TENDENCIAS_ Organizaciones cometen trampas respecto a la inclusión y diversidad: experta

Daniela Muñoz, CEO de IOIO & Transalud, es una mujer trans y asegura que muchas organizaciones cometen la trampa de decir que son inclusivas al decir “vengan todos aquí son bienvenidos”, cuando eso no significa diversidad.

La experta aseguró durante el Future of People Forum, organizado por Crehana, que una organización con verdadera inclusión es cuando toda la organización y la población simplemente reconocen que todos somos partes del mismo mundo.

“Cuando veamos una política que abraza a toda la diversidad, también equidad salarial, equidad de oportunidades, que transforme la arquitectura inclusiva; cuando veamos que esas políticas sean más potentes, esas son las que permean y tienen actos fértiles. Que todo el personal las conozca”, comentó Daniela Muñoz.

Agustín Paulín, CEO de Gemiini Learning Systems, dijo que en su experiencia al trabajar con muchas empresas, le ha tocado ver que al promover un ecosistema de inclusión y diversidad la principal barrera está en el liderazgo, que es ocupado por personas mayores a 50 años quienes no crecieron en un mundo de libertades, por lo que tienen prejuicios y sesgos inconscientes.

Advirtió que si las organizaciones no visualizan la creación de un ecosistema de diversidad e inclusión, van a dejar de atraer el talento y el mercado se encargará de depurarlas.

Adriana Prieto, gerente de Sustentabilidad de MercadoLibre, contó que en su organización tienen una dinámica llamada “Affinity Groups”, que son espacios organizados por los propios empleados –actualmente son alrededor de 33 mil no sólo en México, sino regional– en donde conversan sobre los temas de diversidad e inclusión.

Explicó que hay grupos enfocados en mujeresdiscapacidadLGBTQ, etnias, entre muchos otros, lo que les ha ayudado a los trabajadores a entender cada vez más los temas de inclusión y diversidad.

Advirtió que es importante que desde los trabajadores haya la libertad de realizar propuestas sin necesidad de esperar a que vengan instrucciones desde los jefes, pues este tipo de filosofía contribuye con la inclusión y la diversidad.

Por su parte, David Osuna, Chief of Staff de Crehana, explicó que de acuerdo con un estudio, 72 por ciento de las organizaciones de México dice tener una estrategia de diversidad e inclusión; sin embargo, sólo 40 por ciento cuenta con una estrategia multianual, y el porcentaje que logra sus metas es aún menor.

Daniela Muñoz explicó que la equidad y la igualdad son términos distintos y las organizaciones y los empleados deberían conocerlos. Detalló que la equidad significa darle más privilegios a grupos sociales que han estado históricamente vulnerables y eso es necesario para que haya igualdad.

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Necesita América Latina sistemas de salud digital inclusiva

Revertir fenómenos como la baja representatividad de las mujeres en el sector salud, su escasa participación en investigaciones, carreras STEM y posiciones de liderazgo en tecnología, son acciones necesarias para impulsar el desarrollo de América Latina y el Caribe como una región con sistemas de salud digital más inclusivos, una condición fundamental para enfrentar de mejor manera futuros escenarios de emergencia sanitaria.

“En promedio, las mujeres son diagnosticadas cuatro años más tarde que los hombres en cientos de enfermedades; tienen más probabilidad de morir de problemas comunes como ataques cardíacos; a veces reaccionan mal a medicamentos y ha sido documentado que los médicos pueden descartar el dolor y los síntomas de las mujeres más que el de los hombres”, destacó Jeniffer Nelson, especialista en salud digital de la división de Protección Social y Salud del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)

Es por ello que desde esta realidad, los retos van desde detectar una enfermedad, desarrollar tratamientos y soluciones adecuadas, ya que no se han priorizado los problemas reales que las mujeres tienen que resolver, dejando de crear valor real para este grupo de la población.

En el documento “La gran oportunidad de la Salud digital en América Latina y el Caribe”, el BID sostiene que la transformación digital del sector salud ya no es una opción sino una obligación. «La tendencia del gasto en salud en América Latina y el Caribe es creciente y, sin buenos sistemas de información, se darán ineficiencias cada vez más costosas… Al mismo tiempo, es imperativo resguardar que no traiga consigo incrementos en la gran desigualdad que caracteriza a la región”.

