Por Israel Quiñones
“La crisis de la verdad es la crisis de la sociedad. Sin la verdad la sociedad se desintegra internamente”: Byung-Chul Han
La democracia por sí misma no es capaz de generar bienestar social, al igual que el mercado por sí solo no responde al cubrimiento de las necesidades sociales básicas, mucho menos a las creadas.
La disposición que los grandes corporativos han mostrado, solamente responde a un régimen de la información que sustituye la realidad y la verdad por el big data, por el algoritmo y la inteligencia artificial, así describe el filósofo Byung-Chul Han al régimen de la información.
Las componendas de un sistema capitalista que excluye a aquellos que no producen a modo de la explotación patronal más primitiva, supone que se necesita una sumisión total por parte de la sociedad a los infames designios que el mercado ha señalado como insumos para el crecimiento económico y de esta manera suplir valores humanos.
Se trata de comprender que, el capital intenta ser el modo democrático de vida social. Existe una clara intención de sustituir la realidad por una necesidad digital, que el algoritmo y la Inteligencia Artificial sean los generadores de un modelo consumista y productivo acorde a las necesidades del capital, al mismo en tiempo en que las “Fake News” se convierten en una herramienta eficiente para sustituir la narrativa y alcanzar el poder político.
Cuando el neoliberalismo pretende someter a la sociedad bajo las condiciones del mercado, queda resuelto que la democracia llega hasta donde el capital quiera, para ejemplo tenemos el conflicto en Francia o el caso de una regulación asimétrica en telecomunicaciones como ocurre en nuestro país, donde la soberanía digital se entrega a intereses extranjeros sin chistar.
Mientras que en el mundo se discute la utilidad o la falta de regulación algorítmica y jurídica en torno a la Inteligencia Artificial, en México, los operadores extranjeros y las televisoras exigen la separación estructural de la mayor empresa de telecomunicaciones del país, esto no afectaría la fortuna que ostentan sus dueños, pero si sería una afectación importante para el desarrollo digital del país y para los trabajadores.
Una vez más se envuelven en la bandera de la competencia, pero se trata de una medida neoliberal para apropiarse a la mala de un sector estratégico en el que su presencia no ha sido relevante y si no pudieron por medio de la competencia (que tanto dicen defender) lo quieren hacer por las peores prácticas, asumiendo de antemano que la separación funcional fue un fracaso.
La política es un acto genuino, siempre y cuando cuente con el coraje de decir la verdad, como dicta la filosofía por medio de la “parresía”. La parresía es un acto político genuino y en la regulación de un sector como el de las telecomunicaciones, la verdad se ha dejado de lado con el afán de que la precariedad digital surja como efecto y excusa de mantener una asimetría injustificada entre los actores del sector, de modo que, el retraso en conectividad, la investigación y la innovación también sufran retrasos sin retorno, con mera excusa de dotarle de beneficios a los operadores extranjeros y a las televisoras de sumar dividendos a sus utilidades, de manera que, el Estado no cuente con la capacidad, ni la autoridad para ser rector en un sector estratégico para el desarrollo social.
La política regulatoria impuesta por las Reformas neoliberales del 2013, solamente han beneficiado a los operadores entrantes en el mercado mexicano, no han aportado para el crecimiento de red de telecomunicaciones, con la prebenda que la ley les permite ser operadores perezosos y quedarse en la fiaca en medio de un país que exige desarrollo y conectividad, esto lo ha permitido una política regulatoria a modo de los capitales extranjeros, de tal manera que los funcionarios públicos de este sector acaban trabajando para AT&T una vez acabado su periodo. Es la escuela que otros exfuncionarios zedillistas dejaron a sus pupilos.
En el orden neoliberal, lo digital oscurece la verdad. Cuando lo digital debiera ser patrimonio de una sociedad más libre, resulta que se pretende privatizar el pensamiento y la innovación. La verdad se apaga con el ruido de la información que surge de la cueva del neoliberalismo digital, pues la verdad no hace ruido. Mientras más nos digan que la lucha de clases es un concepto acabado, quiere decir que más vigente es, pues la posibilidad de eliminar la pobreza y precarización de la conectividad depende en gran medida de la lucha que la clase trabajadora del sector haga, por ello, es necesario mantener un proceso de continuo debate y acciones asertivas y eficientes contra la mala política neoliberal.