San Quintín, paraíso de explotación en BC contra jornaleros

Diariamente, de madrugada, camiones repletos de jornaleros agrícolas llegan a ranchos de San Quintín para ser ofrecidos por los enganchadores a los mayordomos como mano de obra barata, sin contrato, por pago de jornada laboral en efectivo, sin prestaciones de ley ni seguridad social.

Por la tarde, los trabajadores salen de los campos con la paga en sus bolsillos y el compromiso de acudir al día siguiente a los puntos de reunión que les indican los coordinadores. Éstos negocian con los mayordomos la paga de los entre 30 y 40 jornaleros que trasladan en cada autobús y una comisión para ellos.

Al bajar del camión, los trabajadores deben entregar una cuota a los enganchadores, quienes obtienen un doble ingreso por el trabajo ajeno.

A esta modalidad de outsourcing o subcontratación avalada por patrones y agroindustrias le llaman coloquialmente “saliendo y pagando”, una práctica común en el valle agrícola de San Quintín, ubicado en el sur de Ensenada, donde la vida laboral empieza a las cuatro de la madrugada.

En temporadas altas se usa este esquema en más de la mitad de las 80 empresas y ranchos agrícolas de San Quintín, incluidas agroindustrias estadunidenses como Berry Veg o la mexicana Los Pinos.

En un periodo normal, “saliendo y pagando” se aplica a por lo menos un tercio de los trabajadores de la región, donde laboran comunidades indígenas completas provenientes de Oaxaca, Guerrero o Durango.

Aquí no se aplica la reforma presidencial sobre la subcontratación, lamenta el Sindicato Independiente Nacional Democrático de Jornaleros Agrícolas (SINDJA).

Foto cortesía de El Regional del Valle

Para esta organización, surgida hace siete años y que ahora dio inicio a una fase de afiliación de empleados para buscar la titularidad de contratos colectivos, la práctica del “saliendo y pagando” cancela todos los derechos del trabajador y anula la responsabilidad del patrón.

La dirigente del SINDJA, Abelina Ramírez, aseguró que en los campos agrícolas los trabajadores se quejan de abusos, pero son pocos los que denuncian por el temor de sufrir represalias de los mayordomos, entre ellas perder la posibilidad de ser contratados de nueva cuenta.

Además, son comunes los despidos injustificados, los castigos y los descansos forzados, sobre todo cuando se organizan, porque tampoco “hay libertad sindical”.

Alejandro Arregui, secretario del Trabajo y Previsión Social del estado, precisó que las denuncias recurrentes en San Quintín son la omisión de registro ante los institutos Mexicano del Seguro Social y del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores, además del pago en efectivo, que incumple las disposiciones de ley, “no sólo en lo relacionado con los salarios, sino también con las prestaciones”.

El pago en efectivo no se ha erradicado porque hay ranchos y grupos de personas que prefieren esta modalidad aun cuando está al margen de la ley, planteó Arregui, y advirtió que se busca eliminarlo “con mucha concientización” de los patrones y sobre todo de los jornaleros, para que no se presten a esta práctica.

El funcionario dio a conocer la reciente puesta en práctica de una nueva estrategia de vinculación laboral que consiste en firmar convenios con los gobiernos expulsores de esa mano de obra para que envíen trabajadores agrícolas con la garantía de que contarán con prestaciones sociales en Baja California y evitar que los enganchadores traigan personal de esos estados para cubrir las necesidades de los valles agrícolas.

CON INFORMACIÓN VÍA LA JORNADA

En Canadá, sindicato capacita a jornaleros mexicanos sobre sus derechos laborales

Un grupo de al menos 50 trabajadores agrícolas del estado de México que trabajan temporalmente en Canadá viajaron a ese país cobijados por un sindicato privado que les otorgó capacitación sobre sus derechos laborales para garantizar su seguridad en el empleo durante su estancia en ese país.

El Sindicato de los Trabajadores de la Industria de la Alimentación y el Comercio de Canadá (UFCW) busca llevar la voz de los trabajadores agrícolas y desde agosto pasado implementó un programa piloto en el cual un grupo de trabajadores temporales, que se encuentra ya en Leamington, Ontario, recibió capacitación previa a su traslado para conocer sus derechos laborales, además de darles seguimiento durante su estancia a fin de que sus empleadores cumplan con su contrato laboral y las condiciones pactadas para su desempeño.