En este sentido, Jeniffer Nelson reconoció que hay un importante número de investigaciones e inversiones dedicadas a la inclusión en este campo, así como mujeres inspiradoras, reconocidas por el BID como “campeonas en salud digital”; sin embargo, cuando se analizan los datos, talleres técnicos y salas de juntas, se observa que las mujeres son superadas en número y a veces son invisibles.

Ante ello, el BID visibiliza a referentes femeninos en este sector y tiene entre los objetivos de la Visión 2025 aprovechar las tecnologías digitales para mejorar la salud de la población; la sostenibilidad financiera y fiscal del gasto en salud; y la calidad y productividad de los servicios sanitarios.

La pandemia de COVID-19 demostró que los países del mundo estaban muy poco preparados para un evento de tal magnitud; aún más en América Latina y el Caribe, que de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) se ha traducido en la peor crisis económica, social y productiva que ha vivido la región en 120 años.

“Solo en 2020, la región registró el 28 por ciento de todas las muertes confirmadas por coronavirus y el 17 por ciento de los contágios acumulados, a pesar de solo conformar el 8.4 por ciento de la población mundial, indicando un bajo nivel de preparación de la región para un evento de este tipo”, indica el documento.

Incluso, algunos expertos consideran que estas cifras son subestimaciones derivadas de sistemas de salud desbordados y sin mecanismos para asentar esta realidad con precisión, es por ello que exhortan a empezar con una visión clara de a dónde se quiere llegar, centrada en la salud de las personas y no en la tecnología.

Aunque reconocen que ante la crisis económica, algunos países pudieran seguir con el enfoque tradicional, “las duras lecciones de COVID-19 apuntan con sentido de urgencia hacia un solo camino: el emprender transformaciones digitales para contar con sistemas sanitarios nacionales de calidad, eficientes y equitativos que promuevan el bienestar continuo de su población”.

Las «campeonas» Sonia Maribel Viana, Joseline Carias, Rosa González y Laura Anaya, reconocidas por su labor coincidieron en algunas de las barreras que han tenido al trabajar en labores de salud digital, como la carga de mayor responsabilidades en las tareas del hogar, cuidado de hijos y padres.

Asimismo, la exigencia del doble o triple esfuerzo en su desempeño profesional; la falta de oportunidades y mayor capacitación, así como los estereotipos de género que siguen creando barreras para las mujeres en toda la región.

No obstante, para atraer a más mujeres a la salud digital, las especialistas consideraron que se deben de garantizar más oportunidades de educación y mejorar la calidad de la misma; crear un entorno laboral y modelos a seguir, así como contar con una red de apoyo.

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PERSPECTIVAS: Transformarse para transformar, reto del sector telecom.

Aunque en los últimos dos años, la acelerada digitalización demostró la capacidad resiliente de muchos sectores, es necesario reconocer que no es suficiente, sino que se requiere un nuevo modelo de desarrollo basado en un cambio cultural corporativo de todas las organizaciones, en especial las que participan en el sector de telecomunicaciones pues «tiene que transformarse para poder transformar».

“Necesitamos un sector, un país, que siga un nuevo modelo de desarrollo pero con inclusión y para eso se necesitan políticas y estrategias deliberadamente creadas para cerrar las brechas… Esto nos hace más resilientes, flexibles, más adaptables, para que los avances puedan ser sostenibles y permanentes”, aseguró María Elena Estavillo.

La directora general del Centro-i para la Sociedad del Futuro reconoció la importancia de aprovechar las experiencias que ha dejado la pandemia, para impulsar nuevas prácticas que contribuyan a revertir la exclusión digital, que no es un tema aislado, sino que se suma a otras brechas existentes, como la económica, de género, de acceso a salud y al empleo.

“El cierre de brechas, de la brecha digital no deben verse como un resultado colateral, como un buen impacto, deseado en los planes de reactivación económica, sino como uno de sus motores centrales, es un insumo central de cualquier estrategia empresarial, sectorial”.

