SINDICATOS_ Europeos se manifiestan contra los altos precios

Sindicatos de Europa convocaron a huelga en reclamo de mejores salarios para enfrentar la caída del poder adquisitivo ante la fuerte inflación.

Sindicatos de Europa convocaron a huelga en reclamo de mejores salarios para enfrentar la caída del poder adquisitivo ante la fuerte inflación.

Las actividades sufrieron ayer diversas paralizaciones en Bélgica y Grecia, mientras que hoy se prevén fuertes trastornos en Francia y Reino Unido donde además los enfermeros votaron por primera vez en más de un siglo para ir a una huelga aún sin fecha.

Toda la región enfrenta un aumento exponencial en los costos de la energía en momentos en que se aproxima el invierno, provocando un alza global de precios de 10% que genera impaciencia y preocupación en la población.

Los sindicatos belgas convocaron ayer a una huelga nacional, con suspensión del servicio de trenes y supermercados cerrados.

En el principal aeropuerto de la capital, Bruselas-Zaventem, 60% de los vuelos previstos fueron cancelados por la falta de personal en las plataformas operacionales.

François Reman, portavoz de la Confederación de Sindicatos Cristianos, declaró que exigen negociar aumentos salariales. En Bruselas apenas estuvo en funcionamiento una cuarta parte del servicio ferroviario.

Atenas, Londres y Francia

En tanto, Grecia también se movilizó y Atenas parecía una lugar abandonado, ante la suspensión total del servicio de autobuses, tranvías, trenes subterráneos y suburbanos, así como taxis.

Convocadas por la Confederación General de los Trabajadores Griegos, principal impulsor de la huelga, unas 20,000 personas protestaron en la capital.

En Londres se convocó para este jueves una huelga de transportes y el Royal College of Nursing, que representa a casi medio millón de enfermeras y enfermeros, votó por ir a huelga por primera vez en 106 años de existencia.

En Francia, diversas centrales sindicales convocaron una huelga nacional de un día que paralizará los transportes en París.

Esta huelga, planificada desde hace mucho tiempo, se combina con un llamado a la movilización por parte del más influyente de los sindicatos, la Confederación General del Trabajo.

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Aumentan las huelgas en Europa; enfrenta GB tercer paro ferroviario

El sistema ferroviario de Gran Bretaña quedó virtualmente paralizado ayer y los vuelos en Europa sufrían perturbaciones, especialmente en Bélgica y Francia, por huelgas en el sector del transporte.

Decenas de miles de trabajadores ferroviarios británicos volvieron a hacer huelga, por tercer día esta semana, para reclamar subidas salariales a fin de hacer frente a la inflación, que alcanza niveles récord en el país. El paro, que se realizó el martes y el jueves, es el más importante en tres décadas.

Estaba previsto que sólo circulara un tren de cada cinco y que la mitad de las líneas estuvieran cerradas, según el departamento de tráfico. Además, la circulación se limitó a entre las 7:30 y las 18:30 horas locales. También se prevén perturbaciones para hoy.

Steve Montgomery, presidente del Rail Delivery Group, que representa a los operadores ferroviarios británicos, aconsejó a los usuarios viajar sólo si es necesario e informarse antes de hacerlo.

El sindicato de transportes RMT, que convocó esta huelga de tres días, exige alzas salariales acordes con la inflación y denuncia la perspectiva de miles de despidos y el empeoramiento de las condiciones laborales.

En una economía moderna, los trabajadores deben estar pagados correctamente por su trabajo, beneficiarse de buenas condiciones y tener la tranquilidad de que no perderán su empleo, dijo el líder de la organización, Mike Lynch.

Frente al aumento del costo de la vida, en toda Europa crece el descontento entre la población y la amenaza de más huelgas.

Los tripulantes de cabina de la aerolínea de bajo costo irlandesa Ryanair, de España, Italia, Francia, Portugal y Bélgica, organizaron una huelga este fin de semana en protesta por sus condiciones laborales.

En Bélgica, sólo 41 por ciento de los vuelos previstos de Ryanair despegaron ayer del aeropuerto de Charleroi, cerca de Bruselas; la aerolínea tuvo que cancelar 127 vuelos entre viernes y sábado, indicó a la agencia de noticias Afp una vocera aeroportuaria.

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PERSPECTIVAS_ Guerra, covid-19 y competencia comercial avivan el nearshoring

La guerra comercial entre Estados Unidos y China, las disrupciones en la cadena de suministros provocada por la pandemia del covid-19 y ahora el conflicto bélico en Ucrania han obligado a reconfigurar las cadenas globales de valor, por lo que el nearshoring ha surgido como una opción para lograr este fin y acabar con la escasez de algunos bienes.

Fernando Ruiz Huarte, director del Consejo Empresarial Mexicano de Comercio Exterior, Inversión y Tecnología (Comce) comentó que “hay un movimiento de empresas que están regresando a producir América para no perder competitividad, eso es a lo que se le ha llamado nearshoring”.

Ignacio Martínez Cortés, coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios (Lacen) de la UNAM señaló que este concepto no es nuevo, pues la estrategia de reubicar centros de producción cerca de los grandes polos de consumo lleva más de 100 años en términos geográficos.

El término nearshoring, que es considerado por la mayor parte de los especialistas como una relocalización o deslocalización de una compañía, se deriva del offshoring, un proceso por el cual una empresa traslada alguno de sus centros de producción a otra área geográfica, para pagar menos impuestos o por bajos costos.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en Perspectivas del Comercio Internacional de América Latina y el Caribe 2020 lo esboza como el traslado de la producción a los mercados finales de consumo. Aunque también menciona el reshoring, que es proceso mediante el cual se relocalizan ciertos segmentos de la cadena de valor al país de origen de la empresa que lidera la cadena.

Martínez Cortés explicó que en los pasados tres años el nearshoring ha cobrado relevancia a raíz del desabasto provocado por la pandemia del covid-19 en la proveeduría, principalmente en los centros de producción de Estados Unidos.

Relató que Wuhan, el epicentro de la contingencia sanitaria, era un centro de producción global, pues alimentaba a alrededor de 2 mil empresas trasnacionales, pero con el covid-19 detuvo su producción desde enero de 2020 y afectó el abastecimiento de insumos.

Indicó que antes de este suceso las cadenas de suministro ya tenían retrasos en su producción por la falta de componentes, como microprocesadores, pues no sólo eran altamente demandados por el sector automotor, sino también por las industrias electrónica, de electrodomésticos y de telecomunicaciones, entre otras.

A raíz del covid-19 “cobra nueva relevancia el concepto de localización de puntos cercanos a la proveeduría y se rescata ese concepto del nearshoring”, señaló.

Ruiz Huarte explicó que el concepto fue retomado por la guerra comercial entre Estados Unidos y China, pero después por problemas como el alto costo de los fletes marítimos que provocó escasez de contenedores y que el costo del transporte por cada contenedor pasara de 2 mil dólares a 14 mil dólares.