En entrevista con MILENIO, Paul Meinema, presidente del UFCW señaló en entrevista que se trata de los trabajadores también tengan voz.

Lo que nosotros intentamos lograr con este programa piloto es que nosotros podríamos conocer a los trabajadores desde antes de que salgan de México y que antes de que se vayan conozcan de sus derechos laborales y desde ese punto saber que pueden ir a solicitar ayuda de más formal. Podemos ayudarlos con el aprendizaje del idioma, facilitar comunicación con sus familias, pero lo más importante aquí es que antes de que se vayan conozcan cuáles son sus derechos”.

Explicó que el UFCW tiene centros de apoyo a los jornaleros, no solo mexicanos también de otras nacionalidades que tienen empleos temporales en Canadá. En estos sitios, los trabajadores encuentran el respaldo de asesorías que incluyen el idioma, la capacitación y principalmente el conocimiento de sus derechos laborales para evitar despidos injustificados que terminan en su repatriación.

Los últimos años hemos tenido la oportunidad de asistir a jornaleros mexicanos en distintos rubros, sus contribuciones para su programa de salud o de pensiones. Los trabajadores tienen que venir a algunos de nuestros centros para recibir información y atención como para servicios sociales o las pensiones para las cuales están contribuyendo con su salario y los derechos que tienen”, destacó el presidente de la UFCW.

“Cuando los trabajadores tiene el respaldo de un sindicato detrás de ellos, eso les da la ventaja de tener claridad sobre las temas que competen al trabajo que desempeñan. Es una medida que les permite que sus derechos en materia de acceso a la salud sean respetados, que sean tratados con justicia por las leyes del país. Las condiciones de los trabajadores son mejores cuando su voz está representada en la mesa con la industria para la que trabajan porque sus condiciones son mejores”, señaló.

Puso como ejemplo la pandemia por el covid y la serie de violaciones a los derechos laborales de que fueron víctimas muchos jornaleros a los que se les obligaba a trabajar aún con riesgo de estar enfermos , lo cual podría evitarse si contaran con la representación de un sindicato que defienda sus derechos como trabajadores.

Explicó que se busca que este programa piloto que se aplica con jornaleros provenientes del Estado de México pueda ampliarse, a través de un mecanismo de coordinación interinstitucional, en el que participen los gobiernos locales y la coordinación normativa de la Secretaría del Trabajo, a través del Servicio Nacional de Empleo, responsable de la selección de los trabajadores que son enviados a Canadá.

De acuerdo con el capítulo 23 del T-MEC, los trabajadores deben tener acceso al conocimiento de sus derechos laborales, a través de la capacitación, la asesoría, los estudios científicos y la colaboración institucional.

El Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales (PTAT) México-Canadá, nació en 1974 y desde entonces ha beneficiado a más de 28 mil trabajadores mexicanos de distintos estados de la República, mientras que la UFCW Canadá ha brindado protección y apoyo a los trabajadores agrícolas temporales, a través de los centros de apoyo.

CON INFORMACIÓN VÍA MILENIO

Investiga la CNDH presunta negligencia del IMSS en atención a jornalera en BC

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) abrió una investigación para determinar la responsabilidad del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en la presunta negligencia que sufrió una trabajadora agrícola, a quien –según denunció la propia indígena– no se atendió adecuadamente por la fractura de una pierna durante su jornada laboral en el rancho Los Pinos.

El 18 de octubre pasado, un visitador del organismo acudió a tomar declaración a Herlinda Santiago Martínez, una joven na savi (gente de la lluvia) que cada año viaja desde Cochoapa El Grande (en la Montaña alta de Guerrero) para trabajar en los campos agrícolas de San Quintín, donde el 23 de septiembre cayó en un surco al pisar un tomate podrido. Su pierna derecha golpeó contra un poste de metal que le partió el fémur en dos.

Apenas el 15 de octubre –tres semanas después del accidente– Herlinda fue operada en el hospital El Buen Pastor de San Quintín por un médico especialista integrante de la organización humanitaria Samaritanos del Aire, que viajó expresamente desde Arizona, Estados Unidos, con el material que se requería para atender a la jornalera.