Al presentar su ponencia “Impulsando transformación sí o sí”, en el contexto del foro Conecta México, la especialista subrayó el enorme reto que tienen tanto el sector de las telecomunicaciones como el país, de no regresar a un escenario prepandemia, aunque la socialización sea una parte importante para complementar lo que se ha podido realizar de manera remota mediante plataformas tecnológicas.

“En los países donde estaban más desconectados, la pandemia generó mayores costos, causó más retrasos y por eso hay que estar conscientes, retomar el camino, volver a la normalidad, pero no a la misma sino a una nueva normalidad… la brecha digital genera otras brechas… Si regresamos a hacer las cosas exactamente como se hacían antes, no vamos a estar cerrando brechas”.

La inclusión y el cierre de brechas, destacó la experta en competencia, regulación, ecosistema digital y género, tienen que incorporarse en todas las actividades de las organizaciones, tienen que estar entre las prioridades del sector.

En este sentido, la transformación digital corporativa, abundó, tiene que ver con empresas que sean eficientes e innovadoras hacia afuera y hacia adentro, pero esto va más allá de la adopción de tecnología, implica un cambio de paradigma en la forma de hacer las cosas.

Esta innovación nos ayuda a ampliar las fronteras del mercado; la flexibilidad a tener mayor diversidad en la composición de las organizaciones y en los espacios de toma de decisiones; ser adaptables para contar con esquemas de teletrabajo.

Asimismo, mediante acciones concretas se pueden eliminar sesgos, ambientes hostiles, discriminación y la brecha salarial, porque no es suficiente sólo tener buenas intenciones, sino definir cómo hacerlo, fijar objetivos, medir avances, corregir sobre el camino.

“Todo esto genera un círculo virtuoso de una nueva cultura corporativa, al tener mayor diversidad, inclusión, trabajo ético, nos va a ayudar a generar tecnología, servicios, aplicaciones que también sean innovadoras, éticas e incluyentes.. este sector tiene que transformarse para poder transformar”.

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TENDENCIAS_ Plataformas colaborativas: ¿cómo pueden ser una vía para la inclusión de mujeres en la economía?

La economía gig o colaborativa abre caminos para disminuir la exclusión económica de las mujeres, debido a que les permite tener flexibilidad y fuentes de ingresos para lograr su autonomía. Sin embargo, hace falta impulsar más su participación con medidas diferenciadas y afirmativas.

Con la llamada “economía colaborativa” ―el sistema en el cual se comparten e intercambian bienes y servicios a través de plataformas digitales―, se abren caminos para disminuir la exclusión de las mujeres de la economía, el cual ha sido un problema histórico que impide alcanzar la igualdad de género en el mundo.

Diversos organismos internacionales coinciden en que las plataformas digitales han aumentado las oportunidades económicas para las mujeres, incluidos la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), aunque también advierten retos.

Las plataformas que participan en la economía colaborativa ofrecen a las mujeres vías y ventajas para generar ingresos, especialmente en los países en desarrollo, debido a que les permiten tener mayor flexibilidad, les ayuda a conseguir independencia económica y a entrar a sectores típicamente dominados por los hombres.

En Argentina, Colombia, Ecuador, Perú, Guatemala y Paraguay las mujeres optan por encontrar ingresos flexibles dentro de la también conocida como “economía gig”, principalmente, porque pueden decidir dónde, cuándo y cómo trabajar, lo cual les facilita obtener una remuneración con actividades que se adaptan a otras responsabilidades, de acuerdo con el informe El futuro del trabajo en América Latina y el Caribe, elaborado por el BID.

No es un secreto que el cuidado, la crianza y las labores del hogar recaen de manera desproporcionada sobre las mujeres. Por eso, ellas valoran aún más la flexibilidad del trabajo mediante las plataformas digitales. En contraste, según datos recabados en el estudio, los hombres ponderan en primer lugar otros beneficios como obtener experiencia laboral, ingresos extras o incluso la diversión.

También las mujeres pueden enfrentar menos barreras de entrada en las plataformas colaborativas. Por ejemplo, en las aplicaciones de movilidad sólo se registran y cumplen con un proceso más sencillo totalmente en línea, mientras que para ser conductoras de un taxi deben conseguir permisos, cuotas y convivir en los sitios físicos de pasaje con, en su mayoría, hombres, lo cual puede ser intimidante.

