Era la indicada. Desde la conformación clandestina del grupo Generando Movimiento, que emuló las siglas de la automotriz General Motors (GM), Alejandra Morales Reynoso se había destacado por acompañar la lucha disidente al sindicato de la Confederación de Trabajadores de México (CTM). Reunión tras reunión, había mostrado compromiso por la defensa de los derechos laborales. Aunque ese día faltó a la asamblea.
El grupo de trabajadores despedidos de la estadounidense GM en Silao, Guanajuato, así como de personal activo, ya había tomado una decisión importante antes de llegar a esa reunión de 2020. Tenían una disyuntiva: crear una sección de alguna organización gremial constituida para hacerle contrapeso al Sindicato Miguel Trujillo López, o formar un sindicato desde cero. Todas y todos prefirieron recorrer su propio camino.
Lo siguiente sería definir quiénes integrarían el comité. Israel Cervantes, despedido en 2019 luego de llamar a la organización para separarse de la CTM, propuso a Alejandra Morales como secretaria general y nadie se opuso a la idea.
La agrupación había funcionado sin protagonismos charros, ni caudillismos, por sí misma ella no se hubiera propuesto. “Yo sólo quería participar en la lucha porque era lo justo y lo que se necesitaba por los compañeros despedidos y por quienes seguimos activos en la planta. Tengo la licenciatura en Administración y Finanzas, si acaso, hubiera sugerido ocupar la cartera de asuntos financieros porque es mi área”, dice en entrevista.
Su jornada diurna en la planta le impidió acudir a la asamblea en la que el Sindicato Independiente Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Industria Automotriz (SINTTIA) iba a encarnar. Se perdió los votos unánimes a su favor, no pudo recibir los abrazos que compartieron en aquella reunión, ni los aplausos, no vivió la emoción colectiva que diluía el sabor del miedo a lo que pudiera venir.
“Al otro día sólo me informaron que yo había quedado como secretaria general. Pensé que más adelante eso iba a cambiar, que pondrían a alguien más. Pero no fue así. Ahora tengo una enorme responsabilidad, mis compañeros tienen gran esperanza en conseguir un mejor contrato colectivo y yo estoy totalmente comprometida en lograrlo. Seremos un ejemplo para otros sindicatos”.
Las injusticias y señales de alerta
De acuerdo con la información más reciente del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), más de 1.2 millones de personas laboran en la fabricación de automóviles y camiones, de carrocerías y remolques y de partes para vehículos automotores en México; 63% hombres y 37% mujeres.
Alejandra Morales Reynoso es de las poquísimas mujeres que dirigen un sindicato en México, principalmente en la industria automotriz. Entró a GM hace casi 12 años, en julio de 2010, en el área de pintura, donde continúa.
“Ocurrían muchas injusticias y los trabajadores no sabíamos cómo afrontarlas, cómo poner un alto a la prepotencia y abuso del personal de confianza de la empresa”, expresa.
En estos años, varias personas fueron despedidas por enfermarse o sufrir accidentes de trabajo, los cuales no se reportaban, asegura. “Difícilmente nos autorizaban vacaciones, y las mamás solemos pedirlas para atender asuntos escolares de nuestros hijos”.
Si un compañero faltaba, “teníamos que trabajar doble turno, pero sin pago de horas extra. Ante todas esas irregularidades el sindicato se quedaba callado”.
Las restricciones para ir al baño han sido “un grave problema. Es común que las mujeres tengan infecciones en las vías urinarias por aguantarse, también algunos hombres”, relata.
CON INFORMACIÓN VÍA EL ECONOMISTA