La cirugía –sin costo para la trabajadora de 30 años– tuvo muy buenos resultados pese a que durante el tiempo transcurrido desde la caída no se le hizo intervención alguna, afirmó Florentino Solano, intérprete del testimonio de Herlinda, quien es monolingüe: sólo habla tu’un savi (la palabra de la lluvia, como denominan en su región al mixteco).

Solano, poeta mixteco oriundo de la Montaña alta de Guerrero y quien ganó este año la beca de creadores artísticos del Sistema Nacional de Creadores de Arte en letras en lenguas indígenas, consideró que posiblemente la fortaleza física de Herlinda ayudó a que hubiera una buena respuesta.

Ahora ella deberá esperar dos meses para empezar a caminar, apoyada con una andadera y quizás regresar al trabajo y a sus viajes anuales de más de 3 mil kilómetros desde la Montaña alta de Guerrero hasta San Quintín.

Violaciones a derechos lingüísticos y laborales

Además de la denuncia contra el IMSS por la desatención a Herlinda, tanto médica como a sus derechos lingüísticos (no habla español y no se le proporcionó un intérprete, por lo que apenas podía entender lo que pasaba gracias a un sobrino), está pendiente su situación laboral con la empresa para la que trabajaba, a la que exigen mantener sus derechos por haber sido un accidente laboral, explicó Florentino Solano.

En la entrevista, realizada el 18 de octubre en la vivienda que una paisana le ofreció luego de que –según la denuncia– la empresa agrícola Rancho Los Pinos dio por terminada la relación laboral, por lo que ya no tenía acceso al campamento El Vergel, donde vivía desde marzo pasado, cuando llegó a San Quintín, Herlinda relató que trabajaba en el deshoje de tomate cuando cayó y sufrió la fractura; una ambulancia de la empresa la llevó a la clínica 13 del IMSS del poblado Lázaro Cárdenas, donde le colocaron una venda y la enviaron al hospital regional número 8 del IMSS, en Ensenada.

Ahí permaneció 13 días sin recibir mayor atención médica e incluso salió con la misma venda, que ella se acomodó y amarró porque ya no aguantaba el dolor.

Relató que antes de que le asignaran una cama la mantuvieron tres días en un pasillo donde sólo le dieron unas pastillitas, y cuando la llevaron a un cuarto le pusieron una inyección en la panza, con una aguja amarilla.

Siguieron suministrándole pastillas para el dolor hasta el final de su hospitalización, el 5 de octubre, cuando salió de las instalaciones por su voluntad, ya que le habían anunciado que la operación se haría dos meses después.

La jornalera guerrerense consideró que en su casa estaría mejor durante los dos meses de espera para la cirugía, pero cuando se lo informó a las autoridades del IMSS éstas la convencieron de que se quedara dos días más porque ya tenían las piezas que se requerían para la intervención.

Esperó, pero el material no llegó, así que al abandonar el nosocomio –según contó– la amenazaron con que si volvía le iban a cortar la pierna.

También decidió irse del hospital regional número 8 del IMSS porque la comida no era suficiente. Somos de buen comer por el trabajo duro del campo, explicó Florentino Solano.

Mencionó que la Asociación de Mediadores Bilingües Interculturales, que también la asesora en el tema laboral, buscó una alternativa y gestionó la atención con Samaritanos del Aire, que respondieron de inmediato.

Sobre la condición laboral de Herlinda y sus familiares –una hermana y dos sobrinos–, Solano dio a conocer que Rancho Los Pinos busca una reunión; adelantó que la demanda es que a los parientes se les respeten sus derechos y a la jornalera se le restituyan, pues al regresar del hospital en Ensenada la hicieron firmar un cheque a manera de finiquito.

A la fecha, Herlinda Santiago Martínez sigue afiliada al IMSS. De hecho, el 26 de septiembre le validaron una incapacidad que podrá cobrar cuando acuda personalmente, pero está pendiente que la empresa asuma la responsabilidad por el accidente.

Lo que vivió la jornalera no sólo afectó su integridad, sino también la visita que cada año realiza a su tierra natal, un periplo de 43 horas desde San Quintín, donde permanece de seis a siete meses a fin de regresar a su pueblo para celebrar Día de Muertos y Año Nuevo. Al siguiente año vuelve a migrar. Así lleva ya 10 años.