Anotó que esta situación le pegó a toda la proveeduría de productos de Asia o de Europa que vienen a fabricarse en México, Estados Unidos o Canadá.

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ACTUALIDAD_ Europa: guerra, inflación y huelgas obreras

Una huelga general en Bélgica, la mayor huelga del transporte en Reino Unido en las últimas décadas y múltiples conflictos laborales en otros países muestran un cambio en el estado de ánimo de la clase trabajadora. Huelgas por aumentos salariales o condiciones laborales que se producen como respuesta a una alta inflación, agravada por las consecuencias de la guerra de Ucrania.

¿Vamos hacia un verano del descontento en Europa? ¿Se puede prever un otoño caliente en el continente? Sería apresurado hacer afirmaciones de este tipo, pero comienza a desplegarse una nueva actividad huelguística en sectores de la clase obrera en varios países. La inflación alcanzó en mayo el 8,8% como promedio europeo (con índices superiores en países como Gran Bretaña o España). Después de años con datos inflacionarios reptantes por debajo del 1,5%, se trata de un cambio significativo que está provocando una caída en el nivel adquisitivo de la población, en especial entre la clase trabajadora. Muchos analistas ya hablan de un panorama de probable estanflación: una combinación de recesión e inflación.

Esto se suma a la inestabilidad política de varios gobiernos y un malestar extendido con los partidos tradicionales. Así se expresó en Francia en las últimas elecciones, con una alta abstención, crecimiento de la extrema derecha de Le Pen y de la centroizquierda agrupada alrededor de Jean-Luc Melenchon. Emmanuel Macron perdió su mayoría absoluta en la Asamblea Nacional y se enfrenta ahora a un quinquenio de gran incertidumbre política. Otro gobierno en crisis es el de Boris Johnson en Reino Unido, que acaba de sortear por muy poco una moción de censura.

En este contexto, en las últimas semanas se están produciendo huelgas en sectores claves (transporte, acero, puertos, servicios públicos) y en sectores más precarios. Aunque con desigualdades por país, están abriendo una brecha en ese clima de “unidad nacional” que los gobiernos trataron de imponer hace unos meses, cuando comenzaba la guerra en Ucrania. Recorremos en este artículo algunos de estos conflictos laborales en Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Estado español y otros países.

Un verano del descontento en Reino Unido

Esta semana, en Reino Unido más de 50.000 ferroviarios fueron convocados durante tres días a la huelga por el sindicato RMT (Sindicato Nacional de Trabajadores Ferroviarios, Marítimos y del Transporte). Los trabajadores prácticamente paralizaron la red de trenes, confluyendo con un paro de 24 horas en el metro de Londres, que implica a otros 10.000 trabajadores. Se trata de la mayor huelga del transporte público desde el gobierno de Margaret Thatcher, tal como explicaba Alejandra Ríos, corresponsal de Left Voice e Izquierda Diario en Inglaterra.

En la prensa británica, la idea de un verano del descontento está instalada. La referencia alude al invierno de 1978-1979, cuando se combinaron una fuerte ola de huelgas del sector público y privado con el alza de la inflación, desempleo y estancamiento de la economía. La situación actual no es tan aguda como entonces, cuando una ola de huelgas obreras sacudió de norte a sur Gran Bretaña. Sin embargo, la inflación en Reino Unido alcanzó en mayo un 9,1% -el máximo desde hace cuarenta años- y el Banco de Inglaterra pronostica que llegará al 11% en los próximos meses. A las tendencias inflacionarias más generales, se suman las perturbaciones propias del Brexit (los precios de los alimentos aumentaron un 6% en los últimos dos años). Por eso muchos analistas señalan que el fantasma de los años 70 está rondando -algo que el gobierno británico utiliza, a su vez, para construir un relato antisindical contra los huelguistas. Este fue el caso del secretario del Tesoro, Simón Clarke, quien afirmó que, si se dieran aumentos salariales de dos dígitos, esto “supondría una repetición de la década de 1970”, y que por eso no sería “sostenible” aumentar los salarios en línea con la inflación.

La reactivación de los conflictos laborales en Reino Unido podría extenderse más allá del transporte. Docentes, personal de correos, médicos y enfermeras del Servicio Nacional de Salud están evaluando salir a la huelga. [1]

Lo cierto es que la huelga del transporte está teniendo un gran impacto político. El dirigente del sindicato RMT, Mick Lynch, se ha transformado en una estrella del mundo del trabajo en las redes sociales y cada una de sus intervenciones en TV se vuelven virales. Allí rebate la idea de que un aumento de salarios puede generar una espiral inflacionaria. Señala que las grandes empresas han ganado fortunas y en el caso de las empresas del transporte han recibido más de 500 millones de libras de parte del Estado como ayudas durante la pandemia. Lo que no quieren es recortar sus ganancias. Hace unos días, consultado por la posibilidad de extensión del conflicto, incluso coqueteó con la idea de una huelga general: “Aceptaría una huelga general si pudiéramos conseguirla”. Una acción huelguística de escala nacional que no se produce en Reino Unido desde la huelga general de 1926, la única que hubo en Reino Unido toda su historia. Acusado por la prensa conservadora de ser un “marxista” que quiere nacionalizar los medios de producción, Lynch aclara que su intención es “rebalancear” el reparto de la renta, porque los super ricos están ganando mucho más que antes, mientras la inflación genera una caída salarial.

La crisis del coste de vida afecta a diferentes trabajadores del sector privado y público. Desde el Sindicato Nacional de la Enseñanza (NASUWT) y el National Education Union (NEU), con 460.000 y 510.000 afiliados respectivamente han anunciado que realizarán consultas sobre la posibilidad de salir a la huelga. “Los profesores están sufriendo, no solo la crisis del coste de la vida, con la que todo el país está lidiando, sino 12 años de recortes salariales en términos reales», aseguraba Patrick Roach, secretario general del sindicato de enseñanza NASUWT. Y señalaba que muchos docentes se ven obligados a tener más de un trabajo o recurrir a bancos de alimentos para hacer frente al alza del coste de vida. El 18 de junio, ambos sindicatos participaron junto a otros de una movilización en Londres convocada por la TUC (la mayor central sindical británica). Exigían aumentos de salarios, terminar con los contratos hora cero (flexibilidad laboral), terminar con el racismo en los lugares de trabajo, la descolonización del currículo escolar, e imponer mayores impuestos a las empresas de energía. Entre las pancartas de los manifestantes también se podían ver algunas referidas a la guerra como: “Recortad los presupuestos de la guerra, no los servicios sociales”, aunque esta cuestión tan importante no figuraba entre las reivindicaciones de la convocatoria sindical. Los sindicatos han recibido el apoyo de movimientos sociales como colectivos ecologistas, que plantean impuestos a las empresas para frenar el cambio climático.

