PERSPECTIVAS_ La productividad es la receta para un mundo que envejece

En la primera década del siglo XXI llamaron la atención algunos países cuyas expectativas de crecimiento destacaban en comparación al resto del mundo. Conformado por Brasil, Rusia, India y China y posteriormente Sudáfrica, se les conocieron como BRICS, el término que los identificó como economías emergentes y con potencial de crecimiento.

La historia de los BRICS puede resumirse por el increíble ascenso de China, seguido de India, y por el uso eficiente de sus recursos. En este sentido, se puede definir que el crecimiento potencial de un país está dado por los factores de capital, trabajo y productividad.

En aquella época estos factores de producción parecían estar en un punto óptimo para el crecimiento de estos países, pese a esto, aquellos que han logrado establecer su presencia dentro del orden económico mundial han sido los que implementaron políticas orientadas a robustecer la productividad de sus recursos como China e India, Hacia adelante, este factor ganará relevancia.

Sin embargo, recientemente, ha surgido una amenaza para una de estas nuevas potencias. De acuerdo al Buró Nacional de Estadística, China tenía 1.41 billones de personas al final del 2022, cayendo 850,000 vs. 2021. Desde 1961 no registraba un declive en su población.

Durante años, el crecimiento demográfico de China le permitió gozar de impulso económico al contar con una amplia oferta de mano de obra barata, y desde 2012, su población en edad de trabajar comenzó a contraerse y continúa hasta ahora. La salida abrupta de la política tolerancia cero al COVID-19 ha traído consigo numerosas muertes, sin embargo, los datos oficiales indican que dichos decesos no se ven reflejados en los números poblacionales.

En 2016 la política de un solo hijo (introducida en 1980) fue removida y en 2021 cambió a una política de tres hijos por pareja. Este cambio de régimen, acompañado de incentivos fiscales y mayor tiempo de maternidad ha tenido poco éxito. Muchos especialistas sugieren que la razón del declive es el claro deseo de no reproducirse.

De 1960 a la fecha, la tasa de fertilidad en el mundo, la cual mide el número de hijos que una mujer espera tener durante su vida ha caído a la mitad, de 5 a 2.4, ligeramente por encima de la tasa de reemplazo – la tasa a la cual la población se mantiene constante – de 2.1.

Adicionalmente, la población ha envejecido y la proporción de retirados a personas en edad de trabajar ha incrementado. Esto se debe en gran parte, a que la esperanza de vida en el mundo se ha incrementado de 51 a 72 desde 1960.

El declive de las sociedades presenta retos sociales significativos, uno de ellos es que cada vez hay menos personas en edad de trabajar para proveer a aquellos que están retirados, lo que indica mayores impuestos o menor gasto en jubilados.

En China se espera que para 2050 la edad media de la población sea de 51 años, 12 años más que la actual. Una China más vieja deberá de trabajar más duro para conservar su estatus económico o deberá ser más eficiente, es decir, contar con mayor productividad.

Por otro lado, hay países que gozan del dividendo poblacional. India, que acaba de sobrepasar a China como el país con mayor población en el mundo con 1.417 billones de personas (de acuerdo con la ONU), se espera que alcance 1.67 billones para 2050, mientras que para China se espera que su población se contraiga a 1.31 billones de personas.

Los efectos de un declive en los fundamentales demográficos de un país respecto a inversiones es relevante. Los fondos de pensiones necesitarán buscar mayores fuentes de retorno para hacer frente a las obligaciones de los retirados, poniendo presión al alza a las tasas reales del país o incrementar la edad de retiro, algo que podría traer consigo un descontento social.

La productividad de los países es uno de los factores más importantes para continuar y asegurar su crecimiento. La búsqueda de retorno y mayores tasas reales de inversión incrementa el costo del capital de las compañías, volviendo más complicado financiar proyectos de inversión. Además, con una menor oferta de mano de obra, la tasa de crecimiento potencial del país se contraería. En el neto, a no ser que los países que enfrentan un declive poblacional se vuelvan más eficiente en sus formas de producción, hacía adelante se podrían encontrar con menores retornos esperados sobre inversión.

CON INFORMACIÓN VÍA EL ECONOMISTA

PERSPECTIVAS_ ¿Las telecomunicaciones tienen ideología?

¿Las telecomunicaciones tienen ideología? ¿Existen infraestructuras de banda ancha liberales o redes de telecomunicaciones socialistas? ¿Hay Internet de Izquierda y de derecha?

Las redes, tecnologías y servicios digitales son “neutrales”, pero las políticas públicas pueden tener una orientación ideológica hacia una mayor o menor intervención del Estado en el mercado.

Previo a los procesos en todo el mundo de privatización y liberalización de las empresas de telecomunicaciones en los años 80 y 90, las compañías pertenecían y eran operadas por el Estado, pero eso no les imprimía una orientación socialista o de izquierda. Eran parte de un Estado de bienestar que se agotó ante el advenimiento del neoliberalismo.

En cambio, la venta y privatización de las empresas telefónicas públicas sí fue una ola ideológica, política y económica que cambió la orientación hacia el predominio del mercado y la inversión privada en el sector.

De forma esquemática -pero no necesariamente precisa y real- la izquierda se orienta hacia el estatismo y la derecha hacia el mercado. La caricatura ideológica sostiene que el Estado es ineficiente en la administración y operación de empresas y que el mercado es eficiente.

Estados Unidos es el paradigma de empresas de telecomunicaciones privadas y comerciales donde el mercado dicta las directrices. Existe una intensa competencia auspiciada por el Estado y los reguladores. Los consumidores tienen diversas ofertas para contratar sus servicios. Los operadores pagan fortunas por el acceso al espectro radioeléctrico. Este modelo es el imperante en el mundo.

Al mismo tiempo, Estados Unidos tiene uno de los programas públicos de universalización de la banda ancha más robustos. En 2020 destinó 9,200 millones de dólares para banda ancha rural para conectar a 20 millones de estadounidenses que no tienen servicios de calidad, pero esos subsidios millonarios envidiables no lo convierten en un gobierno izquierdista.

China es el paradigma opuesto: el Estado planifica la economía de forma centralizada y es dueño de los operadores telecom, pero los hace competir en el mercado para que la población tenga acceso a los servicios. El Estado otorga de forma gratuita las frecuencias para que las inversiones, las redes y los servicios se desplieguen de forma masiva y veloz, incluidas las zonas rurales.

Ambos países y modelos económicos reconocen que las redes de telecomunicaciones, la banda ancha y la conectividad son estratégicas para el desarrollo y la competitividad de sus economías. Ambas naciones están convencidas de que las redes 5G son fundamentales para automatizar los procesos productivos. Por ello, sus gobiernos y empresas sostienen una tensa confrontación tecnológica y geopolítica por liderar 5G.

Tanto el socialismo chino como el capitalismo estadounidense están orientados al mercado y la expansión global de sus empresas tecnológicas y de Internet. Ambos son proteccionistas de sus empresas e inversiones. Ambos modelos se preocupan porque la mayoría de su población tenga acceso a las tecnologías digitales y esté conectada a la banda ancha.

