PHOENIX, ARIZONA - DECEMBER 22: U.S. President-elect Donald Trump smiles during Turning Point USA's AmericaFest at the Phoenix Convention Center on December 22, 2024 in Phoenix, Arizona. The annual four day conference geared toward energizing and connecting conservative youth hosts some of the country's leading conservative politicians and activists. (Photo by Rebecca Noble/Getty Images)
Opinión

Trump atrapado en su estrategia arancelaria

Por Eduardo Torres Arroyo

El mundo está alarmado por la guerra comercial que está desatando el gobierno de EUA encabezado por Donald Trump y los oligarcas que lo apoyan, para que ese país vuelva a tener una edad de oro o un nuevo siglo estadounidense. Sin embargo, a lo que debemos poner atención es a que se busca un reequilibrio económico mundial y en él siempre tratar a los demás países como subordinados.  No es la primera vez que los EUA dan un golpe de poder que repercute en todo el mundo pues éste no es estático y cambia regularmente. Por ello, cuando el dólar se vino abajo siendo Nixon presidente, EUA se vio obligado en 1971 primero a devaluarse y luego a acabar con su convertibilidad en oro, convirtiendo al dólar en moneda de referencia de valor internacional para los intercambios. Desde entonces defrauda a sus acreedores cubriendo su déficit comercial con dólares sin fondos ni respaldo alguno. Posteriormente, con el gobierno de Reagan, la Reserva Federal elevó los tipos de interés con lo que se hundió la producción, se elevó el desempleo y bajaron los salarios lo que provocó una crisis que permitió la implantación del neoliberalismo. De igual manera el gobierno de Clinton complementa esa decisión y liberó al capital financiero que llevó a la concentración del ingreso más alta de la historia. Hoy tiene un déficit comercial crónico desde que sacó a su industria en busca de salarios bajos, por lo que intenta otro golpe de poder aplicando aranceles, pero el problema es que esta desindustrialización lo dejó en una debilidad mayor que en anteriores ocasiones y que no es fácil de resolver.

La guerra comercial desatada el “día de la liberación” se está viendo como un gran desastre por muchos analistas, pero en realidad es la manera con la que los oligarcas estadounidenses están buscando el cómo conformar nuevamente un mundo unipolar con ellos a la cabeza. Una estrategia para reubicar a los capitales e industrias en Estados Unidos y obligar a las otras economías y a sus gobiernos a jugar con esa estrategia en condiciones de debilidad y en beneficio de EUA. Hasta ahora lo más destacado en esta estrategia son aplicar aranceles, pero está también el obligar a la Unión Europea, China, Rusia y en general a los BRICS a una escalada armamentista que disperse su inversión y afecte su desarrollo tecnológico e industrial y los debilite. Este proceso en conjunto a corto plazo está produciendo perturbaciones globales muy fuertes, que es lo que realmente quiere el tumpismo y del cual hasta ahora está plenamente satisfecho, el paciente ha sido intervenido con resultados satisfactorios ha expresado, a veces hay que tomar medicamentos para solucionar algo. Lo que no dice, es que se ha encontrado que hay países a los sé que quiere subordinar que no están dispuestos a jugar con esas viejas reglas como sería Rusia, China y los BRICS.

Veamos el caso ruso. Frente a la generación deliberada de una gran crisis económica que permita que todo cambie para seguir igual, nos encontramos que el mundo ha cambiado con el tiempo, que no hay nada para siempre e inamovible. El diplomático inglés Alastair Crooke nos recuerda que el ex primer ministro ruso Yevgeny Primakov a finales del siglo pasado entendió el juego del imperio estadounidense y propuso en ese entonces buscar establecer un orden mundial multipolar que permitiera preservar la soberanía y aliarse con grandes potencias. Esto ha permitido a Rusia, nos dice el diplomático, no protestar por las sanciones, no adelantarse a las negociaciones sobre Ucrania y sí tener una estrategia propia a partir de que el viejo modelo se acabó. Para Putin la producción de gas y petróleo será para el mercado interno y la autosuficiencia, esto visto desde la perspectiva de que la energía ya no será el motor de la economía. La inversión extranjera es bienvenida, pero en los términos marcados por los rusos y el mercado abierto será en los marcos de los BRICS. Lo que Putin ha determinado es un modelo de circulación interna que niega el modelo de Adam Smith y reafirma el modelo alemán de Friedrich List, quien aseguraba que el modelo de Smith terminaría no creando riqueza y haría imposible contratar gente. Eso no es posible enfrentarlo con aranceles.