El gobierno de Johnson está respondiendo con una thatcherización de su discurso, buscando enfrentar a los trabajadores del transporte con el resto de la clase trabajadora y las clases medias [2], como si los primeros fueran “privilegiados” que imponen sus intereses particulares sobre el resto, no permitiéndoles ir a trabajar. Los conservadores sostienen que no es posible un aumento salarial al nivel que exigen los sindicatos y están intentando aprobar una legislación que les permita reemplazar a los huelguistas con trabajadores de agencias. El gobierno viene de una fuerte crisis con la moción de censura contra Johnson y acaba de perder elecciones extraordinarias en dos distritos electorales: Wakefield y Tiverton and Honiton. Con la posición antisindical contra los huelguistas intentan fortalecer la figura de Johnson. Sin embargo, como escribió hace unos días una analista en The Guardian: “Johnson se presenta como Margaret Thatcher enfrentándose a los sindicatos para disimular un parecido más cercano a un impotente Jim Callaghan”, en referencia al líder laborista que gobernaba antes que Thatcher, durante el “invierno del descontento”. En el caso de los laboristas, la huelga está exponiendo sus divisiones. Su líder Keir Starmer ha planteado que las huelgas “no son una buena idea”, lo que elevó la tensión con los sindicatos. Incluso han amenazado con medidas disciplinarias a los diputados del Labour que se han solidarizado con los piquetes.

“Bloquead los precios, no los salarios”: huelgas en el sector público y sectores estratégicos

Las huelgas contra las consecuencias de la inflación han tenido esta semana otro foco en Bélgica. Una huelga general con impacto en el sector público tuvo lugar el pasado 20 de junio, convocada por varios sindicatos. Allí la inflación alcanzó en mayo el 8.97%, también el mayor índice en cuarenta años. La huelga se sintió especialmente en el transporte, en la enseñanza pública y los aeropuertos (el de Bruselas tuvo que cancelar la partida de todos sus vuelos). El lema “Bloquead los precios, no los salarios” encabezó la manifestación central en la capital, con la cuestión que motoriza los conflictos. Bélgica es un país con una importante tradición de huelgas generales y que junto con Francia han tenido los más altos índices de jornadas de huelga en los últimos años. Aunque también tiene una larga tradición de burocracias sindicales que llaman a huelgas de presión para después sentarse a negociar con el gobierno y las patronales, conteniendo el malestar de los trabajadores.

A nivel europeo, uno de los sectores donde más huelgas se han visto en las últimas semanas es en el transporte, incluyendo ferroviarios y aeropuertos. En muchos aeropuertos europeos se están produciendo largas demoras, debido a una combinación de conflictos laborales y escasez de personal. Hay cancelaciones de vuelos y largas colas para embarcar, mientras controladores aéreos, pilotos o personal de limpieza amenazan con huelgas en varios puntos. Según algunos analistas, se está produciendo un cuello de botella, con el sector de viajes y turismo recuperándose más rápido de lo esperado después de la pandemia y con falta de personal, ya que fue uno de los sectores que más despidió durante estos años de Covid. Esta semana están activas huelgas del personal de la línea low cost Ryanair (en Bélgica, España, Francia, Italia y Portugal el fin de semana del 25 y 26 de junio). Las huelgas también afectarán al personal de Brussels Airline, British Airways, EasyJet y Volotea.

En Alemania también se están desarrollando conflictos laborales importantes en algunos sectores estratégicos como los puertos, el acero y hospitales. Consultamos a Stefan Schneider, director del medio digital Klasse Gegen Klasse de la Red internacional de Izquierda Diario. Nos cuenta que ha habido cuatro huelgas destacadas en los últimos meses.

El jueves 23 de junio, tuvo lugar, por primera vez en cuarenta años, una huelga de 24 horas conjunta de los puertos más grandes de Alemania, con la participación de 12.000 trabajadores. Los sindicatos exigen aumento salarial del 14% (por encima de la inflación) y la huelga afectó los puertos de Hamburgo, Emden, Bremerhaven, Bremen, Brake y Wilhelmshaven. Mas de 4.000 trabajadores portuarios marcharon en Hamburgo el día de la huelga, rodeados por la policía. La patronal de las empresas portuarias considera que es una “acción totalmente irresponsable” en medio de la crisis en la cadena de suministros y los bloqueos en la circulación de conteiner. Pero es justamente esa ventaja en su poder de fuego la que podrían aprovechar los trabajadores portuarios para imponer sus demandas. Hace unas semanas, los sindicatos habían llamado a una “huelga de advertencia” de unas horas para presionar en las negociaciones, pero estas no prosperaron. En este sector, hay una alta tasa de sindicalización, de aproximadamente el 70%.

Otra huelga fuerte se desarrolló en el sector del acero, donde los sindicatos alemanes de la poderosa IG Mettal lograron un acuerdo de 6% de aumento salarial, que, aunque se mantiene por debajo de la inflación, es el mayor obtenido en el sector desde hace 30 años. Un resultado con sabor amargo tuvo en cambio la huelga en el sector de servicios sociales y jardinería, donde se pactó un aumento que también quedó por debajo de la inflación, algo que generó malestar en sectores de la base. Allí la burocracia sindical se jugó a desmovilizar, negándose a realizar asambleas masivas para decidir sobre la continuidad del conflicto. Finalmente, desde hace siete semanas está en curso una importante huelga en los hospitales universitarios de la región de Renania del Norte-Westfalia, en este caso por mejores condiciones laborales, exigiendo más personal y menos carga de trabajo, después del período más duro de pandemia.

Si dirigimos ahora el foco hacia Francia, donde la lucha de clases ha sido parte de la escena política de forma casi constante en los últimos años, también se puede observar una “epidemia” de huelgas por aumentos salariales. La inflación alcanzó el 5,2% anual por primera vez desde 1985. De acuerdo con un estudio del Banco de Francia, en 2022 se negociaron aumentos salariales entre un 2,5% y un 3,5% y una media en torno al 1% desde 2014. Esto deja a los salarios por detrás de la inflación, con precios al alza que se sienten especialmente en las facturas de la luz y el gas, alimentos y servicios.

Gaëtan Gracia, delegado de CGT e integrante de la redacción de Révolution Permanente, medio digital de la red La Izquierda Diario en Francia, explicaba en un artículo reciente que la “discrepancia entre la inflación y los salarios se está convirtiendo cada vez más en un tema político central. La cuestión del poder adquisitivo se ha convertido desde hace meses en la primera preocupación en Francia. Es el signo de una ira creciente de la que la epidemia de huelgas salariales es una de las expresiones.” Gracia señala como límite el hecho de que se trata de huelgas parciales y de corta duración, pero se están dando en lugares donde hace mucho tiempo que no había actividad sindical, lo que podría ser indicio de un fenómeno profundo, un “despertar obrero”. Ha habido huelgas de este tipo en Decathlon, Leroy Merlin, en empresas de la aeronáutica como Daher Aerospace o en los talleres de la Haute-Garonne que no habían experimentado una huelga desde hace cincuenta años. La periodista Khedidja Zerouali publicó una serie de artículos en Mediapart a fines de 2021 sobre lo que llamó “huelgas de los bajos salarios”, en referencia a sectores precarios, con salarios bajos, que tuvieron que seguir trabajando durante la pandemia, y que ahora exigen mejores condiciones. Aunque las huelgas no se limitan a esos sectores, ya que otros como los ferroviarios, el personal de los transportes urbanos RATP, la cadena de perfumerías Marionnaud, maestros, o personal de aeropuertos también han tenido huelgas las últimas semanas. Lo más reciente, la CGT convocó a los 35.000 trabajadores de Total Energies a una huelga de 24 horas el 24 de junio.