América Latina enfrenta una oleada de gobiernos de izquierda. Argentina, Bolivia, Colombia, Cuba, Chile, Honduras, México, Nicaragua, Perú y Venezuela comparten esta ideología y pintan de rojo las políticas digitales y de telecomunicaciones del continente.

Hoy los gobiernos de izquierda en la región rigen a más de 408 millones de latinoamericanos (62% de la población). Si se sumara Brasil con la elección de octubre, serían otros 218 millones para alcanzar la impresionante cifra de 626 millones (95%). Este apabullante porcentaje puede reconfigurar el panorama de las telecomunicaciones y las políticas digitales y tecnológicas en América Latina.

Los gobiernos de izquierda coinciden en que el Estado debe tener una mayor participación tanto en la regulación del mercado como en la propiedad de las empresas de telecomunicaciones. Les preocupa el acceso social a Internet, reducir la pobreza y la desigualdad. Su visión es precisamente social e inclusiva y buscan cerrar la brecha digital con empresas públicas.

Argentina, Cuba, Bolivia, Honduras y Venezuela tienen empresas estatales de telecomunicaciones, pero también Costa Rica y su operador es el líder en el mercado. En Colombia el Estado es socio de uno de los principales operadores móviles privados (Telefónica).

En Cuba las redes no están plenamente desarrolladas por el embargo económico impuesto por EE.UU y se dice que no existe una Internet libre. En Venezuela predominan las noticias sobre cortes y suspensiones del servicio y tiene el Internet más lento de la región. Colombia, habiendo tenido gobiernos de derecha, su mercado es uno de los más distorsionados por la intervención estatal.

Durante los gobiernos de izquierda de Lula da Silva y Dilma Rousseff en Brasil se dió un fuerte impulso a las inversiones privadas en telecomunicaciones como parte de sus compromisos deportivos (Juegos Olímpicos y Copa Mundial de la FIFA).

Recientemente, México creó una empresa estatal denominada CFE Telecomunicaciones e Internet para Todos para conectar zonas apartadas y proveer de conectividad a espacios públicos y población sin acceso a servicios de telecomunicaciones, pero con un presupuesto público limitado.

El discurso presidencial dice que primero los pobres, pero el gobierno no destina un solo centavo ni subsidios públicos a programas de acceso universal a Internet, desapareció la Subsecretaría de Comunicaciones responsable de diseñar las políticas públicas de inclusión digital y ataca al regulador autónomo de las telecomunicaciones.

Chile es el líder en digitalización en América Latina y su mercado privado de telecomunicaciones ha hecho inversiones históricas para conectar a la mayoría de la población sin políticas extravagantes. Pero su nuevo presidente de izquierda, Gabriel Boric, piensa en crear una empresa estatal.

China, EE.UU y muchos otros países son congruentes con sus políticas de telecomunicaciones y digitales independientemente de la ideología del Estado; entienden la tecnología como una herramienta para el desarrollo, el crecimiento y la competitividad, aunque conduzcan su destino digital por la izquierda o por la derecha.

América Latina enfrenta una esquizofrenia ideológica y políticas públicas digitales inconsistentes e incongruentes con el derecho humano de acceso a Internet, tanto de izquierda como de derecha, con frecuencias del espectro onerosas, fondos de acceso universal subutilizados, redes mayoristas ineficientes y regulación exorbitante.

CON INFORMACIÓN VÍA EL ECONOMISTA

PERSPECTIVAS_ Vive el mundo una urbanización estúpida y sin sentido: David Harvey

Vivimos en el mundo contemporáneo “una urbanización estúpida y sin sentido”, afirmó el geógrafo, urbanista y teórico social marxista David Harvey en el Foro Internacional Cultura, Ciudad y Territorio, efectuado este martes en la Ciudad de México.

Como parte de su conferencia magistral Ciudad, cultura y territorio. Diálogos en torno a la cultura de paz, con la que se inauguró dicho encuentro organizado por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, el intelectual británico afirmó que hoy día prevalece un boom de construcción destinado a los sectores más privilegiados e influyentes.

“Por lo que la forma de cumplir con esta economía predica sobre la producción de urbanización estúpida y sin sentido. Y les apuesto que pueden salir y mirar alrededor de la Ciudad de México y encontrar cientos de construcciones iguales.”

El pensador se preguntó qué pasaría si en ciudades como Nueva York o la de México se tomaran “todos esos lugares absurdos y simples” y los destinaran al beneficio de la gente, de la población.

“¿Qué tipo de urbanización crearía eso, cómo funcionaría, qué podría hacerse con ella al retar a esa circulación de la capacidad laboral, cómo lo haría?”, remarcó David Harvey, quien consideró que tales interrogantes son las que debería tener en mente el trabajador emancipado.

En su opinión, los académicos e intelectuales comprometidos tienen el desafío de liberar a las sociedades de esas concepciones fetichistas representativas.

“Varios han sido capturados por los neoliberales en cantidades grandes, aún no han tenido resultado mayor, se rehúsan a retirarse hasta ahora, pero es el punto en que estamos, y me pareciera que su pensamiento, o al pensar en estos procesos de la manera en que son, se podría formular algún tipo de alcance o de urbanización adecuada para la gente”, concluyó.

CON INFORMACIÓN VÍA LA JORNADA

PERSPECTIVAS_ “¿Alguien ha visto la Web3?”: Elon Musk vuelve a mostrar escepticismo sobre la nueva versión de Internet

El director ejecutivo de Tesla y Space X, Elon Musk, aparentemente ha vuelto a criticar la idea de la Web3, la nueva generación de Internet que se basaría en la descentralización de la información.

“¿Alguien ha visto la Web3? No la encuentro“, escribió Musk este martes en su cuenta de Twitter. La Web3 o Web 3.0 es la idea de que una versión descentralizada de Internet, que algunos piensan que podría utilizar la tecnología criptográfica, acabará sustituyendo a la Web 2.0, la Red actual que utilizamos.

Además, se cree que la nueva versión de Internet terminará con la hegemonía de gigantes tecnológicos como Google o Facebook, que han centralizado su poder sobre los datos y contenidos de los usuarios.

Una “palabra de moda”

Sin embargo, Musk considera que esa nueva tecnología por venir es solo una “palabra de moda”. “No sugiero que la Web3 sea real —de momento parece más bien una palabra de moda de ‘marketing’ que una realidad—, simplemente me estoy preguntando cómo será el futuro en 10, 20 o 30 años. ¡2051 suena locamente futurista!”, tuiteó previamente el magnate, mientras que a inicios de diciembre afirmó que la Web3 “suena a mierda“.

En respuesta al tuit de Musk de este martes, el cofundador y exdirector ejecutivo de Twitter, Jack Dorsey, comentó que la Web3 se encuentra “en algún lugar entre la a y la z“, en referencia a la firma estadounidense de capital de riesgo Andreessen Horowitz, también conocida como ‘a16z’.

Dorsey también había criticado la idea de la Web 3.0, insinuando que no sería una red descentralizada ni controlada por los usuarios, sino que estaría en poder de grandes compañías como Andreessen Horowitz, que han hecho importantes inversiones en empresas de cifrado.