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Seguridad social, principal demanda en San Quintín

En los ranchos agrícolas del Valle de San Quintín existen “grandes” problemas para los trabajadores, entre ellos el incumplimiento del reparto de utilidades, el pago de salario integrado y la contratación diaria, que se hace sin registro oficial, ni reconocimiento de los derechos laborales, señaló Abelina Ramírez, dirigente del Sindicato Independiente Nacional Democrático de Jornaleros Agrícolas (SINDJA).

Es “explotación” la que realizan las empresas, aseguró en entrevista la líder de esta organización sindical, creada durante la huelga de abril de 2015, cuando los jornaleros detuvieron la producción y paralizaron la carretera transpeninsular para exigir pago justo de jornada y de prestaciones, así como seguridad social.

Las demandas permanecen y adquieren otras dimensiones, como es el caso de los salarios integrados que conjuntan en el pago semanal el aguinaldo, vacaciones, séptimo día y hasta las utilidades, “lo que genera opacidad” tanto en sueldo como en las prestaciones de ley que se otorgan.

“En los talones de pago no se específica cada rubro, todo se compacta”, manifestó el secretario de organización del SINDJA, Lorenzo Rodríguez, y “es impensable”, dijo, calcular las utilidades, porque responden a una declaración ante la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) al final del año para su reparto en mayo, en caso de personas morales, y en junio, para personas físicas.

La mitad de las 60 ranchos que hay en San Quintín omitieron la distribución de utilidades y el resto dio cantidades “irrisorias” de 40 o 60 pesos, denunció Rodríguez, quien aclaró que solo dos patrones hicieron el pago conforme a la ley.

Éstos últimos otorgaron entre 12 mil y 15 mil por jornalero, pero se calcula, agregó, que en este caso se encuentran sólo 5 por ciento de las 40 mil personas que ofrecen sus servicios en la región; “ahorita, por incumplir, están en paro laboral varios ranchos, entre ellos Fragaria y Vijose” apuntó.

“Saliendo y pagando”, método de explotación

A diario, explican los representantes del sindicato independiente, llegan camiones con 60 u 80 trabajadores y un intermediario negocia con cada uno el pago de la jornada en 150, 200 o 300 pesos, sin papeles, ni registro o seguridad social.

Los miembros del SINDJA consideran que esta modalidad, conocida como “saliendo y pagando”, es una especie de outsourcing que explota a los jornaleros y evade las responsabilidades fiscales y laborales del patrón.

–¿Cómo explican que existan estas violaciones, no hay quejas ante las autoridades? se pregunta a Lorenzo Rodríguez.

–La explicación es simple pues, de manera histórica, las empresas agrícolas del Valle de San Quintín tienen registrados los contratos colectivos y las condiciones de trabajo, en su mayoría con los sindicatos de la Confederación de Trabajadores de México.

Aunque también los hay con la Confederación Regional Obrera Mexicana o la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos, los que han consentido las violaciones a los derechos laborales de jornaleros y jornaleras, por eso el SINDJA pide que se vayan.

El secretario del Trabajo y Previsión Social estatal, Alejandro Arregui Ibarra, reconoció el problema que representa el “pago en efectivo” en el esquema de “saliendo y pagando” que realizan las empresas para remunerar una jornada de trabajo en el Valle de San Quintín.

Para solucionar esta situación, dijo, además de hacer inspecciones, es determinante complementarlas con las denuncias de la gente.

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Federación y estado llaman a formalizar situación laboral de jornaleros del agroindustrial

Con el fin de trazar una ruta de trabajo hacia la formalización de trabajadores agrícolas en Michoacán, el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla y la secretaria de Trabajo y Previsión Social (STPS), Luisa María Alcalde Luján, encabezaron una reunión de trabajo con autoridades federales y representantes de la industria aguacatera para revisar los avances en materia laboral enfocados a este sector.

La reunión se realizó en la sede de la Asociación de Productores y Empacadores Exportadores de Aguacate de México (APEAM), con la participación también de Alejandro Salafranca Vázquez, titular de la Unidad de Trabajo Digno en la STPS; y los subsecretarios de la Secretaría de Desarrollo Económico, Rubén Medina González, y Juan Pablo Puebla Arévalo.