En otros ámbitos, las plataformas tienen el potencial de ayudar a impulsar emprendimientos de mujeres o crear redes de contacto para los negocios; además de promover y mejorar la inclusión financiera, ya que suelen ofrecer una conexión directa con nuevos productos o instituciones financieras a través de acuerdos.

Además de estas ventajas, durante la crisis por la pandemia de Covid-19, las mujeres han recurrido a la economía colaborativa para conseguir fuentes de ingresos ante la pérdida de empleos o para tener ganancias adicionales, dado que varios sectores productivos se vieron afectados. 

La emergencia sanitaria provocó una disminución de 10.2 por ciento en la tasa de ocupación laboral entre las mujeres de América Latina y el Caribe en 2020, mientras que la contracción en el caso de los hombres fue de 7.2 puntos, de acuerdo con la OIT. Es decir, la pandemia trajo consigo un retroceso de una década en los niveles de ocupación femenina.

Previo a esta situación excepcional, la participación de las mujeres en el mercado laboral ya era inferior respecto a la de los hombres. La pandemia agravó ese problema, pues más de la mitad de las mujeres en la región se desempeñan en los sectores que han sido más afectados por la recesión económica (por ejemplo, el hotelero y el servicio doméstico) y debido a que muchas se encuentran en el empleo informal, duramente golpeado por el coronavirus.

En ese contexto, algunas plataformas de movilidad registraron un incremento en el número de mujeres que se unieron como conductoras. Por ejemplo, DiDi observó un aumento de 28 por ciento en el ingreso de colaboradoras en México, y dos quintas partes de ellas subieron la cantidad de horas de trabajo diarias en 2020, según el Informe de diversidad de género 2021 de DiDi Global. En Brasil, se sumaron 150 mil mujeres y en China continental otras 265 mil el año pasado.

Una encuesta de DiDi entre sus colaboradoras señala que 64 por ciento considera que ser parte de la plataforma de movilidad le ha permitido conquistar mayor independencia económica, y 83 por ciento lo ve como una fuente de ingresos para sostener a sus familias.

Las empresas de Internet tienen políticas de no divulgación de datos sobre sus colaboradores, por cuestiones de competencia en el mercado. Pero brindan algunos que se complementan con estudios y encuestas de organizaciones. En mayo de 2021, Beat reportó que tenía 69 mil conductoras en su aplicación en América Latina.

En México, DiDi registró a finales de 2020 alrededor de 100 mil socios en su plataforma, de los cuales 4.3 por ciento eran mujeres; a nivel global, la empresa dijo que a finales de 2019 tenía más de 300 mil conductoras.

Brecha digital, la barrera

Si bien las plataformas colaborativas están abriendo posibilidades para la inclusión de las mujeres en la economía, todavía es mayor la presencia de los hombres en esta forma de empleo. El BID hizo un perfil de los conductores y las conductoras de las aplicaciones de movilidad en 2019, centrándose en los afiliados a Uber en Brasil, Chile, Colombia y México.

De acuerdo con los resultados del informe, los hombres representaban 95, 91, 94 y 94 por ciento del total de conductores en Brasil, Chile, Colombia y México, respectivamente. En general, las mujeres tenían una participación no mayor a 7 por ciento en los cuatro países y la usaban en promedio 14 horas a la semana.

A diferencia de los hombres, 90 por ciento de mujeres conductoras utilizaban Uber menos horas a la semana y en mayor medida durante el día (54 contra 47% de los hombres), lo cual se explica porque ellas suelen tener otras actividades que les demandan más tiempo (como el cuidado) y pueden sentirse inseguras en la noche.

Gracias a su flexibilidad, el modelo de las plataformas colaborativas posibilita generar ingresos de acuerdo con el tiempo que se dedique. En parte esto explica que los hombres conductores ganaban 6 por ciento más (0.64 dólares) en Uber hasta 2019 respecto a sus pares mujeres en promedio en los cuatro países. Cada uno tiene sus particularidades: por un lado, en Brasil la brecha a favor de los hombres es de 15 puntos porcentuales, mientras que en Chile es de 3 puntos.