CON INFORMACIÓN VÍA RT-NOVOSTI

PERSPECTIVAS_ Empleabilidad y competencias digitales, ¿la nueva brecha?

En el último año y medio hemos vivido una transformación digital radical en nuestras sociedades y economías que, en muchos casos, ha evitado que nuestro mundo esté de cabeza debido a las medidas de contingencia adoptadas ante el Covid-19. De acuerdo con el Pacto Digital de Telefónica Movistar, en las primeras semanas de confinamiento se avanzó en la digitalización lo que en otro momento hubiera tomado un lustro.

El contexto actual nos ha retado a todos, pero también nos ha mostrado que, gracias a los avances en materia de conectividad, la comunicación entre las personas se mantuvo prácticamente intacta y, gracias a la digitalización, una gran parte de las empresas pudo mantener sus operaciones.

Sin embargo, también esta pandemia y el consecuente confinamiento hicieron evidente la desconexión de millones de personas y las desventajas sociales, económicas e incluso de seguridad que esto les produjo. Se subrayó lo que ya sabíamos: en México existe una brecha digital importante con efectos aterradores para aquellos sumergidos en ella.

Cuando hablamos de brecha digital, solemos únicamente pensar en conectividad, sin embargo también deben considerarse otros indicadores fundamentales para lograr sacar el máximo provecho de las ventajas que trae consigo la transformación digital: las habilidades o capacidades con las que cuentan las personas para utilizar los servicios de telecomunicaciones a los que tiene acceso y obtener beneficio de las Tecnologías de Información y la Comunicación (TIC), las consideraciones de privacidad y seguridad, así como la falta de equipamiento adecuado, entre otros.

Al interior de las compañías también es posible palpar estas brechas digitales, al presentarse una gran diferencia en la rapidez necesaria de adopción de la transformación digital en la empresa, comparada con la adopción de ésta en las personas que conforman los equipos de trabajo. Los mercados laborales se están transformando rápidamente, cada vez surgen con mayor rapidez profesiones que no existían hace pocos años, como los analistas de Big Data, expertos en cloud computing, desarrolladores de apps, y de las nuevas tecnologías como: IoTedge computingblockchain, entre muchas otras.

Se debe realizar un verdadero análisis y reformular la formación para satisfacer las necesidades del mercado laboral, lograr una mayor inclusión y abrir oportunidades. Randstad en el informe “Talent Trends Report 2019” señaló que el 85 por ciento de los empleos que existirán en 2030 aún no se han inventado y de acuerdo con el Foro Económico Mundial (WEF), en un par de años, al menos el 54 por ciento de los trabajadores actuales necesitarán una recualificación y una mejora de sus competencias.

La digitalización que estamos viviendo abre nuevas oportunidades de aprendizaje, basadas en la universalización y democratización del acceso al conocimiento, al que ahora es posible acceder a través de cursos, plataformas y programas de formación gratuitos que conectan a las personas con la nueva empleabilidad. Un ejemplo es el programa Conecta Empleo de Fundación Telefónica Movistar que promueve la igualdad de oportunidades, empodera a sus beneficiados con conocimientos y capacidades para la nueva era digital que sientan las bases para un crecimiento económico sostenido.

Está en nuestras manos, como sociedad, empresas y gobierno, aprovechar todo el potencial que brinda la tecnología para poner a las personas al centro, crear una sociedad más justa, inclusiva y sostenible a través de la educación, pilar fundamental de lo que somos y en lo que nos convertimos.

CON INFORMACIÓN VÍA EL FINANCIERO

PERSPECTIVAS_ La revelación del feudalismo digital: ¡Trabajen la tierra que les doy!

La pandemia ha dado pie a una serie de procesos que, o se habían retrasado o, en su defecto, no se tenían contemplados para el año pasado, dejándonos vacunas contra un virus desconocido. Dichos procesos han traído consigo cambios en sectores como el laboral y el de las telecomunicaciones, el aprovechamiento de herramientas antes exclusivas (como las videoconferencias) y el crecimiento de medios digitales mediante la conectividad; de forma que la libre expresión en los medios digitales ha sido una materia fundamental para mantenernos informados más allá de lo dicho por los medios tradicionales.

 

Lo remarcado anteriormente nos indica que la digitalización ha tenido un papel protagónico durante estos meses. Las herramientas digitales y la conectividad han permitido la continuidad del trabajo de millones de personas. Gracias al sector de las telecomunicaciones,hemos podido mantener en movimiento a ciertas industrias y si bien es cierto que no todos los empleos se pudieron salvar por este medio, la realidad nos dice que este momento se iba a dar con o sin pandemia; además, el capitalismo buscaría tarde o temprano la manera de reducir las nóminas empresariales con procesos automatizados para aligerar la renta de inmuebles con el trabajo a distancia.

 

La innovación de productos digitales como aplicaciones que, por ejemplo, permiten medir de mejor forma la productividad de los trabajadores o que se mantenga la conexión constante entre los equipos de trabajo, ha impulsado el incremento de utilidades de las grandes tecnológicas que, de por sí, no sufrían de bajas en sus ingresos, sino todo lo contrario. Sin embargo, este proceso se ha sometido a una discusión sobre el poder que las llamadas “Big Tech” han adquirido en distintos sectores sociales, políticos y laborales.

 

El poderío que han absorbido las grandes tecnológicas ha sido un tema que ha puesto a girar al mundo, literalmente. Desde que en enero de 2020 el entonces Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, emitió un mensaje desde su cuenta haciendo un llamado a sus seguidores a realizar actos contra la toma del poder del hoy Presidente Biden y las redes socio-digitales, como Twitter o Facebook,decidieron suspender sus cuentas (que habían sido el pilar de su discurso y por ende, de sus campañas políticas), líderes políticos de todas las latitudes emitieron su opinión acerca de la decisión tomada por los dueños de las plataformas digitales, pues se dieron cuenta del poder que estas tenían en términos de comunicación, ya que si el mensaje no comulgaba con sus políticas empresariales, cualquiera podría ser silenciado sin importar su posición política.

 

Más allá de preguntarnos, ¿Por qué Twitter o Facebook no habían censurado a Trump anteriormente, si el mensaje era el mismo? ¿Por qué estas compañías definen cuál mensaje o cuál no es dañino para la sociedad? ¿Se debe o no regular a las redes y plataformas digitales? Es necesario comprender que las grandes compañías tecnológicas han comenzado a jugar un papel importantísimo en el ámbito social y político, y no es que realmente les interese que los procesos democráticos mundiales tengan un verdadero y profundo efecto sobre las sociedades, sino que el fin real es la acumulación de capital ante cualquier circunstancia.

 

El capitalismo salvaje ha sabido migrar al mundo digital de forma eficiente. Los intereses creados por medio de la digitalización han adquirido una relevancia primordial; por ello, las grandes tecnológicas han sabido apoderarse del mercado digital en sectores que habrían sido impensables de no ser por la conectividad que las empresas de telecomunicaciones han impulsado, ya sea por necesidad de modernizar sus propias redes o por el impulso del consumo de los usuarios. Sin embargo, la falta de participación de los gobiernos ha sido factor para el crecimiento desmesurado de las grandes empresas de internet.

