En los últimos años se han adelantado nuevas formas de trabajo que, aunque se esperaban fueran desarrollándose a corto plazo, tuvieron necesidad de acelerarse debido al impacto de la pandemia de Covid-19 dado que muchos procesos industriales y de servicios fueron frenados de tajo. En ese sentido, la urgencia de reponer los procesos de producción, así como preservar empleos, trasladó miles de mecanismos productivo, rumbo a un desarrollo vía remota. Pero no todos los empleadores y trabajadores estaban preparados.
Sin embargo, la transformación laboral acelerada sólo fue posible para algunas empresas, para las que pudieron sostener dicho cambio, pues la transición necesitó un modelo de capacitación diferente y millones de dólares en infraestructura para un desarrollo óptimo en el campo de producción laboral.
Organizar, gestionar y capacitar en nuevas formas remotas de trabajo, o de adhesión de nueva infraestructura tecnológica, fue apenas una pequeña parte dentro de un todo, donde factores de capital humano debían ser conectados con tecnologías que cuidaran datos personales y previnieran fugas de información o mal uso de herramientas, paralelamente a las funciones que ya desarrollaban. Por último, se tuvo que reconfigurar el mapeo interno de producción, tanto de manufacturas como de servicios. Todo esto representó un camino cuesta arriba para muchos.
Estábamos tratando de adaptarnos a dichos procesos, cuando muchas empresas, nacionales e internacionales, se percataron que los más capacitados para el trabajo remoto no eran los adultos, sino los jóvenes, que con la destreza autodidacta, propia de su generación, tenían los conocimientos que requerían para hacer funcionar procesos debidamente protegidos.
Nos referimos a actividades relacionadas con el desarrollo de códigos, sistemas, nanotecnología, mecatrónica y muchas más, las cuales son relevantes en la transformación de procesos, ideas, soluciones e instrucciones en un lenguaje que las computadoras puedan entender. Es la forma en que los humanos establecen algoritmos de reconocimiento y comunicación con la inteligencia artificial por medio de las cuales se pueden realizar diferentes acciones. Aclarando el tema, no todos tienen dichas competencias, pero muchas personas jóvenes, especialmente adolescentes, pertenecen a estas élites de conocimientos exclusivos.
Muchas personas suelen pensar que manejar tecnología que se adquiere para uso personal, como computadoras y dispositivos digitales que ya vienen con procesos de codificación diseñados para su uso, es suficiente para la administración de la tecnología que necesita una empresa. Sin embargo, esto no tiene nada que ver con la innovación que suelen requerir las compañías como factor de actualización, por ejemplo, el uso de la Inteligencia Artificial o el manejo del Big Data.
Se trata de cosas diferentes. En el caso de las empresas o empleadores, la adecuación de estos medios es mucho más lenta, debido a lo sofisticado del tema, ya que implica una conversión de procesos estandarizados e inversión económica. No se trata de comprar una computadora y usarla, sino de adaptar algoritmos para poder detectar compradores, líneas productivas, ensambles de semiconductores, manejar errores, producir la recolección de datos de calidad y evitar ineficiencias en el sistema para cada necesidad.
Teletrabajo y menores de edad
El trabajo de los menores de edad en México se permite a partir de los 15 años, excepciones tienen aquellos niños artesanos o los pequeños artistas de diversos géneros como el cine, el teatro y la televisión.
Pero con relación al teletrabajo y el desarrollo de programas para miles de actividades y demás cuestiones de formulación de algoritmos y manejo de códigos, resulta que la regulación del teletrabajo no los tiene en la mira, ni desde la perspectiva de la propia Ley Federal del Trabajo ni de la futura Norma Oficial Mexicana 037. Esto se debe al desconocimiento profundo en el tema. Tener ignorancia sobre el mismo, como ya he mencionado, no implica que no se esté desarrollando o que no se vaya a desarrollar.
Así que el tema amerita un análisis profundo, pues tiene perspectivas de diversos tipos. Es una élite la que tiene este tipo de conocimientos, que no necesariamente la han obtenido vía educación formal, sino por autoaprendizaje o a través comunidades dentro de internet que se enseñan unos a otros; a través de programas e intereses comunes sobre sistemas complejos que los han hecho llegar a conocimientos de alta competencia y que son reconocidos por las empresas al realizar actividades de intromisión dentro de los espacios de éstas (hackeo) o de creación, al modificar los juegos donde se conectan, generando mayores audiencias e intereses entre sus jugadores. No por certificaciones, pues siguen siendo menores de edad.
Así, estas personas jóvenes se han convertido en un factor diferencial, en donde se reconoce un talento que se debe reclutar.
En cuanto a los pagos, las alternativas son infinitas y alternas a lo que regularmente conocemos como salario monetario, ya que para muchos son más valiosas otras alternativas como retribución. Estamos hablando de pagos vía equipos, conductores, bitcoin, pagos de educación especializada, proyectos, estancias en otros países. Es decir, algunas cosas prohibidas por la Ley Federal del Trabajo, ya que sus Artículos 101 y 102 plantean que el salario deberá pagarse en moneda de curso legal, no siendo permitido hacerlo en mercancías, vales, fichas o cualquier otro signo representativo con que se pretenda substituir la moneda. En el caso de estos especialistas, no necesariamente será así.
Otros puntos a tener en cuenta son aquellos referidos a la materia impositiva dentro de la circunscripción mexicana, ya que se trata de menores de edad. También la protección mediante seguridad social que podría ser proporcionada en nuestro país como trabajador o el ahorro en moneda extranjera.
Hay que tener en cuenta que un padre, madre o tutor, quizá estén muy alejados del conocimiento de estos sistemas y que la protección vía policía cibernética tendría que ser una obligación del Estado, si la solicitan sus responsables legales.
Por supuesto, hablar del trabajo infantil de pronto resultaría en un rechazo unánime, pero me parece que debemos explorar y analizar nuevas circunstancias de vida que se presentan y serán futuro de nuestras sociedades; detectar si se trata o no de una oportunidad de vida y de trabajo o quizá de satisfacción. Hay que saber, por supuesto, que esto no se detendrá y que es mejor tener conocimiento para poder regular de una forma adecuada y no pretender anularlas mediante percepciones limitantes.
CON INFORMACIÓN VÍA EL ECONOMISTA