En Italia, el panorama es desigual. Giacomo Turci de La Voce delle Lotte, destaca la huelga general de todo el sindicalismo de base el pasado 20 de mayo. Mientras que el 30 de mayo hubo una huelga en educación, con acatamiento dispar, y el 17 junio una huelga en el trasporte, promovida por varias organizaciones del sindicalismo de base. Pero en el caso de Italia, lo más interesante quizás es la movilización que encabezaron varios sindicatos del sindicalismo de base donde unificaban la lucha contra la inflación y la lucha contra la guerra y el envío de armas a Ucrania con la consigna central: “bajen las armas, suban los salarios”.

Finalmente, también en el Estado español comienzan a darse algunas huelgas importantes, en sectores como el metal, sanidad y otros. La huelga del metal de Cádiz, a fines de 2021, con una duración de 9 días tuvo un alto impacto nacional. Las imágenes de la represión a los piquetes por parte de la policía nacional del “gobierno más progresista de la historia” se multiplicaron en redes sociales. En el mismo sector, esta semana culminó una huelga de más de 16 días del metal en Cantabria, al mismo tiempo que se iniciaba una huelga del metal en Bizkaia. Una coordinación nacional de las huelgas del metal y otros sectores contra la escalada inflacionaria, con manifestaciones conjuntas a Madrid (como ocurrió en 2012 con las huelgas mineras) podría cambiar radicalmente el clima político nacional y despertaría una enorme solidaridad. Pero las burocracias de los sindicatos mayoritarios CCOO y UGT se encuentran en un pacto total con el gobierno del PSOE-Unidas Podemos y las patronales, por lo que hasta ahora ponen todo su peso en evitar un panorama de este tipo.

Un programa por aumentos salariales, contra la inflación y la guerra

La inflación europea se mantuvo por debajo del 2% en los últimos 10 años, con varios períodos por debajo del 1,5% e incluso momentos con tasa 0. Las tendencias alcistas comenzaron en 2021, alcanzando un 4,1% en octubre de ese año, y un 5,1% en enero de 2022. Los analistas adjudicaban esto a la salida de la pandemia, la crisis en la cadena de suministros, la crisis energética y otros factores. Los efectos de la guerra de Ucrania y las sanciones se dejan sentir desde entonces, con una escalada empinada de los precios desde febrero de este año hasta las cifras actuales, que solo puede compararse con la curva de los años 70. De hecho, solo se registran valores inflacionarios superiores a los actuales entre 1974-1977 y entre 1980-1983.

En un artículo reciente, Rafael Poch explica que las sanciones occidentales contra Rusia “son mucho más dañinas que el bloqueo ruso de puertos ucranianos para el anunciado incremento del hambre en el mundo”. Estas ya están generando un aumento descomunal de los precios de los alimentos, el gas, petróleo y los fertilizantes, que está teniendo mayor impacto en los países más pobres, generando escasez y encarecimiento de los alimentos básicos. Según un informe del Programa Alimentario de la ONU (WFP), el número de personas que pasa hambre en el mundo pasará este año de 276 millones (nivel de preguerra) a 323 millones como consecuencia de la crisis abierta. Esto está extendiendo el malestar social y generando tendencias al estallido de nuevas revueltas contra los gobiernos, como hemos visto recientemente en Sri Lanka. La revista The Economist titulaba un artículo reciente como “De la inflación a la insurrección”. Allí se destaca la situación de países como Sri Lanka, pero también otros como Pakistán, o Túnez. También se hace referencia a la situación grave en Turquía, donde la inflación ha alcanzado un 70% y el costo de los alimentos se ha disparado en meses.

Aunque esta no es la situación que se vive en los países más ricos de Europa, las sanciones impuestas a Rusia también están actuando aquí como un bumerang, acelerando las tendencias inflacionarias previas y degradando el poder adquisitivo de la población trabajadora. La inflación está golpeando tras dos años de pandemia, que implicaron importantes sacrificios para muchos trabajadores y trabajadoras, pero que también mostraron quiénes son los “esenciales” para el funcionamiento de la sociedad, generando mayor confianza en que se puede salir a pelear por más.

Consultado en varios programas de TV sobre la posibilidad de una espiral inflacionaria, el líder de los ferroviarios ingleses respondía que lo que han aumentado de forma sideral son las ganancias de los capitalistas y apuntaba contra los mil millonarios y los subsidios que han recibido las empresas durante la pandemia. En 2020, el Consejo Europeo acordó el fondo de ayudas para la salida de la crisis del Covid conocido como Next Generation EU (Próxima Generación UE) que consta de 750.000 millones de euros para el conjunto de los Estados Miembros. A ese fondo especial se suman fondos del presupuesto europeo, lo que da un total de aproximadamente 2,018 billones de euros. La mayoría de este dinero, que es reasignados por los Estados nacionales en forma de préstamos o de ayudas sin reembolso, está siendo destinado a las grandes empresas. Esto sin considerar los rescates que se efectuaron durante la pandemia, mediante mecanismos como el subsidio integral con fondos del Estado de los salarios de los trabajadores durante las suspensiones temporales de empleo y las exenciones impositivas. Se trata de una gigantesca transferencia de recursos públicos hacia las empresas privadas que ha aumentado el endeudamiento de los Estados. Pero cuando llegan las tendencias inflacionarias, el ajuste se efectúa en los salarios.

Frente a esto, las luchas obreras por aumentos salariales están emergiendo como un fenómeno nuevo y adquieren en algunos lugares un gran impacto político, como ocurre actualmente en Reino Unido. Allí se ha vuelto a discutir a nivel masivo sobre el derecho a hacer piquetes, la importancia de las huelgas y lo que ganan las grandes fortunas. Si los trabajadores ferroviarios ingleses, los del acero en Alemania o los del metal en Bizkaia consiguieran aumentos importantes o por encima de la inflación, esto acrecentaría la confianza en sus propias fuerzas de muchos trabajadores y trabajadoras y se podrían extender los conflictos. La demanda de aumento de salarios al nivel del coste de la vida (por ejemplo, en Francia se exigen 300 euros de emergencia) junto a la reivindicación del reajuste salarial de acuerdo con la inflación podría unificar al conjunto de la clase trabajadora, ya que involucra detrás un mismo reclamo a sectores privados y públicos, fijos o temporales, de sectores estratégicos o más precarios.