 

La idea de regulación de los mercados ha sido un modelo fracasado, sobre todo en nuestro país. Derivado de la intrusión de distintos actores económicos, la regulación se ha convertido en un activo que ha expulsado al Estado de su participación en los mercados y, tal vez sería necesario que los reguladores regresaran a leer a Adam Smith, quien hablaba de un libre mercado de rentas, no libre de Estado.

 

La regulación mexicana sólo se ha dedicado a verificar el comportamiento del mercado de los proveedores de servicios de internet y la radiodifusión mientras el mercado digital ha quedado fuera de toda observación en competencia económica, aunque en este caso hay que reconocer que México no ha sido el único en pecar de esta distracción. Regresando a estas latitudes, debemos recordar que el Presidente López Obrador propuso en algún momento que los Organismos Constitucionales Autónomos (OCA) desaparecieran de la estructura del Estado mexicano, ya que no estaban dando resultados convenientes, sobre todo en lo referente a la regulación, y esta propuesta podría mantenerse coherente si tomáramos en cuenta que las grandes tecnológicas, así como las empresas de telecomunicaciones y radiodifusión, dependen de insumos que son mantenidos o fueron creados gracias al dinero de los contribuyentes; es decir, que fue proporcionado por el Estado, y esto daría pie a que en lugar de mantener un Estado regulador, se debería tomar un modelo de “cocreación”, ya que los gobiernos deben y pueden dar forma a los mercados para garantizar el valor creado conjuntamente y que este sirva para el bienestar colectivo de la sociedad, no solamente a los intereses empresariales particulares.

 

Del mismo modo, las políticas regulatorias no pueden guiarse solamente por el tamaño de las empresas. No se puede estar dividiendo empresas, ya que esto no resuelve el problema. Es tonto pensar que muchos Google o Facebook más pequeños dejarán de crear o usar algoritmos intrusivos y que estos funcionarían de manera distinta; lo mismo en el sector de las telecomunicaciones sipensáramos que si divides Telmex este le dejará de dar posibilidades de modelos de negocios a América Móvil, solo les estarías dando mayor posibilidad de modelos de negocios que dejan fuera de la jugada a la fuerza laboral, tal y como ocurre hoy en día.Dicho de otra manera, el neoliberalismo no se frena ante una política regulatoria obsoleta que se acoge a una autonomía del Estado, pero que al mismo tiempo se refugia en un libre mercado privatizado que vive de recursos públicos, una paradoja regulatoria infame.

 

Un reto de los modelos económicos y de las políticas públicas de nueva generación es crear un ambiente que genere valor y no solamente lo extraiga, de manera que el resultado de la innovación tecnológica y la conectividad produzca realmente un bienestar social colectivo, ya quede otra manera continuaremos inmersos en un círculo vicioso en donde aparezcan mayor número de actores que no generan inversión ni empleo, pero sí generan productos que se consumen. Tal es el caso en la web, donde entregamos de forma voluntaria nuestra información, misma que hoy representa un valor fundamental para las Big Tech. De hecho, los datos de cada usuario son su materia prima y estos datos entregados de manera voluntaria se retribuyen con aplicaciones gratuitas, pero solo para los que tienen capacidad de tener conectividad.

 

La innovación debiera tener como objetivo el bienestar social, ya que los algoritmos y la Big Data pudieran ser utilizados para mejorar los servicios públicos o las condiciones de trabajo, pero hoy solo se usan para el mejoramiento del rendimiento de la utilidad de las grandes tecnológicas privadas.

 

Un modelo de cocreación daría un rendimiento distinto a la innovación tecnológica, además de incentivarla de forma pública, reactivando el motor económico y social, dándole un giro de 180 grados a la economía digital en la que no sólo se podría participar como consumidor, sino como un activo, como promotores del proceso progresivo del crecimiento económico colectivo debido a que el esquema neoliberal que promueve la proliferación del libre mercado únicamente busca incentivos selectivos y utilidades privadas. Sin embargo, los proveedores de materia prima, tal y como es el caso de los que somos usuarios de la web y las redes, no somos incluidos en los beneficios totales como usos de teleducación, teletrabajo, telemedicina y demás condiciones que hoy en día son fáciles de brindar; pero como ya existe un mercado fructífero, estos servicios se cobran aparte.

 

El feudalismo digital es una realidad: convive día a día con los usuarios, con los Estados y con incipientes compañías que quisieran entrar al mercado, pero que son conquistadas a punta del algoritmo que las elimina de los grandes buscadores; las grandes tecnológicas no creen en la competencia, creen en la conquista, creen en que son el señor feudal que nos brinda la tierra y nos dice: “¡Ahora siembren y produzcan!”. Así son benefactores de los frutos que se dan en esa tierra digital que los demás trabajamos; a cambio, tenemos acceso a Facebook y Twitter para expresarnos, siempre y cuando no violemos sus divinas y digitalizadas leyes de comportamiento.

 

La digitalización puede ser una herramienta preciosa para el desarrollo de la democracia, el trabajo y la innovación; no obstante, si no buscamos una participación más activa del Estado en su conjunto, las Big Tech seguirán fortaleciendo el monopolio digital y nadie podrá hacerles frente después.

Autor: ISRAEL QUIÑONES.. Comisionado en STRMnoticias

PERSPECTIVAS_ ¿Y el internet para todos? Red Compartida en México enfrenta un ‘problema’

Los problemas financieros que atraviesa Altán Redes, empresa mexicana encargada del despliegue y operación de la concesión de la Red Compartida, han comenzado a poner en riesgo el proyecto de conectividad de internet en zonas remotas, además de que podrían afectar los planes de cobertura de varios operadores móviles virtuales ‘colgados’ a este sistema, advirtieron especialistas.

Recientemente, Altán Redes, la empresa, que preside Salvador Álvarez, anunció que extendería cuatro años más, hacia 2028, el cumplimiento de su meta de cobertura de 92.2 por ciento en territorio nacional.

Actualmente la empresa asegura estar cerca de alcanzar el 75 por ciento de cobertura, aunque los expertos advierten que es necesario analizar la viabilidad económica del proyecto.

“Creo que más que autorizar y extender (plazos de cobertura) tendría que analizarse la viabilidad del proyecto en su totalidad” aseguró Jorge Bravo, analista de Digital Policy and Law.

Agregó que la situación financiera de Altán Redes, de la cual la empresa no ha abundado, pone en riesgo a la banda 700 MHz, que fue concesionada por el Gobierno de Enrique Peña Nieto a la firma que dirige Salvador Álvarez, cuyo espectro es idóneo para ampliar cobertura, por lo que debería ponerse a disposición del mercado.

Metas de OMVs podrían afectarse

La decisión de ampliar cuatro años la meta de cobertura de Altán Redes afectará los objetivos de cobertura de Operadores Móviles Virtuales (OMV) como Izzi Móvil, Bait, Oxxo Cel, YoTeleco+ entre otros, que están alojados y son clientes de la Red Compartida.

