas y amplificar “voces e ideas marginales al inflar el número de likes, compartidos y retweets”.

En este contexto, Facebook, Twitter, Telegram y YouTube han sido criticados por su forma de actuar ante contenido engañoso, con algunos gobiernos que solicitan más responsabilidad e incluso considerando la posibilidad de impulsar la regulación de estos servicios para la difusión de contenido prohibido o ideas falsas y extremistas.

Incluso, en enero de este año, los sitios web de verificación de hechos de todo el mundo se dirigieron a YouTube con una carta abierta, alertando a la plataforma de video más grande del mundo de la necesidad de tomar medidas decisivas, principalmente “proporcionando contextos y ofreciendo rectificaciones”, en lugar de solamente eliminar el contenido de video.

Aunque existen las plataformas de verificación de hechos, investigando y evaluando la calidad de la información incluida en una noticia o en una publicación viral en las redes sociales, estos recursos tienen sus propias limitaciones.

La mayoría de estos sitios web siguen un indicador tipo barómetro que va desde “falso” a “mayormente falso”, “mayormente verdadero” a “verdadero”. Del mismo modo, la validez de esta investigación también puede ser desacreditada por aquellos que no ven sus ideas confirmadas.

En opinión de André Lameiras, Security Writer de ESET, mientras algunos países tienen buenos resultados en alfabetización digital y educación, otros no. La disparidad es grande, pero todos convergen en el mismo espacio virtual donde no siempre se quieren dialogar, escuchar o comprometerse realmente.

“No obstante, tenemos un papel que desempeñar cuando se trata de discernir lo real de lo falso, y en el contexto de una guerra, este trabajo individual adquiere una importancia aún mayor”.

CON INFORMACIÓN VÍA CONSUMO TIC

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