En un artículo reciente, el periodista español Antonio Maestre señala que “la inflación es destructora de gobiernos” y que “la única salida es el control de precios y una política fiscal ambiciosa de subida de impuestos a los especuladores y grandes tenedores de capital. Esa es la única salida progresista a la inflación. Así que no ocurrirá. No hay ninguna posibilidad de que el gobierno establezca una política fiscal agresiva, casi confiscatoria, para las grandes fortunas y empresas que pueda combatir la inflación. Eso será la certificación de su entierro. Prefieren morir a entrar en guerra con el poder de las oligarquías y romper de manera radical los dogmas liberales.”

Como vemos, medidas como el control de precios en sectores básicos como alimentos, combustible y energía comienzan a aparecer en el debate. Pero los gobiernos no están dispuestos a tocar las ganancias del capital. En el sector estratégico de la energía, que es uno de los que más está pesando en el aumento de las tarifas en toda Europa, está planteado luchar por la renacionalización de las empresas bajo gestión de trabajadores y usuarios. No solo para bajar las estratosféricas tarifas. Sino que, tal como mostraron en medio de la pandemia los trabajadores de la refinería de Total en Granpuits, Francia, los trabajadores son los únicos que estarían dispuestos a encarar una verdadera reconversión del sector y una transición hacia energías renovables, algo clave en la lucha contra el cambio climático para evitar la destrucción del planeta.

Entre las empresas más grandes de Europa y con mayores ganancias se encuentran hoy gigantes alimenticios como Nestlé y Unilever, o energéticas como Total y Shell. Los diez multimillonarios europeos más ricos en 2022 según Forbes suman un patrimonio colectivo de 590 mil millones de dólares, y han aumentado este en 40.000 millones más que el año pasado. Solo un programa que apunte a las ganancias de las multinacionales y super ricos puede dar una salida a las necesidades más urgentes de la población trabajadora.

La clase trabajadora en Europa es una fuerza social poderosa que podría paralizar los transportes, los puertos, los bancos, las empresas del metal y de telecomunicaciones, los servicios públicos y la limpieza. Lejos de los pronósticos de quienes auguraban el fin del trabajo, es una clase obrera multirracial y extendida que ocupa posiciones estratégicas en la producción y circulación. Una clase obrera que en las últimas décadas se ha feminizado como nunca, y que ha incorporado varias generaciones de migrantes entre sus sectores más precarios y explotados.

Las burocracias sindicales hacen todo lo posible por diluir esa fuerza social mediante pactos por arriba o huelgas de presión para descomprimir, evitando la coordinación y la convocatoria de huelgas generales. Y en muchos lugares donde se ponen a la cabeza de las luchas salariales, buscan desactivar rápidamente el conflicto, aceptando acuerdos de aumentos por debajo de la inflación. Son el mejor resguardo del capital y de los Estados capitalistas en el seno de la clase trabajadora, pasivizando su fuerza social y canalizando el descontento hacia salidas electorales. Consultado hace unos días en TV, el líder del sindicato español CCOO sobre si existía la posibilidad de llamar a una huelga general (no se convoca una desde 2012), respondía que no, porque las huelgas generales “son políticas”. En una aceitada división de tareas con los partidos de social-liberales y de la izquierda institucional, actúan para que la clase trabajadora no pueda hacer valer todo su poder de fuego en las actuales luchas salariales, para después llamar a votar en las elecciones aquellas alternativas como mal menor frente a las derechas.

También evitan a toda costa ligar la lucha contra el alza del coste de vida con la perspectiva de una movilización masiva contra la guerra y el rearme de los gobiernos imperialistas, siendo esta una de las causas más agravantes de la actual situación inflacionaria. ¡Qué distinto sería si en las manifestaciones de los sindicatos o las huelgas se apuntara contra el enorme gasto de los presupuestos militares, las sanciones a Rusia, el envío de armas y la política militarista de los gobiernos imperialistas!

En la situación de postpandemia y en medio de una guerra que tiende a alargarse surge el interrogante de si las huelgas actuales pueden extenderse, obtener triunfos importantes y coordinarse en una perspectiva superior. Para eso, será clave si aquellos que apuesten por la democracia obrera desde las bases, asambleas y delegados, pueden comenzar a romper el cerco que imponen las burocracias sindicales. Aún no podemos afirmarlo, pero es un hecho que cada vez se acumulan más contradicciones económicas, sociales y políticas y geoestratégicas en Europa. Y esta nueva actividad de la clase trabajadora, si se desarrolla, puede marcar un cambio de signo en la conflictividad social. Si en el ciclo anterior de lucha de clases, con la irrupción de los chalecos amarillos, los trabajadores muchas veces intervenían diluidos en acciones de un movimiento de tipo popular junto con sectores intermedios más amplios, ahora empiezan a tener más visibilidad métodos propios de la clase obrera, como los piquetes, las huelgas y las cajas de resistencia. La situación es desigual y en algunos países es más probable que las tendencias puedan avanzar en este sentido. En Francia, por ejemplo, la gimnasia de la lucha de clases viene siendo mucho mayor en los últimos años. Ahora el gobierno de Macron se enfrenta a un quinquenio de gran inestabilidad política. Esta situación de crisis por arriba y enorme malestar por abajo, sin dudas abre oportunidades para que la clase obrera comience a intervenir de otra manera en el escenario político.

*Este artículo fue escrito a partir de informes de Alejandra Ríos desde Reino Unido, Stefan Schneider en Alemania, Gaëtan Gracia en Francia y Giacomo Turci en Italia para la Red internacional de Izquierda Diario.


[1] De acuerdo con las leyes antisindicales impuestas por Thatcher, un sindicato para convocar a una huelga debe primero realizar una consulta entre todos sus afiliados, el resultado solo se considera válido si hay un 50% de participación de voto.

[2] Algo que Boris Johnson ya hizo cuando era alcalde de Londres, cuando trabajadores y trabajadoras del subte hicieron una huelga de 48 horas.

CON INFORMACIÓN VÍA LA IZQUIERDA DIARIO

Inauguran cable submarino de miles de kilómetros que une a Brasil con Europa

Un nuevo cable submarino que une a Brasil con Europa inició su funcionamiento este martes. Este permitirá un acceso de alta calidad a los servicios y aplicaciones de telecomunicaciones y evitar que los datos pasen por Estados Unidos, informó hoy la estatal Agencia Brasil.

El cable submarino, de seis mil kilómetros de longitud, une la ciudad brasileña de Fortaleza con Sines, pasando por la Guyana Francesa, la isla portuguesa de Madeira, las islas Canarias españolas Cabo Verde.

El proyecto lo financiaron la Comisión Europea, con 25 millones de euros, el gobierno brasileño, con 8.9 millones de euros  y la empresa Ella Link, con 150 millones de euros.