Actualmente 83 OMV están en Altán Redes, los cuales tendrían que modificar su plan de inversión, así como su expansión de servicios, ya que su modelo de negocio e incremento de servicios se ciñen a la cobertura de la Red Compartida.

“El riesgo es a futuro y sin duda lo hay porque se subieron (los OMV) pensando en los compromisos que tiene Altán de despliegue y estos compromisos se van a ver retrasados y eso afecta tanto al modelo de negocio de la propia Red Compartida como la de los modelos de negocio de los OMV”.

Por ejemplo, YoTelco+ anunció que tenía el objetivo llegar a 1.5 millones de usuarios activos mensuales y 400 mil suscriptores, al operar bajo la Red Compartida de Altán, para proporcionar una red de alta velocidad de 4.5G en 47 ciudades y 66 localidades en todo el país.

Localidades no conectadas tendrán que esperar

Michel Hernández Tafoya, director general de Observatel, aseveró que el aplazamiento de cobertura de la red de banda ancha móvil mayorista del país afectará a las localidades desconectadas actualmente, en un momento en donde la integración a las TICs es prioritaria.

Además, podría afectar a CFE Telecomunicaciones e Internet para Todos, ya que el presidente, Andrés Manuel López Obrador se apoya de la Red Compartida para lograr su objetivo de cerrar la brecha digital.

“CFE Telecom no tiene las condiciones para cubrir zonas en las que Altán no está, y si Altán no las está cubriendo, mucho menos lo va a hacer CFE con las condiciones que tenemos hoy. Me parece que se va a retrasar muchísimo cualquier objetivo de CFE Telecom”, aseguró el directivo de Observatel.

La empresa, que dirige Salvador Álvarez, tiene la concesión del espectro de 700 MHZ por 20 años, y su despliegue requeriría de inversiones millonarias, que, tan sólo en 2016, la firma anunció que serían de 7 mil 200 millones de dólares.

Sin embargo, ante los problemas financieros que enfrenta la empresa informó que la Asamblea de accionistas acordó un aumento de capital para fortalecer sus finanzas a fin de lograr su compromiso de desplegar infraestructura para cerrar la brecha digital en México.

“Ahora habrá que ver o esperar si con el aumento de capital (a Altán Redes) por parte de los accionistas es viable que siga avanzando el proyecto”, dijo Michel Hernández.

Un proyecto que nació con dificultades

Para Bravo el proyecto de Altán Redes, nacido en 2016, desde sus inicios fue complicado, ya que tenía como objetivo llevar conectividad a localidades de menos 5 mil habitantes, cuyos sitios son poco rentables, lo que provocó que la compañía se encuentre en problemas financieros, por el alto nivel de inversión que requiere el despliegue de la conectividad y los pocos ingresos que obtiene.

“La ampliación de capital puede interpretarse como un signo de confianza a la empresa por parte de los inversionistas, pero a su vez se debe a que no ha generado los ingresos y el retorno del capital invertido. Se complican sus finanzas y la operación y no sólo tiene que continuar, sino que debe seguir expandiendo la red para cumplir con su objetivo social al que se comprometió en su contrato”, dijo el especialista de Digital Policy and Law.

Michel Hernández sostuvo que los problemas de administración en la empresa, así como el abandono en políticas de digitalización y conectividad del país, y la falta de certidumbre para las inversiones en el país, aunado a la crisis sanitaria, son las causantes de los problemas de la firma.

“Creo que si le hubieran puesto más atención a los proyectos que eran viables (del sexenio anterior) y los que se tuvieron que impulsar desde el inicio, probablemente no estaríamos en un situación de retraso de 4 años que es lo que se plantea ahora Altán Redes”, dijo.

CON INFORMACIÓN VÍA DPL NEWS

PERSPECTIVAS_ “Es posible construir otra América Latina”: Cristina Kirchner y Lula da Silva comparten un acto virtual y renuevan “esperanzas”

La vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, y el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, compartieron este viernes un acto virtual por la firma de un convenio entre el Instituto Patria y el Instituto Lula, organismos de formación política respectivamente fundados por ambos líderes.  

Durante el encuentro, el máximo dirigente del Partido de los Trabajadores de Brasil reivindicó el proceso de integración regional logrado en la primera década de los años 2000, con el “fortalecimiento” del Mercado Común del Sur (Mercosur) y la creación de la hoy extinta Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).

“Fue un momento maravilloso, esperanzador, de luz”, dijo Lula sobre el significado de que la región fuera gobernada en su mayoría por líderes progresistas, que hicieron de América Latina un “bloque político, económico y cultural fuerte” como nunca antes en la historia, dijo el exmandatario, que recuperó su libertad después de un año y siete meses encarcelado por una acusación de presunta corrupción que fue finalmente anulada.

“Nuestras economías comenzaban a crecer, nuestros trabajadores comenzaban a participar y América Latina estaba en un proceso de construcción de su orgullo“, recordó. 

A ello sumó Lula, al detallar los últimos cambios geopolíticos de la región, un mensaje “esperanzador” para el futuro: “Alberto Fernández recuperó la Argentina, [el presidente Luis] Arce recuperó Bolivia. Son tiempos importantes para recuperar la esperanza de que es posible construir otra América Latina”, sostuvo. Y agregó: “Estoy seguro de que vendrán tiempos mejores. Y finalmente construiremos la gran patria, la gran Suramérica”.  

A su turno, la dirigente peronista volvió a referirse a la ‘lawfare’ (guerra judicial) que, reiteró, adelanta la derecha latinoamericana como herramienta para deteriorar el proceso anterior. 

“Se utilizó el Poder Judicial para destruir la memoria de los pueblos”, señaló. Y agregó que así como antes se “utilizaba a las Fuerzas Armadas para desalojar a los gobiernos nacionales y populares”, ahora se utiliza a “sectores del Poder Judicial en el armado de causas que destruyan, fundamentalmente, a los dirigentes nacionales, pero sobre todo la memoria en el pueblo de lo que esos gobiernos habían logrado en materia de progreso social, de conquista de derechos”. 

Por último, Fernández dijo estar “muy feliz” de firmar el “primer convenio entre el Instituto Lula y el Instituto Patria” que, afirmó, ayudará a la formación de “futuros dirigentes” políticos y sindicales de ambos países.

CON INFORMACIÓN VÍA RT NOVOSTI

PERSPECTIVAS_La ley, la pandemia y la tecnología cambiaron la forma de trabajar en México

En un mismo año quedaron aprobadas la reforma que regula el teletrabajo y la NOM 035 relativa a los factores psicosociales del entorno laboral. También, llegó la pandemia de Covid-19, por la que muchos trabajadores fueron despedidos, sus sueldos fueron rebajados o pasaron a trabajar desde casa; y la tecnología ayudó a salvar muchos de los obstáculos que, antes de la pandemia y el confinamiento, parecían todavía salvables para los trabajadores y sus empleadores.