Ahora bien, internamente tiene graves problemas con su gente quienes han salido a la calle a protestar contra las políticas maravillosas de Trump. La respuesta por parte de Trump fue “ganaremos, manténganse firmes, no será fácil”. A pesar de ello, Jeffrey Sachs un economista estadounidense muy renombrado pone en duda la política arancelaria implementada y no acepta que el déficit comercial sea causado por la estafa que le realizan otros países de EUA, ni por la falta de competitividad. Se tiene déficit cuando se gasta más de lo que se produce y ese gasto se debe, entre otras cosas, al pago por las guerras que hay en el mundo, el mantener el complejo militar-industrial y el permitir la evasión fiscal de los grandes ricos. De esta manera el déficit y la deuda aumentan más allá de lo que se produce. Por tanto, corregir esto con aranceles nunca se podrá servir, porque, en el caso de los automóviles, la gente cambiará el comprar un auto importado por uno nacional, la industria automotriz exportará menos, así que habrá menos exportaciones y menos importaciones, lo que no cambiará el déficit. Lo que sí va suceder es desacelerar a la economía mundial y en lo que eso sucede los Estados Unidos tratarán de ganar tiempo para imponer su nuevo orden mundial, el cual no es aceptado por los países del sur global, que impulsan el suyo propio apoyados por la crisis del capitalismo occidental.

Otro elemento contrario para que Trump pueda lograr lo que se propone, es la fórmula para calcular los aranceles recíprocos que se basa en el déficit comercial, es decir, el resultado de lo que exporta e importa a cualquier país, dividido entre las importaciones y el resultado final se divide en dos, esto es, para ser magnánimo se aplica solo el 50%. En términos de Trump, se trata de una medida del grado en que el país estaba «estafando a Estados Unidos». Sin embargo, por esa fórmula, los países pobres que exportan e importan poco de EUA han sido los más castigados y la forma en que se calcularon los aranceles recíprocos causó también preocupación en los mercados sobre la capacidad técnica de quienes conducen la política económica en Estados Unidos. Trump afirma que sus últimas medidas van a “liberar” a la industria estadounidense al aumentar el coste de importar bienes extranjeros para las empresas y los hogares estadounidenses y, por lo tanto, reducir la demanda y el enorme déficit comercial que Estados Unidos tiene actualmente con el resto del mundo. Quiere reducir ese déficit y obligar a las empresas extranjeras a invertir y operar dentro de EUA en lugar de exportarlo. Empero, para los partidarios del libre comercio y contrarios del proteccionismo lo que hace con esa fórmula es algo absurdo e inoperante.

Para Michael Roberts, el economista inglés, no funcionará reducir la demanda de los hogares aumentando el costo de las importaciones y, al mismo tiempo, reindustrializar obligando a las empresas a invertir y operar en EUA con salarios altos. Para el Wall Street Journal el portavoz de las grandes empresas asegura que es “la guerra comercial más estúpida de la historia”. Las caídas en las bolsas anuncian Inflación y una posible reseción económica. En la guerra comercial el principal afectado será EUA porque fue vaciado por el neoliberalismo y la desindustrialización y mientras se reindustrializa tiene que comprar los productos chinos o mexicanos, por lo que depende más de China y México que ellos de nosotros. Por estas razones, está atrapado en su estrategia, no puede pasar de la noche a la mañana a ser autosuficiente, solo le queda amenazar con aranceles un día sí otros día no y  tratar de negociar país por país no en conjunto. Después de cuatro días del “día de laceración”, de caídas en los mercados de valores y, quizá más grave, de movimientos desordenados y pérdida de confianza en el mercado de bonos del Tesoro de Estados Unidos por la compra masiva que realiza China, Trump anunció una pausa de 90 días en la imposición de los aranceles recíprocos. Realmente aguantó poco tiempo.

Para el gobierno de Trump se acerca el triunfo pues dice que ya hay países que quieren negociar de manera “suplicante y servil y queriéndome besar el trasero” para llegar a una acuerdo, pero da otra prórroga de 90 días, porque no puede pasar de ahí. El proceso está resultando traumático produciendo perturbaciones mundiales con la caída de las bolsas. El caso chino es diferente pues este país ha respondido también con aranceles a las exportaciones de EUA, ante lo que se les contestó con aranceles más fuertes. Estamos pues frente a una guerra comercial que no tiene ninguna lógica económica y sí política pues ese país es el enemigo a acabar; aunque, para los estudiosos del mundo, si EUA suspende todas las importaciones de bienes como quiere hacerlo con China, 104%+20% por fentanilo de un arancel más caro que el producto,  éste país podría compensar por completo las pérdidas en un año, pues entienden que tiene las herramientas suficientes para compensar la turbulencia económica. El gobierno de China reafirma esta situación pues anuncia su decisión de ir hasta el final si EUA decide ignorar sus intereses. Son posiciones de poder. Mientras Trump está en espera de la llamada de los chinos, que asegurá sucederá, no puede pasar de su estrategia arancelaria, solo le queda anunciar que va ganando. Por tanto, la propuesta de serenidad y paciencia es más que correcta ante un mundo que ya cambió.

 

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