El nuevo cable evitará que los datos pasen por Estados Unidos y permitirá una conexión directa de alta velocidad que reduce en un 50 por ciento la latencia, es decir, la capacidad de tiempo en la que un paquete de datos tarda para ir de un punto a otro.

La infraestructura se usará durante los próximos 25 años para servicios de cómputo en la nube y negocios digitales, además de actividades de ciencia, tecnología y educación.

«Ahora vimos durante la pandemia la importancia de trabajar juntos para vencer este enemigo común que es covid-19. Es a través de la ciencia que tenemos la condición de vencer, y para que la ciencia funcione, necesitamos la operación de intercambio de informaciones», explicó Pontes durante la ceremonia.

CON INFORMACIÓN VÍA MILENIO

Coronavirus: las ayudas salariales que han salvado millones de empleos durante la pandemia en las 3 mayores economías de Europa

A los más de tres millones de muertos en todo el mundo se suman decenas de millones de trabajos perdidos debido a la caída de la actividad económica.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que en América Latina y el Caribe, por ejemplo, se perdieron al menos 26 millones de empleos en 2020, aunque el impacto real podría ser mayor dado el abundante trabajo informal que hay en la región.

Gobiernos de todo el mundo han lanzado ambicios programas de estímulo para evitar despidos y promover una recuperación más rápida una vez se vuelva a la normalidad.

Sin embargo, en una entrevista reciente con BBC Mundo, la economista brasileña Mónica de Bolle afirmó que aunque en América Latina ha habido algunas acciones positivas, en general los gobiernos «han fallado a la gente durante la pandemia», especialmente a los más vulnerables.

En comparación, en los países ricos se han destinado miles de millones de dólares a salvar a los empleados más afectados, permitiendo en muchos casos que mantuvieran gran parte de sus sueldos y sus puestos de trabajo.

Repasamos cómo funcionan estos ambicios programas en Alemania, Reino Unido y Francia, las tres mayores economías de Europa.

Alemania – ‘Kurzarbeit’

El programa alemán se llama kurzarbeit (trabajo temporal) y en 2020 más de 10 millones de personas se beneficiaron de él.

Bajo el kurzarbeit el gobierno provee un 60% del total del salario (67% para trabajadores con hijos) en los primeros tres meses, incrementándose al 70% entre el cuarto y sexto mes, y hasta el 80% tras sobrepasar siete meses.

En la actual crisis, Alemania permite que las empresas mantengan a sus empleados a tiempo parcial, en cuyo caso ofrece el 60% del sueldo del número de horas no trabajadas.

La mayoría de fondos se destinaron al sector del turismo, la hostelería, la manufactura y el comercio, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Alrededor de tres millones de personas continúan acogidas a este programa, que funcionará al menos hasta fines de 2021.

Economistas han destacado en el pasado la efectividad del kurzarbeit, atribuyéndole que Alemania fuera el único país del G7 que no perdió empleo durante la crisis financiera de 2009.

Reino Unido – ‘Furlough’

A través del Job Retention Scheme –programa de retención de empleo– el gobierno conservador de Boris Johnson ha rescatadado a empresas y trabajadores con ayudas multimillonarias en Reino Unido. Se ha destinado el equivalente en libras esterlinas a US$70.000 millones.

Fue introducido al comienzo del confinamiento en marzo de 2020 y estará vigente hasta al menos el 30 de septiembre de 2021.

Desde entonces, el esquema, conocido popularmente como furlough (licencia en español) ha apoyado a 11,2 millones de trabajadores, pagándoles el 80% del salario del total de horas no trabajadas.

Según los últimos datos oficiales, alrededor de 4,7 millones de trabajadores continuaban adscritos a fines de enero.

Reino Unido lleva uno de los ritmos más altos de vacunación del mundo y tiene programado levantar todas las restricciones el próximo 21 de junio. Sin embargo, amplió el programa hasta septiembre para seguir protegiendo a los sectores más afectados.

A partir de julio, no obstante, el gobierno disminuirá la contribución salarial a un 70% y al 60% en agosto y septiembre.

El objetivo del furlough es permitir que las compañías conserven a sus trabajadores aunque los confinamientos impliquen que no puedan trabajar en absoluto.

También fue concebido para empleados que tuvieran que cuidar a sus hijos mientras las escuelas estaban cerradas o para aquellas personas más vulnerables al virus que no podían trabajar con seguridad.

Francia – ‘Chômage partiel’

Francia, la segunda economía más grande de la Unión Europea tras Alemania, tampoco ha escatimado en apoyos al empleo durante la pandemia.

De acuerdo al FMI, la respuesta de Francia a la crisis ha sido «puntual, flexible y proporcional a las dimensiones del impacto».

El gobierno trazó extensos planes fiscales para 2020-2022, alcanzando un total del 26% del PIB en medidas de emergencia y recuperación.

Su programa se denomina chômage partiel, desempleo parcial en español, y se destina a todos los trabajadores que sufren una reducción del salario por trabajar menos horas o porque sus empresas han cerrado temporalmente.

Actualmente, según el ministerio de Trabajo francés, hay tres millones de personas acogidas al programa.

Pero durante los momentos más restrictivos de la pandemia llegó a haber casi 13 millones.

El programa ya existía en Francia antes de la pandemia y ofrece entre un 60% y un 70% del salario dependiendo de cuán afectado esté el sector económico del trabajador.

Aquellos que cobran el salario mínimo reciben un 100% del salario total.

Al igual que con el esquema alemán, las empresas pueden reclamar solo una parte del salario de un trabajador, lo cual en ese caso alivia la carga de la tesorería.

Críticas

Estos sistemas también han recibido críticas.

Algunos economistas argumentan que muchos de estos empleos que tanto les cuesta mantener a los gobiernos nunca volverán.

Si el trabajo remoto se generaliza después de la pandemia, por ejemplo, muchos de los negocios que viven del flujo de trabajadores en centros financieros podrían perder ingresos y verse obligados a cerrar.

En su lugar, opinan que el dinero podría usarse mejor para apoyar más a aquellos que sí han perdido sus empleos.

Otras críticas sostienen que por lo general estos programas no incluyen a autónomos o dejan fuera a trabajadores que no llevan suficiente tiempo en la empresa.

Reino Unido, Alemania y Francia ofrecen bonos y otras ayudas para estos trabajadores, pero no en todos los casos parece haber sido suficiente.

De hecho, en Alemania, el popular kurzarbeit ha sido criticado por trabajadores de aerolíneas, dado que sus pagas no incluían sus horas extras y turnos nocturnos que conforman gran parte de su salario.

Está por ver cómo afrontarán los gobiernos los históricos déficits públicos que estas ayudas han generado cuando acabe la pandemia, pero hasta la fecha los esfuerzos parecen haber salvado los ingresos de millones de trabajadores.