En su intervención, el gobernador urgió a productores y empacadores de aguacate michoacanos a dar cumplimiento a las disposiciones de la Ley Federal del Trabajo, no sólo para saldar una deuda histórica con los jornaleros, sino también para cumplir con las nuevas disposiciones  del Tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

“La formalización de los trabajadores es la única forma de redistribución de la riqueza y de hacer justicia social. Esta industria tan importante debe seguir siendo orgullo nacional, pero cumpliendo con la ley”, afirmó.

Al respecto, la titular de STPS explicó que se trazaron tres criterios específicos para la industria aguacatera y berries de exportación: el primero de ellos es la prohibición de subcontratar a los trabajadores para actividades esenciales para las empresas y no especializadas.

Explicó que en el segundo criterio se considera que la actividad del corte de la fruta no es especializada, por lo tanto, no se permite la contratación de jornaleros agrícolas a través de empresas intermediarias.

Como último criterio se estableció que si puede haber empresas que operen como agencias de empleo o intermediarios en el proceso de contratación de personal, además podrán participar en el reclutamiento, selección, entrenamiento, capacitación, y hasta transportación, siempre y cuando estas empresas no se consideren patrones.

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Arrancan Sedeco y STPS estrategia para la formalización del empleo agrícola en Michoacán

Con la entrega de credenciales y chalecos de identificación a las brigadas de inspectores, los gobiernos estatal y federal pusieron en marcha la estrategia de formalización de empleo agrícola en Michoacán.

En reunión de trabajo en la que participó el titular de la Unidad de Trabajo Digno de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), Alejandro Salafranca Vázquez, el secretario de Desarrollo Económico, Alfredo Anaya Orozco expresó que la riqueza generada por el sector agrícola debe “escurrir” a la base de la pirámide, a los trabajadores.

Refirió que la entidad cuenta con 2.1 millones de personas que son económicamente activas, de las cuales menos de 500 mil cuentan con seguridad social, por lo que, recalcó, la formalización del empleo es un requisito para salir del subdesarrollo.

“Michoacán debe ir de la mano con el gobierno federal”, insistió el funcionario estatal, y celebró el trabajo conjunto que se hará en esa materia.

Por su parte, Alejandro Salafranca dijo que el objetivo fundamental de la estrategia es ir a sectores muy productivos que no brindan empleos formales, toda vez que está comprobado que el reparto de riqueza en el mundo se da básicamente con salarios dignos y seguridad social.

El funcionario federal dijo al personal que México busca alcanzar datos de formalidad parecidos a países de la región como Chile y Colombia.

El personal verificará aspectos de seguridad e higiene, capacitación y adiestramiento, y condiciones generales de trabajo, ello en cumplimiento a lo establecido en la reforma laboral y en el Tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

En la reunión de trabajo participaron también el subsecretario del Trabajo y Previsión Social de la Sedeco, Juan Pablo Puebla Arévalo y la directora de Previsión Social, Yunuén Mejía Béjar.

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¿Dónde están los niños jornaleros?

Hace ocho años en el Valle de San Quintín miles de jornaleros cerraron la carretera transpenínsular para demandar cosas muy sencilla: cese al trabajo infantil y al acoso sexual a las mujeres en los surcos, así como aumento salarial. La protesta de los trabajadores del campo fue sofocada por el gobierno del estado. 

Los obreros agrícolas lograron que las niñas y niños dejaran los surcos, pero ahora enfrentan otro problema mayor: la falta de guardería infantiles. El cuidado de los niños queda a cargo de los hermanos mayores, de algún familiar o vecinos, que en muchos de los casos los niños o adolescentes terminan como víctimas de violencias o abusos sexuales. 

Un día, una profesora que pidió reserva de su identidad contó: “Se han incrementado casos de violencia física y sexual en niños y niñas. Los que presentan problemas más graves son niñas y niños de tres a catorce años. La tasa de población de doce a catorce años tienen primaria incompleta”. 

Las desigualdades que enfrentan las jornaleras y jornaleros ponen en riesgo el desarrollo integral de sus hijos por su condición indígena. A la población indígena que viaja de Guerrero, Chiapas y Oaxaca se les limita acceso a la educación y derecho a una identidad pertinente con entorno cultural de origen.

