Por Israel Quiñones
Es curioso lo que sale a relucir cuando se excava un poco en los orígenes familiares. Se descubren algunas costumbres, oficios o pensamiento de nuestros ancestros, aquellos de quienes somos herederos, ya sea de la genética y legado. Es inevitable negar de dónde venimos y se vuelve necesario conocer esto para entender lo que hoy somos.
Como ejemplo, te comparto que una parte de mi familia es de Tepatitlán de Morelos en el estado de Jalisco y eran cristeros, por otro lado, mi pareja es descendiente de una familia zacatecana y eran federales (militares), es decir, que nuestros hijos son un símbolo de una reconciliación histórica de nuestro país.
La eliminación de los rencores y los odios es un trabajo lento y complejo. El terreno que se tiene que recorrer para alcanzar un proceso que renueve un espíritu de unidad y más en un país como el nuestro, requiere de un trabajo político profundo y exhaustivo, no puede darse automáticamente a partir de giras en una campaña política, ni puede esperarse que los intereses económicos y políticos se hagan a un lado de golpe y porrazo.
En el caso de la guerra cristera, la reconciliación nacional fue lenta y dolorosa, ya que después de una sangrienta confrontación entre el gobierno federal y un pueblo que defendía su religión, con un clero agazapado tras los batallones que emitían el grito ¡Viva Cristo Rey! Conflicto que se desarrolló especialmente en los estados de Jalisco, Zacatecas, Aguascalientes, Michoacán y que a su paso dejó una estela violenta durísima, pues en medio de un conflicto revolucionario y después del mismo, desembocó en el asesinato del presidente Álvaro Obregón en la Ciudad de México, lo cual también se resolvió por medio de otros actos violentos.
La reivindicación y reconciliación social y popular en medio de un panorama doloroso no fue cosa sencilla y hoy nos encontramos en escenario similar, pero con distintos motivos resultado de la desigualdad. El peor crimen surge cuando se tensa la cuerda del hambre, cuando los habitantes de las comunidades no encuentran oportunidades de trabajo para dignificar a sus familias, cuando la pobreza penetra hasta el tuétano del hueso y no hay más opción que formar parte de un grupo delincuencial o escapar a una mortífera aventura, tal como lo hacen miles de migrantes hacia Estados Unidos, donde las políticas xenofóbicas y la politiquería de los gobernadores fronterizos se hace presente.
Los cambios de fondo siempre han sido resultado de la movilización social, en está lógica debemos atender la trascendencia que ha mostrado el movimiento obrero durante los procesos históricos nacionales más influyentes e importantes, tal y como está ocurriendo en este momento, cuando la unidad de las organizaciones se debe hacer presente cuando la resistencia de cambio del capital y las oligarquías en México se hace presente, cuando esa resistencia quiere expresarse a los cambios a la Ley Federal del Trabajo y al impulso a la democracia sindical, de forma que los trabajadores han tomado en sus manos los destinos de sus organizaciones por medio del proceso democrático más eficiente y verdadero, no solamente en el tema de elección de dirigentes, sino en la participación de la toma de decisiones en sus sindicatos.
Hoy tenemos un país más participativo y despierto a favor o en contra del gobierno que encabeza el presidente López Obrador, pero la realidad nos muestra que no podemos y muy probablemente no volveremos a un régimen autoritario y que pueda esconder la realidad de lo que ocurre, pues los medios tradicionales ya no son los únicos que emiten información, hoy las plataformas digitales se han desarrollado de tal forma que contamos con una mayor fuente informativa y las y los trabajadores, la base social más proliferante no está dependiente de que los diarios les den voz para emitir denuncias o protestas, para que sus movilizaciones sean vistas a nivel nacional y en el mundo entero.
La guerra cristera fue la confrontación de dos polos que pretendían imponer su razón y visión por medio de las armas, pero que a final de cuentas, soldados y cristeros eran parte de un pueblo único que se confrontó por intereses políticos y económicos, que tuvieron que sangrar por una confrontación de las élites políticas y religiosas, hoy somos resultado de esa página teñida en rojo sangre, pero que nos debe de recordar la capacidad popular de hacer a un lado las diferencias impuestas y luchar verdaderamente por lo que es nuestro, por los nuestros, por nosotros.
Nota: ¡Espero que pases una muy feliz navidad!