Birth, una compañía de Inside Out Branding, que busca motivar la comunicación de las compañías desde sus entrañas, es decir sus miembros y equipos, solía llevar a cabo una feria de empleo llamada Meet & Birth, que hasta 2019 fue presencial y que en la mayoría de las ocasiones recibía unos cuantos postulantes sobre todo de Puebla y la Ciudad de México, a partir de 2021, en su segunda edición virtual, recibió más de 280 propuestas de toda la República Mexicana y del extranjero.   

Hasta antes de la pandemia, muchas personas provenientes del sureste mexicano trabajaban en las oficinas de Birth en Puebla, pero desde que comenzó a extenderse el virus, todos regresaron a sus ciudades y el trabajo remoto ha funcionado bien tanto para la empresa como para los trabajadores.  

“Ahora estamos contratando a gente de todos lados, inclusive fuera de México y nos ha ido bastante bien. Creo que cambiar la mentalidad a buscar objetivos y buscar el mejor talento más allá del cumplimiento de horas creo que ha sido nuestro éxito”, dijo Arturo Ortiz, director general de Birth Group.

Otra de las contribuciones de la descentralización, en palabras de Ortiz, es el acceso a empresas proveedoras fuera de las fronteras urbanas, estatales y nacionales, lo que amplía de forma importante la base de empresas con las que cualquiera puede colaborar.

“Esto nos ha abierto la puerta a clientes de Monterrey, el sureste, Aguascalientes, la Ciudad de México y fuera del país”, dijo y añadió que la reducción de costos que ha provocado esta descentralización les ha permitido contratar a más personas, que continuarán trabajando en un formato híbrido entre las oficinas y el hogar.       

NOM 035

Para Fernanda Zenizo, directora de Intelab, la tecnología ha ayudado a humanizar las estrategias de contratación y atracción de talento de las empresas a través de la adopción de una metodología basada en riesgos, que elimina la descalificación de las personas por cuestiones ajenas a sus capacidades o sus riesgos.

Intelab es una empresa mexicana de tecnología dedicada a la selección, gestión y prevención de riesgos alrededor del factor humano. A través de una plataforma tecnológica y de una metodología basada en riesgos, la compañía ayuda a otras empresas a hacer una selección inteligente de su personal. 

“La clasificación de las personas ya no viene por descalificación, ya no es que sea apto o no apto o bueno o malo; ni contratable o no contratable, porque quién soy yo para decidir eso, sino en base a riesgos que puedan presentar la persona y a que todas las personas tenemos riesgos. La mayoría de nuestros clientes contratan personas con riesgo y mitigan ese riesgo a través de la educación”, dijo . 

Gracias a la tecnología, Intelab también pudo automatizar la aplicación del cuestionario de la NOM 035, cuya segunda parte entró en vigor en octubre de 2020 y que tiene como objetivo identificar los factores de riesgo psicosocial en el entorno laboral. Esto permitió a la compañía, según su directora, hacer un cruce de datos entre los resultados del cuestionario de la nueva norma e información como indicadores de productividad, de estrés o sobre el trabajo en equipo o el liderazgo de la compañía. 

“Cuando puedes hacer el cruce de datos, te das cuenta de que la aplicación de la NOM 035 en el contexto en el que estamos viviendo, acaba siendo muy relevante; porque puedes ver no solamente lo que te dicen tus empleados, si están estresados o no, sino que vemos ahorita un tema de estrés por incertidumbre muy importante gracias a la automatización de esta norma”, dijo.

A partir de estos análisis, Intelab llegó a la conclusión de que si bien durante los tres primeros meses de la pandemia, la productividad en las empresas que comenzaron a operar de forma remota aumentó de forma considerable, después de ese tiempo los niveles de productividad se han ido normalizando y, en algunas empresas, han bajado. 

Automatización

Igual que Intelab automatiza los procesos de reclutamiento y la gestión del riesgo del factor humano dentro de las empresas, Rocketbot es una empresa de tecnología de origen chileno que se dedica al Robot Process Automation (RPA) o automatización robótica de procesos, una tecnología con la cual cualquier compañía puede automatizar aquellos procesos que son repetitivos, digitales y que están estructurados o semiestructurados.   

Rocketbot opera en ColombiaChilePerú y México. Éste último representa hasta 15% de la operación de la compañía, pero Juan Jorge Herrera, su director ejecutivo, está convencido de que el mercado mexicano será su mayor operación en América Latina. La mayoría de los procesos que se automatizan, según Herrera, conllevan un ahorro en su costo de hasta 70% respecto a la operación anterior.  

De acuerdo con el directivo, las actividades financieras y contables eran de las más rezagadas en México en lo que a automatización se refiere; no obstante, las posibilidades de automatización de operación, de atención al cliente, de logística, análisis de precios suponen que muchos de los procesos de una compañía pueden estar automatizados y podría implicar también que se desplazará a buena parte de la plantilla laboral. 

“Lo que hemos visto en la práctica y lo hemos visto en los cientos de proyectos que tenemos, no se despide a la gente. Se libera un porcentaje del trabajo de la persona y se coloca en otro proyecto”, dijo. 

CON INFORMACIÓN VÍA EL ECONOMISTA

PERSPECTIVAS_Teletrabajo, ‘zoom’ y depresión: el filósofo Byung-Chul Han dice que nos autoexplotamos más que nunca

El virus SARS-CoV-2 es un espejo que refleja las crisis de nuestra sociedad. Hace que resalten aun con más fuerza los síntomas de las enfermedades que nuestra sociedad padecía ya antes de la pandemia. Uno de estos síntomas es el cansancio. De un modo u otro, todos nos sentimos hoy muy fatigados y extenuados. Se trata de un cansancio fundamental, que permanentemente y en todas partes acompaña nuestra vida como si fuera nuestra propia sombra. Durante la pandemia nos sentimos incluso más agotados que de costumbre. Hasta la inactividad a la que fuerza el confinamiento nos fatiga. No es la ociosidad, sino el cansancio, lo que impera en tiempos de pandemia.

En mi ensayoLa sociedad del cansancio, publicado por primera vez hace 10 años, describí la fatiga como una enfermedad de la sociedad neoliberal del rendimiento. Nos explotamos voluntaria y apasionadamente creyendo que nos estamos realizando. Lo que nos agota no es una coerción externa, sino el imperativo interior de tener que rendir cada vez más. Nos matamos a realizarnos y a optimizarnos, nos machacamos a base de rendir bien y de dar buena imagen.

En la sociedad neoliberal del rendimiento se lleva a cabo una explotación sin autoridad. El sujeto forzado a rendir, a explotarse a sí mismo, es a la vez amo y esclavo. Por así decirlo, cada uno lleva consigo su propio campo de trabajos forzados. Lo peculiar de este campo de trabajos forzados es que uno es al mismo tiempo prisionero y vigilante, víctima y criminal. En eso se diferencia del sujeto obediente de la sociedad disciplinaria, que Foucault describe en su libro Vigilar y castigar. Pero Foucault no se dio cuenta del surgimiento de la sociedad neoliberal del rendimiento, en la que nos explotamos voluntariamente.