El bajo salario que reciben los trabajadores obliga a muchas madres de familia a incorporarse como jornaleras en los campos agrícolas. El 69 por ciento de niños de trece y catorce años que trabajan en los campos de San Quintín no tienen acceso a derechos fundamentales como: alimentación, salud, familia, justicia y el uso de su lengua materna. 

La falta de espacios recreativos deportivos y culturales ha llevado a los jóvenes a la drogadicción, y embarazos prematuros en mujeres adolescentes. Este problema pone en mayor conflicto a los padres adolescentes, porque tienen que enrolarse en el campo laboral, pero no se les permite trabajar por ser menores de edad. 

Otros problemas que enfrentan los jornaleros que trabajan en los campos de San Quintín son la transición demográfica y económica, que como consecuencia ha modificando la relación familiar. La mujer asume obligaciones laborales que ponen en riesgo su estado de salud, durante el embarazo o lactancia.

San Quintín no solo enfrenta el problema de los jóvenes, sino que también afecta a las familias que tienen que sortear la suerte todos los días para tener agua en su vivienda. En las comunidades de este municipio de nueva creación también tienen que caminar a oscuras porque no hay electricidad. 

Sin embargo, los colonos no tienen red eléctrica porque no tienen posesión de los terrenos donde están asentados. La tarea es la legalización del terreno para que las familias indígenas y migrantes puedan tener acceso al agua, electricidad y construyan vivienda digna. 

Uno de los programas de los gobiernos estatal y federal sería la legalización del dominio de la tierra, así como aperturas de guarderías, espacios recreativos y atención directa hacia los jóvenes sin dejar de lado el aumento salarial. Si esto no ocurre en estos años que le falta al actual gobierno federal, entonces habrá una deuda pendiente. 

Se requiere dar acompañamiento a los 90 mil migrantes que viven en el Valle de San Quintín como: Díaz Ordaz, Benito Juárez, Emiliano Zapata, donde la población indígena rebasa el 40 por ciento. Los ñuu savi (mixtecos) de Oaxaca y Guerrero es la población más numerosa, le siguen los trinquis, nahuas, zapotecos de Oaxaca. 

Debe de partir desde el diseño de políticas públicas para acabar con la discriminación, la explotación laboral por los empresarios agrícolas en el Valle de San Quintín. Es momento de que la justicia llegue para los jornaleros que hace siete años exigieron no quedar en el olvido.  Porque los niños siguen esperando que la justicia les llegue. 

CON INFORMACIÓN VÍA PIE DE PÁGINA

Senado legaliza trabajo de jóvenes menores de edad en el campo

El pleno de la Cámara de Senadores aprobó reformas a la Ley Federal del Trabajo para legalizar el empleo de los jóvenes de entre 15 y 18 años en actividades agropecuarias de bajo riesgo e incluir un nuevo capítulo en materia de derechos laborales de las personas con discapacidad.

Por unanimidad, los senadores adicionaron el artículo 176 que establece: “Para los efectos del trabajo de los menores, además de lo que dispongan las leyes, reglamentos y normas aplicables, se considerarán como labores peligrosas o insalubres’’ aquellas “que impliquen exposición a labores agrícolas, forestales, de aserrado, silvícolas, de caza y pesca’’, que incluyan “el uso de químicos, manejo de maquinaria, vehículos pesados, y los que determine la autoridad competente;’’

Desde la tribuna, el senador Ricardo Monreal Ávila, presidente de la Junta de Coordinación Política (JCP) de la Cámara alta y coordinador del grupo parlamentario del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena), calificó el cambio legal como de “gran importancia’’ porque beneficiará a los adolescentes y permitirá atender una serie de factores sociales que inciden en el futuro de dicho sector social.

“Una reforma que, por sus consecuencias y efectos, permitirá alejarlos de la tentación de sumarse a las actividades ilícitas en las que son fácilmente capturados por las organizaciones criminales y les permitirá integrarse a una actividad laboral digna, con gran influencia familiar’’. El decreto fue remitido al Ejecutivo federal para su eventual promulgación y vigencia.

Los cambios al artículo 132 de la referida ley para remover las barreras que impiden la participación laboral de las personas con discapacidad e incluir un nuevo capítulo en la materia, tendrán aún que ser revisados por los diputados.