Más allá de las aplicaciones digitales de movilidad, en la economía gig las mujeres representan 42 por ciento de las personas que trabajan a través de las plataformas, incluidas otras variantes como los servicios de entrega de comida a domicilio, de pequeños encargos, de alojamiento y varios más, según información del Banco Interamericano de Desarrollo. 

Si la economía colaborativa es una alternativa de ingresos y posibilita conseguir autonomía económica flexible para las mujeres, la gran pregunta es ¿por qué están subrepresentadas en este espacio, al igual que en otros de la economía tradicional?

La menor participación de ellas en este sector está relacionada con la brecha digital de género. Aunque la región ha avanzado en los niveles de conectividad, todavía existen brechas en cuanto al desarrollo de habilidades digitales y el acceso a las tecnologías. 

En los países de bajos y medianos ingresos de todo el mundo, las mujeres tienen 15 por ciento menos probabilidades de conectarse a la banda ancha móvil y 7 por ciento menos de ser dueñas de un teléfono celular, en comparación con los hombres, según el Informe sobre la brecha de género móvil 2021 de la GSMA.

América Latina ha logrado avanzar más para zanjar la brecha de género digital. El mismo estudio señala que las mujeres tienen 2 por ciento menos posibilidades de usar Internet móvil y un punto porcentual menos de contar con un dispositivo. Estos datos muestran un panorama más paritario en la región respecto al resto del globo.

Sin embargo, a nivel nacional se observan diferentes realidades y la brecha se acentúa en algunos países. En Uruguay, Paraguay, Jamaica, Cuba, Costa Rica y Colombia hay más mujeres que usan Internet; en tanto, en Perú, México, El Salvador, Chile, Bolivia y Argentina la proporción de hombres que son usuarios de Internet es mayor a la de mujeres, revela el reporte Tendencias Digitales en las Américas 2021 de la Unión Internacional de Telecomunicaciones.

Pero una vez que están conectadas, también existen limitantes que impiden a las mujeres insertarse en la economía digital. Entre ellas, el BID destaca la falta de conocimiento sobre cómo usar un teléfono inteligente y otros dispositivos tecnológicos para actividades que les brinden beneficios.

Los hombres de la región presentan un mayor uso de Internet para el trabajo, enviar correos electrónicos, realizar pagos, acceder a la banca electrónica, buscar información noticiosa y actividades de entretenimiento. En contraste, las mujeres tienen un aprovechamiento más limitado en todas las categorías antes mencionadas.

Medidas a favor de la inclusión

El mercado laboral tradicional está marcado por la división sexual del trabajo: hay sectores y actividades productivas con una predominante presencia femenina, como la educación, el comercio, la enfermería, los hoteles y otros servicios; mientras que hay una baja participación de ellas en otras relacionadas con las finanzas, ingenierías o en cargos de liderazgo en empresas.

La segregación de las mujeres que sucede en el ámbito tradicional de trabajo puede replicarse en la economía digital si no se actúa. Las plataformas de movilidad son más usadas por los hombres porque los roles y estereotipos de género han hecho de la conducción una actividad preponderantemente masculina. Por eso, las mujeres que se unen cada vez más a estas aplicaciones también están rompiendo barreras de género y prejuicios que permean en el imaginario social.

Pero las brechas no pueden ni deben ser zanjadas por las mujeres en solitario. Tanto gobiernos como empresas necesitan actuar para promover la inclusión de ellas en la economía digital y colaborativa en condiciones paritarias, seguras y justas.

Del lado de las compañías, se han implementado algunos proyectos para incentivar la participación de las mujeres y ofrecerles un ambiente adecuado para desarrollarse. En abril de 2922, DiDi creó una red (Red DiDi D&I) para fomentar la diversidad e inclusión en sus comunidades de colaboradores dentro de todos sus mercados.

Esta red se enlazará a DiDi Women’s Network, la organización de la firma china que busca impulsar a las mujeres en la industria tecnológica, patrocinando programas de tutoría profesionales, apoyo a la maternidad y paternidad y cursos de sensibilización.

Además, en noviembre de 2020 la firma china lanzó DiDi Mujer en México (iniciativa premiada como mejor práctica por la ONU), una función que posibilita que las conductoras sólo viajen con pasajeras mujeres, con el objetivo de que ambas se sientan más seguras. Las colaboradoras pueden activar o desactivar dicha función cuando ellas quieran. Con este programa, la empresa señaló que el número de conductoras en la plataforma aumentó 28 por ciento.