Lo que caracteriza al sujeto de esta sociedad, que al verse forzado a rendir se explota a sí mismo, es la sensación de libertad. Explotarse a sí mismo es más eficaz que ser explotado por otros, porque conlleva la sensación de libertad. Ya Kafka expresó muy certeramente esta paradójica libertad del siervo que se cree amo. Uno de sus aforismos dice: “El animal le arrebata el látigo al amo y se azota a sí mismo para ser amo, sin saber que eso no es más que una fantasía que se genera cuando en la correa del látigo del amo se ha formado un nuevo nudo”. Este animal que se azota a sí mismo encarna aquel sujeto obligado a rendir que, explotándose a sí mismo, se figura que es libre.

Lo siniestro del SARS-CoV-2 es que los contagiados padecen de agotamiento y de abatimiento extremos. Además, cada vez se oyen más casos de enfermos que incluso después de haber sanado siguen padeciendo graves secuelas. Una de ellas es el síndrome de fatiga, que se puede describir muy bien con la frase cuando la batería ya no se recarga. Los afectados ya no son capaces de rendir ni de trabajar. Les cuesta incluso llenar un vaso de agua. Ya solo al caminar tienen que detenerse constantemente porque se sofocan. Se sienten cadáveres vivientes. Una paciente explica: “Es como cuando al móvil le queda solo el 4% de batería y con ese 4% tienes que aguantar todo el día, sin poder recargarlo”.

Pero entre tanto el virus no agota únicamente a los contagiados, sino también a los sanos. En su ensayo Pandemia: la covid-19 estremece al mundo, Slavoj Žižek dedica todo un capítulo a la pregunta “¿Por qué estamos siempre cansados?”. En ese capítulo, Žižek analiza en detalle mi ensayo La sociedad del cansancio, que muy aduladoramente califica de “obra maestra”, y objeta que la explotación a cargo de otros no es que haya dado paso a la autoexplotación, sino que se ha externalizado a los países del Tercer Mundo. Estoy de acuerdo con Žižek. Es eso lo que sucede. La sociedad del cansancio describe la sociedad neoliberal de Occidente y no a los trabajadores de las fábricas chinas. A estos yo no les diagnosticaría autoexplotación. Pero, por otro lado, lo que yo llamaría mentalidad neoliberal se propaga también en el Tercer Mundo a través de los medios sociales. También ahí los hombres se aíslan y se vuelven narcisistas. Como todos los demás, asimilan el mantra neoliberal: quien fracasa lo hace por su culpa. Se acusan a sí mismos y no a la sociedad. En mayor o menor medida, los medios sociales convierten a cada uno de nosotros en productor, en empresario de sí mismo. Globalizan el estilo de vida neoliberal.

Žižek no analiza ese cansancio fundamental, que ya no afecta solo a la sociedad occidental, sino que parece representar un fenómeno global. Desde luego no solo fatiga la presión interior, sino también la presión externa; no solo agota la autoexplotación, sino también la explotación a cargo de otros. Las condiciones globales de producción, la propia presión por crecer y por producir nos extenúa a todos. Hay sin embargo un pasaje en el que Žižek parece entusiasmarse con mi tesis de la autoexplotación, cuando escribe: “[Las personas que teletrabajan] parecen sacar aún más tiempo para ‘explotarse a sí mismas”. Así pues, en época de pandemia el campo neoliberal de trabajos forzados se llama teletrabajo.

También el teletrabajo cansa, incluso más que el trabajo en la oficina. Causa tanta fatiga, sobre todo, porque carece de rituales y de estructuras temporales fijas. Es agotador el teletrabajo en solitario, pasarse el día sentado en pijama delante de la pantalla del ordenador. También nos agota la falta de contactos sociales, la falta de abrazos y de contacto corporal con los demás. Mi libro La desaparición de los rituales salió publicado en Alemania antes de la pandemia (en España se publicó durante la pandemia, en mayo de 2020). En él describo nuestro presente partiendo de la tesis de la desaparición de los rituales. Hoy estamos perdiendo las estructuras temporales fijas, incluso las arquitecturas temporales, que dan estabilidad a la vida. Además, los rituales generan una comunidad sin comunicación, mientras que lo que hoy predomina es una comunicación sin comunidad. Los medios sociales y la permanente escenificación del ego nos agotan porque destruyen el tejido social y la comunidad. También aquí se confirma de nuevo la tesis de que el virus es el espejo de la sociedad y agudiza sus crisis. El virus acelera la desaparición de los rituales y la erosión de la comunidad. Se eliminan incluso esos rituales que aún quedaban, como ir al fútbol o a un concierto, ir a comer a un restaurante, ir al teatro o al cine. La distancia social destruye lo social. El otro se ha convertido en un potencial portador del virus con el que tengo que mantener la distancia. El virus radicaliza esa expulsión de lo distinto que ya antes de la pandemia diagnostiqué muchas veces. En verdad, el virus actúa como un amplificador de las crisis de nuestra sociedad. Todas las crisis sociales que yo ya había detectado se han visto ahora agravadas.

También nos agotan las permanentes videoconferencias, que nos convierten en videozombis. Sobre todo nos obligan a mirarnos todo el tiempo en el espejo. Cansa contemplar el propio rostro en la pantalla, estamos todo el rato frente a nuestro propio rostro. No deja de ser una ironía que el virus haya aparecido justamente en la época de los selfis, que se explican sobre todo por ese narcisismo que se va propagando por nuestra sociedad. El virus potencia el narcisismo. Durante la pandemia todo el mundo se confronta sobre todo con su propio rostro. Ante la pantalla nos hacemos una especie de selfi permanente.

El videonarcisismo tiene unos efectos secundarios absurdos: ha provocado un auge de las operaciones estéticas. Ver en la pantalla una imagen distorsionada o borrosa hace que las personas empiecen a dudar de su propio aspecto. Cuando la pantalla tiene buena definición percibimos de pronto arrugas, caída progresiva del cabello, manchas cutáneas, bolsas lagrimales u otras alteraciones cutáneas poco estéticas. Durante la pandemia se multiplicaron en Google las búsquedas relacionadas con operaciones estéticas. En época de confinamiento los cirujanos plásticos se ven desbordados por la demanda de intervenciones para eliminar las muestras de fatiga. Entre tanto, se habla ya de videodismorfia. El espejo digital hace que la gente caiga en una dismorfia, es decir, que preste una atención exagerada a posibles defectos en su aspecto corporal. El virus radicaliza el delirio de optimización, que ya antes de la pandemia nos ponía frenéticos. También en esto el virus es el espejo de nuestra sociedad, y en el caso de la videodismorfia no solo en sentido metafórico, sino en el sentido más literal: un espejo que hace que nos desesperemos aún más por el propio aspecto. También la videodismorfia nos fatiga mucho. Es un fenómeno derivado de la distopía digital.