La minuta remitida a la Cámara baja establece la obligación de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social para que, en coordinación con las autoridades de trabajo en las entidades federativas, desarrolle programas dirigidos a promover políticas públicas, el acceso a bolsas de trabajo y fomentar la inclusión laboral de las personas con discapacidad.

CON INFORMACIÓN VÍA EL ECONOMISTA

PERSPECTIVAS_ Para no dejar a nadie atrás, presupuestos dignos para el campo mexicano

A casi dos años de que empezara la pandemia por COVID-19 despierto, voy al tianguis a comprar mi mandado de la semana, encuentro jitomates, frambuesas, elotes, zarzamoras y variedad de cítricos, todos productos cultivados por manos de personas jornaleras agrícolas mexicanas. Prendo la radio y escucho sobre la propuesta de presupuesto de egresos de la federación (PEF) ¿habrá aumentos presupuestarios destinados para la importante labor que es alimentar a miles de familias mexicanas?

No hay duda de que el campo es el sector que le da seguridad alimentaria a todo el país. En México, como en casi todo el mundo, la pandemia tuvo efectos adversos en casi todos los sectores económicos, sin embargo y contra todo pronóstico, la producción agropecuaria y pesquera del año agrícola 2020 presentó un crecimiento anual del 1%, y para el año 2021 se estima un incremento de al menos la misma magnitud. La productividad de este sector habla de que miles de personas jornaleras agrícolas no pararon y muchas de ellas viajaron desde sus comunidades de origen en Guerrero hasta Baja California Norte, en condiciones de hacinamiento y sin las medidas de seguridad por la pandemia. 

El Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación para el 2022 (PPEF) que se presentó el pasado 8 de septiembre a la Cámara de Diputados incluyó al campo mexicano en las 12 acciones prioritarias del Estado, alineado al discurso presidencial no dejar a nadie atrás, no dejar a nadie afuera.  Sin embargo, una vez más ha dejado de lado a quienes hacen que tengamos alimentos en nuestras mesas y que han hecho que el sector agrícola no haya descendido en este último año. Las y los jornaleros agrícolas han sufrido la exclusión y el olvido de los gobiernos en México, sin importar la camiseta que traigan puesta, las personas trabajadoras agrícolas siguen sin ser beneficiarias por los programas sociales y prioritarios actuales, ni por las dependencias que deberían de tenerles en el centro.

Las prioridades del Estado mexicano se reflejan en el destino que tienen los recursos presupuestarios, por lo que reconocer el valor del trabajo en el campo debería reflejarse en el aumento presupuestario a programas que contribuyan a mejorar la calidad de vida de las y los trabajadores agrícolas, así como en el desarrollo de estrategias para que la implementación de los recursos responda al contexto de las poblaciones que están destinados a beneficiar.  

La desaparición del Programa de Atención a Jornaleros Agrícolas (PAJA) en el 2019 dejó un vacío que el gobierno no ha podido cubrir. Además de que las estrategias para que los apoyos universales de los Programas prioritarios lleguen a las personas jornaleras son insuficientes pues aún no toman en cuenta la naturaleza de su labor, la cual requiere de una constante movilidad a lo largo y ancho de la República mexicana.

A su vez, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social necesita de presupuesto para poder llevar a cabo con éxito el Programa de inspecciones a empresas y campos agrícolas, mismo que debería dar garantía del cumplimiento a la normatividad que protege los derechos laborales de las personas trabajadoras del campo, en un medio plagado por la impunidad y las violaciones a los derechos humanos. Sin embargo, para el 2022, la propuesta de presupuesto prevé una disminución de 2.5% en los recursos asignados a la Dirección General de Inspección Federal.

En la propuesta del PEF para 2022 no se tiene evidencia que la SADER tenga contemplado recursos para la realización del Padrón Único de Jornaleros, anunciado desde 2020, ya que desde hace más de once años no se sabe cuántas personas son jornaleras en el país. Este ejercicio es primordial para conocer la totalidad de población jornalera, así como las necesidades específicas que ésta requiere para su atención. 

El escenario es complejo, pues no solo existe la necesidad apremiante de presupuesto para que las instituciones encargadas de garantizar y proteger los derechos de las personas jornaleras y sus familias puedan llevar a cabo estas labores, también está la de la creación de programas específicos que atiendan las múltiples problemáticas a las que se enfrentan las personas jornaleras agrícolas.