Casi al mismo tiempo, Uber comenzó a implementar un mecanismo similar llamado Ellas, en México, Chile y otros países. También posibilita que las conductoras lleven sólo a mujeres. Además, al igual que su competidor, Uber anunció que brindaría a sus colaboradoras beneficios como servicios de contabilidad y productos para ayudarlas a financiar la compra de vehículos.

Cabify, otra plataforma de movilidad, no se quedó atrás. La empresa desplegó su programa Mujeres al Volante para incentivar a las mujeres a unirse a su aplicación, ofreciéndoles ventajas como una comisión diferencial de 10 por ciento durante el primer trimestre (más la comisión general).

La seguridad también es una problemática a resolver en las plataformas. Si bien las colaboradoras suelen sentirse más seguras trabajando a través de ellas, tampoco están exentas de situaciones de violencia o acoso, tanto las conductoras como las usuarias. Las compañías han puesto en marcha algunas medidas al respecto.

Algunos de los mecanismos que han adoptado las empresas de movilidad colaborativa son la verificación rigurosa de la identidad de usuarios y conductores; el monitoreo de las rutas de viajes; seguimiento con GPS; canales de comunicación de emergencia; algoritmos automatizados para detectar viajes potencialmente inseguros, así como asistencia durante el viaje.

Por ejemplo, en México DiDi pactó alianzas con los centros de comando y control del Estado de México y Guadalajara, por lo que, en caso de una emergencia, se les notifica directamente para movilizar el apoyo de policías, personal médico o cualquier otro que se necesite.

La plataforma también está probando los sistemas de videovigilancia en Guadalajara. En otros países, como China, esta tecnología ha ayudado a las autoridades a evaluar situaciones de riesgo en tiempo real y prevenir incidentes. Se prevé que pronto esté disponible en México y otros países de manera más amplia.

Desde la perspectiva de las usuarias, también las plataformas colaborativas les han brindado opciones y beneficios. En cuanto al transporte, 79 por ciento de las mujeres en Argentina prefieren viajar de noche con servicios de aplicación como Uber, Cabify y DiDi, porque así se sienten más seguras que en el transporte público (si hay disponible) o en los taxis convencionales, de acuerdo con una encuesta de la plataforma Ualabee.

El escenario en Colombia es parecido. Un estudio de la Universidad de los Andes señala que en general los pasajeros prefieren utilizar las plataformas de movilidad en vez de los taxis, porque perciben mayor seguridad y calidad del servicio.

La Secretaría de Movilidad de Bogotá también reconoció que las aplicaciones de transporte ocupan un lugar importante en la movilidad en la ciudad porque, además de los beneficios ya comentados, las y los usuarios consideran que es positivo que al final del viaje puedan calificar el servicio, reciben pagos electrónicos o en efectivo y pueden verificar la tarifa antes de subirse.

Más allá de las grandes compañías como estas, también han surgido otros emprendimientos de mujeres en la economía gig. En Bolivia, nació el primer servicio de reparto a domicilio a cargo de mujeres, Pink Delivery. Las repartidoras recorren la ciudad en moto o bicicleta para realizar entregas. Entre ellas, hay muchas madres de familia, amas de casa y estudiantes que se sienten más seguras al colaborar únicamente con mujeres.

Aunque ya existen iniciativas y esfuerzos similares, aún persisten brechas pendientes para impulsar la inclusión de las mujeres en la economía colaborativa. Por un lado, las medidas y programas tienen que reforzarse para promover la participación, ya sea como conductoras, repartidoras o creadoras de servicios colaborativos.

Por otra parte, esto debe hacerse desde un enfoque diferenciado, tomando en cuenta que las mujeres, por su condición de género, están más expuestas a ciertos tipos de violencia como la sexual. También se tiene que analizar el diferente perfil de las mujeres al emplearse o ser parte de las plataformas de la economía gig, para desarrollar algoritmos más justos y equitativos que les permitan aprovecharlas en la misma medida que sus pares hombres.