CON INFORMACIÓN VÍA BBC MUNDO

OMS: Es “inaceptablemente lento” el ritmo de la vacunación en Europa; nuevas medidas son necesarias

La Organización Mundial de la Salud (OMS) calificó este jueves de “necesarias” las nuevas restricciones en Europa por el repunte de casos, el avance de la variante británica y el aumento de la movilidad por Semana Santa.

En un comunicado de su oficina europea, la OMS tachó asimismo de “inaceptablemente lento” el ritmo de la campaña de vacunación en el continente.

“La situación de la región es ahora más preocupante de lo que hemos visto en varios meses”, dijo la directora regional de Emergencias de la OMS en Europa, Dorit Nitzan. En su opinión, hay además “riesgos asociados” al “aumento de la movilidad” y las reuniones en estos festivos.

Según las cifras de la OMS la semana pasada se registraron en el continente 1.6 millones de nuevos casos y casi 24 mil muertes, cuando hace cinco semanas eran menos de un millón.

“Muchos países están introduciendo nuevas medidas que son necesarias y todo el mundo debería seguirlas tanto como sea posible”, agregó Nitzan.

Mujeres disfrutan de un picnic bajo el cerezo en Regents Park en Londres, Gran Bretaña. Foto: Neil Hall, EFE.

Según el director regional para Europa de la OMS, Hans Henri Kluge, “ahora no es el momento para relajar las medidas”.

“No nos podemos permitir ignorar el peligro. Todos tenemos que hacer sacrificios, no podemos dejar que nos venza el agotamiento. Debemos seguir frenando el virus”, afirmó Kluge.

En su opinión, en la actual situación es precisa la “acción rápida” y la implementación de “medidas sociales y de salud pública” hasta que la campaña de vacunación avance.Cita con la cultura en Europa

La OMS consideró que los cierres de la vida pública y actividad económica deben emplearse “cuando la enfermedad supera la capacidad de los servicios sanitarios para atender adecuadamente a los pacientes y para acelerar la disposición de los sistemas sanitarios locales y nacionales”.

EL IMPACTO DE LA VACUNACIÓN

La OMS agregó que los casos aumentan en todos los tramos de edad, salvo en los mayores de 80 años, lo que a su juicio demuestra “los primeros signos del impacto de la vacunación”.

“Debemos acelerar el proceso aumentando la producción (de vacunas), reduciendo barreras a su administración y usando todos los viales a disposición”, aseguró Kluge.

Europa es la segunda región con más casos de coronavirus. El número total de positivos ronda los 45 millones y la cifra de fallecidos se acerca al millón, según cifras de la OMS.

Un total de cincuenta países de la región han indicado ya que la variante B.1.1.7, detectada inicialmente en el Reino Unido, es la predominante en sus territorios.

Con información vía Sin Embargo MX

TENDENCIAS. Orange optimiza sus redes 5G con Nokia


Nokia ampliará su tecnología de Self-Organizing Networks (SON) a través de redes 5G de Orange. El acuerdo cubrirá todos los mercados de la operadora, empezando por Francia y España. El proveedor seguirá ofreciendo soporte para 2G, 3G y 4G para las más de un millón de células de radio de la telco en Europa, Oriente Medio y África.

En concreto, Nokia SON opera la tecnología de radio de cualquier proveedor, lo que permite a Orange optimizar sus redes comerciales en vivo independientemente de quién las construyera. Como herramienta clave en la cartera de gestión y optimización de infraestructuras de la compañía finlandesa, SON ofrece a la telco el poder de automatizar los procesos de configuración y optimización de la red de radio, así como mejorar el rendimiento y la eficiencia de la red para soportar las crecientes demandas de 5G.

Asimismo, esta solución permite a la empresa francesa automatizar las operaciones para aprovechar todo el potencial de sus redes 2G, 3G y 4G existentes, al tiempo que apoya el despliegue progresivo de 5G. Al proporcionar una plataforma SON centralizada, automatiza las operaciones en múltiples tecnologías, eliminando las complejidades de las redes multiproveedores y multicapa que se encuentran entre los operadores globales. El marco de automatización extrema e Inteligencia Artificial integrado en Nokia SON ayuda a las filiales de Orange a proporcionar una mejor calidad de red con mayor fiabilidad y velocidad a sus clientes.

Utilizando el kit de desarrollo de software (SDK) de Nokia SON, la operadora ha estado creando y compartiendo soluciones personalizadas para administrar sus entornos de red únicos.

Arnaud Vamparys, senior VP Radio Networks y 5G en Orange, dijo: «Como socio a largo plazo, Nokia ha sido una opción natural para ayudarnos a automatizar nuestras redes móviles en diferentes geografías. La complejidad de la optimización de la infraestructura radio está creciendo con el beamforming 5G y la plataforma flexible, automatizada y multiproveedor de Nokia nos permite mantener nuestra calidad de red y la satisfacción del cliente en la era 5G.»

Por su parte, Mark Atkinson, jefe de RAN en Nokia, indicó: «Las implementaciones y despliegues 5G se ven mucho más sencillas sobre el papel que en el mundo real. Apreciamos y entendemos que nuestros clientes CSP tengan tecnología de varios proveedores, lo que puede conducir a ineficiencias y complejidad. Trabajar con Orange y sus filiales globales para optimizar y simplificar sus redes multiproveedores es un desafío del que disfrutamos y del que estamos orgullosos de formar parte».

CON INFORMACIÓN DE REDES & TELECOM

Bruselas acelera reglas para gigantes digitales

A Bruselas le tomó casi dos años presentar cargos formales antimonopolio contra Amazon. Las nuevas reglas para frenar el poder de los grandes grupos de tecnología pueden ayudar a acelerar futuras investigaciones.

El martes pasado, Margrethe Vestager, la máxima autoridad de competencia de la Unión Europea, acusó a Amazon de violar las reglas de competencia del bloque al utilizar los datos privados que recopila de vendedores de terceros en su plataforma para impulsar sus propios productos y servicios. 

La vicepresidenta de la Comisión Europea también anunció una nueva investigación sobre si el gigante de tecnología de Estados Unidos le da un trato preferencial a las compañías que pagan más por sus servicios de logística y entregas. 

El caso se produce cuando los reguladores de la Unión Europea trabajan en nuevas reglas que someterán a las empresas clasificadas como “guardianes” a reglas más estrictas en el futuro.

Algunos de los comportamientos que se busca prohibir en la Ley de Mercados Digitales que se discute actualmente incluyen que las compañías que promocionen sus servicios en sus propias plataformas a expensas de los competidores. Las empresas también se verán obligadas a compartir datos con rivales más pequeños.

Es casi seguro que Amazon sea parte del pequeño grupo de compañías que entrará en la categoría de guardián, dado su tamaño y poder de mercado, señalaron personas con conocimiento directo de las discusiones.

La idea es acelerar las investigaciones antimonopolio planteando desde el principio el comportamiento no permitido en lugar de pasar años demostrando las acciones anticompetitivas.