Desde Fundar, llamamos a que el PEF 2022 considere la suficiencia presupuestaria para la atención al campo y a quienes lo laboran. Dejar a la deriva el sector agrícola sería un peligro para la producción y abastecimiento de alimentos, así como para la dignidad de las personas jornaleras. 

CON INFORMACIÓN VÍA PIE DE PÁGINA

Jornaleros de San Quintín rechazan salario integrado

El gran problema de los jornaleros agrícolas del Valle de San Quintín es que reciben sus salarios con las prestaciones integradas, por lo que el monto por día parece justo, pero no lo es, asegura Lorenzo Rodríguez, dirigente del Sindicato Independiente Nacional Democrático de Jornaleros Agrícolas (Sindja), organización con 5 mil afiliados.

Se estima que de Colonet a Rosario, poblados de San Quintín, trabajan 50 mil jornaleros agrícolas, con un salario de 213 pesos al día, pero la cantidad es engañosa porque ahí ya vienen integradas vacaciones, prima vacacional y aguinaldo, lo cual es ilegal, reitera el dirigente oriundo de Tlaxiaco, Oaxaca, quien migró al sur de Baja California hace tres lustros cuando apenas tenía 15 años.

Poco se ha avanzado, señala, desde aquel 17 de marzo de 2015, cuando miles de jornaleros cerraron la carretera Transpeninsular, ranchos, centros de empaque de hortalizas y frutas para exigir un salario diario de 300 pesos, afiliarlos a la seguridad social, la construcción de un hospital y cese del acoso sexual a jornaleras.

A cinco años de aquellos hechos, agrega, se ha avanzado poco, aunque hay un antes y un después del 17 de marzo, pues pagaban el día entre 90 y 100 pesos, la atención del Instituto Mexicano del Seguro Social no era para todos, los incluían como trabajadores temporales aunque fueran permanentes, expresó.

Para Rodríguez, el cambio tangible entre los jornaleros en esta región del país es la mentalidad y el conocimiento de sus derechos. La organización empieza a tomar forma, es más ordenada, consideró.

Se organizó un sindicato, después se dividió el movimiento y surgió otra organización, aunque desde 2020 los trabajadores empezaron a participar y a organizarse en cada centro de trabajo para exigir sus derechos, como se refleja en los paros laborales en San Marcos Invernaderos, Agrícola Colonet, Dos Mares, Berrymex y Gavaro Produce, donde recientemente indemnizaron a tres mayordomos.

El salario integrado es ilegal, por lo que hemos exigido que no incluya prestaciones básicas, aguinaldo ni utilidades. Señala que en despidos o renuncias han logrado que se reconozca la división entre sueldo y prestaciones en beneficio del jornalero.

“Hay avances en la atención de la Secretaría del Trabajo y porque varias empresas acataron los acuerdos y ahora buscamos una salida conjunta para resolver de fondo la cuestión salarial.

La empresa Agrovida pasó de pagar 240 pesos de salario diario a 260 esa podría ser la base para exigir un incremento salarial, pero en el fondo buscamos eliminar el salario integrado, señaló.

Sigue vigente la demanda de cesar el acoso a jornaleras en los campos del Valle de San Quintín, reconoció y expresó que falta mayor participación de las propias mujeres para encausar la lucha e impulsarla de manera colectiva, aunque es complicado por el miedo a denunciar y que los patrones las acusen de alborotar.

En ese contexto, ponderó el surgimiento de la organización Mujeres Unidas en Defensa de las Jornaleras Agrícolas Indígenas que atienden casos de violencia doméstica.

Además del salario integrado, en los campos aún subsiste el maltrato, la discriminación, la falta de servicios –en algunos casos no hay baños ni agua–, son asuntos que debemos resolver de raíz, dijo el dirigente. Hay jornaleros que tienen en la misma empresa hasta 27 años y no gozan de prestación ni le reconocen antigüedad.

Juventino, un jornalero de Colonet, fue el primero en jubilarse en San Quintín luego de una revisión a fondo porque la empresa tenía contabilizadas sólo 200 semanas, pero él tenía sus recibos de pago y pudo demostrar los años trabajados. Logró jubilarse en 2020

Con información vía La Jornada