Si una mujer usa menos horas una aplicación de movilidad o de entrega a domicilio para trabajar, probablemente tenga menos calificaciones que los hombres por el número de horas: eso podría influir en que obtenga más y mejores viajes o encargos, por ejemplo.

Dado que ellas valoran mucho más la flexibilidad de las plataformas colaborativas porque recaen en ellas las labores de cuidado o crianza (entre otros relacionados con los roles de género), las compañías deben hacer los ajustes necesarios para mantener ese beneficio e incentivarlas a crecer.

El BID y CAF destacan que, si las plataformas de la economía colaborativa logran promover una mayor presencia de las mujeres se avanzará en la igualdad de género, y se beneficiará el ecosistema de innovación y productividad en el mercado digital. De lo contrario, advierten que podría replicarse la segregación y las brechas de género que ya persisten en la economía y el mercado laboral tradicional.

CON INFORMACIÓN VÍA DPL NEWS

Llaman a promover equidad de género y retirar etiquetas al feminismo

Mediante un comunicado la activista, Jessica García, expuso que la equidad de género es un trabajo constante que debe evidenciar la desigualdad de oportunidades que viven las mujeres hoy en día.

La activista Jessica Fernández García consideró que hoy la voz de las mujeres se escucha más fuerte debido a que en las redes sociales se evidencian más las denuncias por feminicidios, acoso sexual y violencia en general.

Fernandez García recientemente se hizo acreedora al premio Natura Eliot Awards 2020 en la categoría “impacto positivo”.

Mediante un comunicado expuso que la equidad de género es un trabajo constante que debe evidenciar la desigualdad de oportunidades que viven las mujeres hoy en día. 

Planteó que la problemática social que viven millones de mujeres padecen en el país son la violencia en el noviazgo, la brecha salarial, el acoso sexual y laboral, entre otros.

Alertó que la palabra “feminazi” ha tergiversado la definición que se tiene del feminismo, ante lo cual señala que “defender tus derechos como mujer, no te convierte en una persona violenta, sino todo lo contrario”.

“Mi objetivo es generar conciencia e inspirar a la sociedad para trabajar en conjunto por la equidad de oportunidades y derechos”, aseguró Jessica Fernández García. 

La activista originaria de Nuevo León mencionó que en México “una de cada tres mujeres ha sido acusada en su trabajo sin razón, que los hombres ganan 30% más que las mujeres; se cometen 10 feminicidios al día en el país y que cada 18 segundos hay una mujer violada”.

Jessica Fernández García produce un podcast llamado “Más allá de la rosa”, a través del cual  reafirma el empoderamiento femenino.

Con información via El Economista

SNTE acopia aparatos electrónicos para estudiantes en Oaxaca

Integrantes de la Sección 59 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), iniciaron este sábado una colecta de aparatos electrónicos, en apoyo a la educación de las niñas y niños de México.

Ricardo Mosqueda Lagunes, delegado especial de la gremial informó que la campaña tiene el apoyo de docentes, padres y madres de familia, sector productivo, empresarial y sociedad en general.

Precisó que los dispositivos acopiados serán entregados el próximo cinco de octubre, a los estudiantes que viven en las zonas rurales y urbanas de mayor rezago y pobreza en Oaxaca, para que tengan oportunidad de continuar su educación a través del Programa Aprende en Casa II.

La colecta de aparatos electrónicos es parte de la segunda fase de la iniciativa “Quédate en Clase 2020”, puesta en marcha el 10 de agosto pasado, por la dirigencia nacional de la gremial magisterial, “a fin de combatir la deserción escolar , y para que niños y niñas ejerzan  su derecho a la educación”.

En Oaxaca se tienen tres centros de acopio, con sede en Valles Centrales, la Cuenca del Papaloapan y la Mixteca.

El representante del SNTE aseguró que todas las aportaciones estarán inscritas en una base de datos, que incluirá la razón social o nombre del donador, apegada a la transparencia y legalidad.

Finalmente, invitó a la sociedad civil oaxaqueña a participar en el acopio de televisores, radios, computadoras, tabletas electrónicas y teléfonos celulares, nuevos o en buen estado, que hagan posible que alumnos y alumnas continúen su educación básica a distancia.

Con información de Excélsior Patricia Briseño