Se considera que acelerar las investigaciones es importante cuando se trata de grandes compañías de tecnología que pueden volverse poderosas de forma rápida. Cuando las investigaciones antimonopolio llegan a su fin, a menudo el daño al mercado es irreparable.

De hecho, las medidas contra Amazon no fueron aplaudidas en todos los sectores y algunas figuras se quejaron del prolongado calendario que implica.

“La apertura de una investigación formal contra Amazon llega muy tarde”, dijo Andreas Schwab, un eurodiputado alemán. “Espero que se cierre antes de que sea demasiado tarde y el daño al mercado y a la competencia sea irreversible, como ha sido el caso en el pasado”.

NOTICIAS EUROPEAS

• Los combates entre Armenia y Azerbaiyán en la disputada región de Nagorno-Karabaj están a punto de terminar tras un acuerdo de paz negociado por Rusia. El acuerdo hará que Azerbaiyán mantenga el territorio que ocupó durante el conflicto de seis semanas. Si bien el acuerdo se celebró en Bakú, Armenia, se encontró con disturbios y llamados para la renuncia del primer ministro armenio. Casi 2 mil soldados de las fuerzas de mantenimiento de la paz rusos se desplegarán en la región en virtud del acuerdo.m{1094326}

• El Parlamento Europeo y los gobiernos de la Unión Europea acordaron los términos del próximo presupuesto a largo plazo del bloque después de más de dos meses de intensas negociaciones.

• El juez de la Corte Suprema de Irlanda, Séamus Woulfe, se enfrenta a llamados para su renuncia tras asistir a una cena de golf en agosto que violó las restricciones sobre coronavirus. El escándalo conocido como golfgate obligó a la dimisión de varios políticos irlandeses de alto rango y del ex comisionado de la Unión Europea Phil Hogan. La presión se intensificó sobre Woulfe después de que el presidente dela Corte publicó cartas dirigidas a Woulfe que eran muy críticas sobre su comportamiento.

• El plan del gobierno danés de sacrificar 17 millones de visones amenaza la democracia, según el partido de oposición de centro derecha del país. El gobierno advirtió que una nueva cepa de coronavirus puede transmitirse del visón a los humanos, lo que explica el sacrificio de 2 millones de visones. Los opositores dicen que el gobierno carece de autoridad legal para un sacrificio completo en Dinamarca, que abastece a una industria que en exportaciones con valor de mil millones de euros anuales.

• La Unión Europea debe tomar la iniciativa en las grandes decisiones políticas mundiales, como el cambio climático, mediante la creación de un banco de desarrollo, según Werner Hoyer, presidente del Banco Europeo de Inversiones. Con países como China y Estados Unidos que buscan políticas aisladas, le corresponde a la Unión Europea establecer la agenda sobre grandes temas y “desempeñar su papel en el mundo”, argumenta.

• Los embajadores de la Unión Europea se reunieron ayer para redactar una declaración sobre la respuesta del bloque a los ataques terroristas, que será refrendada por los ministros de Justicia e Interior el viernes.

• La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, emitió una declaración sobre el acuerdo de Bruselas con BioNTech y Pfizer para 300 millones de dosis de una vacuna contra el covid-19. La comisaria de Salud y Seguridad Alimentaria, Stella Kyriakides, celebró una conferencia de prensa sobre los planes de Bruselas para una unión sanitaria tras una reunión del colegio de la comisión.

Y ADEMÁS

CEPAL PIDE APOYO DE FMI Y G20

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) pidió la cooperación del Fondo Monetario Internacional y del G20 para que América latina y el Caribe sigan aplicando políticas fiscales y monetarias para mitigar una crisis que estima durará más de lo esperado. En un encuentro virtual organizado por el Banco Central de Argentina, la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, consideró que la región necesita crecer 4 por ciento por año y definir su política de comercio interregional; además señaló que “es esencial distribuir la liquidez global” para capitalizar a las instituciones de crédito.

Proponen impulsar la economía con impuesto al teletrabajo

Un informe propone un nuevo impuesto del 5 por ciento sobre el salario de los trabajadores que pueden realizar su actividad laboral desde casa durante la pandemia, un dinero que iría destinado a los empleados esenciales, que en muchos casos tienen también salarios menores.

La propuesta se encuentra dentro del último informe del servicio de investigación del Deutsche Bank que indaga en cómo reconstruir el mundo tras la pandemia del coronavirus y aborda del cambio climático al futuro de las ciudades, pasando por la reforma del sistema capitalista, las criptomonedas, la fiscalidad y el mundo laboral.

«Aquellos que pueden trabajar desde casa reciben beneficios financieros directos e indirectos y deberían pagar impuestos para suavizar el proceso de transición para aquellos que han sido ahora desplazados de golpe», argumenta el autor de la propuesta, Luke Templeman.

En su opinión, este nuevo impuesto «tiene sentido» para ayudar a los trabajadores esenciales «desde un punto de vista personal y económico».

«También tiene sentido reconocer a los trabajadores esenciales que asumen el riesgo del coronavirus por salarios bajos. Aquellos que son lo suficientemente afortunados de poder ‘desconectarse’ de la economía cara a cara se lo deben», asegura el autor.

El impuesto generaría por ejemplo unos ingresos extra para el Gobierno estadounidense de 48.000 millones de dólares (unos 40.600 millones de euros), estima el estudio.

Con esa cantidad, prosigue, se podría pagar una ayuda de 1.500 dólares (1.270 euros) a los 29 millones de empleados estadoundenses que deben trabajar de forma presencial y cobran menos de 30.000 dólares (unos 25.400 euros) al año (sin contar a quienes reciben propinas).

Menor contribución por pandemia

El teletrabajo era ya una opción al alza gracias a la extensión de internet, pero la irrupción de la covid-19 ha «turboalimentado» su crecimiento. En Estados Unidos y el Reino Unido en torno a la mitad de la población activa ha trabajado desde sus hogares durante los confinamientos, apunta Templeman.

Además, según una encuesta del servicio de investigación del Deutsche Bank, la mitad de los que han teletrabajado durante la pandemia desearían mantener esta opción de forma permanente para «dos o tres días a la semana».

A juicio del autor, «los trabajadores a distancia contribuyen menos a la infraestructura de la economía a la vez que reciben sus beneficios», lo que constituye un «gran problema».

Agrega que quienes trabajan desde su hogar se ahorran los gastos de «desplazamientos, comida, ropa y limpieza», aunque reconoce que también hay costes, como un mayor «estrés mental» o un sistema de trabajo «imperfecto».

Templeman, que no cita los costes extraordinarios en términos de electricidad, internet, teléfono y calefacción ni de material de oficina para quienes trabajan desde casa, considera que los costes de teletrabajar «palidecen en comparación con los beneficios».

La propuesta tampoco contempla una mayor carga fiscal para las empresas que tienen menos gastos por el trabajo remoto o que se benefician de la menor movilidad de las personas por los confinamientos.

Con información vía DW en Español