El Gobierno alemán ha recalcado reiteradamente que la pandemia le ha dado por fin a la digitalización el impulso necesario, que ha librado al país de su vergonzoso retraso digital. En lo que respecta a digitalización, Alemania es de hecho un país líder del Tercer Mundo, lo cual, personalmente, no me molesta. Me encantaría vivir en una zona sin cobertura y dedicarme a la jardinería. Para mí sería una maravilla. En mi libro Loa a la tierra. Un viaje al jardín cuento lo feliz que me siento pasando el tiempo en el jardín, ajeno al paroxismo de la comunicación digital. Ahora, gracias a la pandemia, Alemania está entrando finalmente en el primer mundo. Cualquiera diría que la digitalización es hoy un fin en sí mismo. Después de todo, ya sabemos que a los políticos no les gusta pensar. Tampoco les interesa saber qué es una buena vida. Al parecer, su máxima suprema es el crecimiento. En realidad debería preocuparles mucho que la digitalización socave las bases de la democracia con las noticias falsas, los bots en redes sociales o los ejércitos de troles.

En el delirio del crecimiento se olvida siempre que los efectos secundarios de la digitalización que la pandemia pone de relieve son, precisamente, los negativos. La comunicación digital es una comunicación bastante unilateral, que no se transmite con el cuerpo ni a través de miradas y que, por tanto, es bastante reducida. La pandemia provoca que se establezca como estándar este tipo de comunicación, que en sí misma resulta tan inhumana. La comunicación digital nos extenúa muchísimo. Es una comunicación sin resonancia, una comunicación que no nos da la felicidad. En una videoconferencia, por motivos puramente técnicos, no podemos mirarnos a los ojos. Clavamos la vista en la pantalla. Nos resulta agotador que falte la mirada del otro. Ojalá la pandemia nos haga darnos cuenta de que ya la mera presencia corporal del otro tiene algo que nos hace sentir felices, de que el lenguaje implica una experiencia corporal, de que un diálogo logrado presupone un cuerpo, de que somos seres corpóreos. En La desaparición de los rituales señalé sobre todo la dimensión corporal de los rituales:

“Los rituales son procesos de incorporación y escenificaciones corpóreas. Los órdenes y los valores vigentes en una comunidad se experimentan y se consolidan corporalmente. Quedan consignados en el cuerpo, se incorporan, es decir, se asimilan corporalmente. De este modo, los rituales generan un saber corporizado y una memoria corpórea, una identidad corporizada, una compenetración corporal. La comunidad ritual es una corporación. A la comunidad en cuanto tal le es inherente una dimensión corporal. La digitalización debilita el vínculo comunitario por cuanto que tiene un efecto descorporizante. La comunicación digital es una comunicación descorporizada”.

Ya antes de la pandemia se propagaba la histeria por la salud. Lo que más nos preocupa hoy es sobrevivir, como si nos halláramos en permanente estado de guerra. En la lucha por la supervivencia no se plantea la cuestión de la calidad de vida. Todas las fuerzas vitales se aplican para prolongar la vida a cualquier precio. En el libro La sociedad paliativa, que saldrá publicado en España el 20 de abril (Herder Editorial), describo nuestra sociedad actual como una sociedad de la supervivencia. En vista de la pandemia, la enconada lucha por sobrevivir experimenta una radicalización viral. La guerra contra el virus hace que se recrudezca la lucha por sobrevivir. El virus convierte el mundo en una cuarentena en la que la vida se anquilosa por completo, convertida en supervivencia. La salud es elevada a objetivo supremo de la humanidad.

La sociedad de la supervivencia pierde por completo la capacidad de valorar la calidad de vida. Incluso el disfrute es sacrificado en el altar de una salud entronizada como objetivo en sí mismo, a la que ya Nietzsche llamaba la “nueva diosa”. También la rigurosa prohibición de fumar remite a la histeria por sobrevivir. La supervivencia debe sustituir al disfrute. No puede disfrutar quien únicamente se preocupa de sobrevivir. La prolongación de la vida se acaba convirtiendo en el valor supremo. De buen grado sacrificamos a la supervivencia todo lo que hace que la vida sea digna de ser vivida. En vista de la pandemia también se acata sin discusión la radical restricción de derechos fundamentales. Aceptamos sin rechistar el estado de excepción, que reduce la vida a pura supervivencia. Bajo el estado de excepción viral nos confinamos voluntariamente y nos ponemos en cuarentena.

Los coreanos denominan corona blues al estado depresivo que se ha ido propagando durante la pandemia. Durante la cuarentena, sin contacto social, se agudiza la depresión, que es la auténtica pandemia del presente. La sociedad del cansancio comienza con el siguiente diagnóstico:

“Toda época tiene sus enfermedades emblemáticas. Así, existe una época bacterial que, sin embargo, toca a su fin con el descubrimiento de los antibióticos. A pesar del manifiesto miedo a la pandemia gripal, actualmente no vivimos en la época viral. La hemos dejado atrás gracias a la técnica inmunológica. El comienzo del siglo XXI, desde un punto de vista patológico, no sería ni bacterial ni viral, sino neuronal. Las enfermedades neuronales como la depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), el trastorno límite de la personalidad (TLP) o el síndrome de desgaste profesional (SDP) definen el panorama patológico de comienzos de este siglo”.

Pronto tendremos vacunas suficientes contra el virus. Pero no habrá vacunas contra la pandemia global de la depresión. En Corea del Sur se suicidan todos los años muchos miles de personas. La causa principal es la depresión. En 2018 se trataron de suicidar unos 700 escolares. Los medios hablan entre tanto de una “masacre silenciosa”. Por el contrario, en Corea del Sur han muerto hasta ahora de covid unas 1.700 personas. La pandemia agrava también el problema del suicidio. Desde que estalló la pandemia, el índice de suicidios ha aumentado en Corea vertiginosamente. Parece ser que el virus es un catalizador de la depresión. Sin embargo, a nivel global aún se sigue prestando demasiada poca atención a las consecuencias psíquicas de la pandemia.

La depresión es un síntoma de la sociedad del cansancio. El sujeto forzado a rendir sufre de síndrome del desgaste profesional (en inglés, burnout) desde el momento en que siente que ya no puede más. Fracasa por culpa de las exigencias de rendimiento que se impone a sí mismo. La posibilidad de no poder más le lleva a hacerse autorreproches destructivos y a autoagredirse. El sujeto forzado a rendir pelea contra sí mismo y sucumbe por ello. En esta guerra librada contra sí mismo, la victoria se la lleva el desgaste laboral.

El virus SARS-CoV-2 sobrecarga nuestra sociedad del cansancio radicalizando sus distorsiones patológicas. Nos sume en un agotamiento colectivo y, por eso, se podría llamar también el virus del cansancio. Pero el virus es asimismo una crisis en el sentido etimológico de krisis, que significa “punto de inflexión”: al hacernos un apremiante llamamiento a cambiar nuestra forma de vida, también podría causar la reversión de esta precariedad. Solo podremos conseguirlo, eso sí, si sometemos nuestra sociedad a una revisión radical, si logramos hallar una nueva forma de vida que nos haga inmunes al virus del cansancio.

Byung-Chul Han, filósofo y ensayista surcoreano, imparte clases en la Universidad de las Artes de Berlín. Es autor, entre otros libros, de ‘La sociedad del cansancio’ y ‘Caras de la muerte’ (Herder, 2020).

CON INFORMACIÓN VÍA EL PAÍS