Opinión

Financiar la hegemonía global de EUA camino a la derrota

Por: Eduardo Torres Arroyo

Se respira una especie de prepotencia en el EUA de Trump. Nadie puede competir con nosotros ha dicho el presidente. China debe buscarnos y cuando lo haga vamos a hacer un buen trato con ellos. Estados Unidos sigue jugando a lo mismo que hizo después de la Segunda Guerra, la diferencia es que en esa época estaba en su etapa de ascenso u ahora lo hace en la de descenso. Creen que todavía tienen la suficiente fuerza para imponerlo al mundo y para ello se refugian en teorías económicas recientemente desarrolladas que son cuestionadas por economistas premios nobeles quienes aseguran que política arancelaria les traerá inflación, posiblemente recesión y un alto desempleo. Además de lo anterior, para el Banco Central estadounidense (FED) las cargas arancelarias impuestas son significativamente mayores de lo previsto y que, por lo tanto, es probable que haya un crecimiento económico más lento, lo que generó un conflicto interno y amenazas de despido.

En qué se basa ese espíritu optimista-prepotente. Para el asesor económico de Trump y presidente del Consejo de Asesores Económicos de Estados Unidos, Stephen Miren, la política arancelaria tiene como objetivo primordial obligar a otros países a financiar la hegemonía global de EUA. Parten de la superflua idea expresada por Trump que ese país es “una grande y hermosa tienda y todos quieren un pedazo de ella”. Todos los países quieren venderles y, por ello, deben asumir la carga de los impuestos (aranceles), pues el comprador tiene más flexibilidad que el vendedor. El primero puede escoger dónde comprar y el segundo sólo tiene la alternativa de vender a EUA. Se asumen como lo único, como el centro de todo comercio, ningún vendedor tiene mejor alternativa que EUA. Este “estadounicentrismo” tiene como correlato asumir el costo con el pago de aranceles. Lo que no pueden ver es que el vendedor también tiene flexibilidad y puede ofertar en otros países que no son EUA. A lo mejor no es la alternativa óptima, pero puede hacerlo. Como en el caso de jitomate mexicano la mejor alternativa es México a menos que quieran pagar aún más.

Para el economista Miren hay otros dos elementos básicos que están dentro de esta estrategia de financiar la hegemonía global de EUA, como son el preservar su dominio militar y financiero, los cuales califican como “bienes públicos globales” y que ya no pueden financiarse sólo por EUA.  La protección militar con su red mundial de bases es costosa, nos dicen, y no es aceptable que otros países se beneficien gratuitamente de la lucha contra el comunismo y el socialismo y en defensa del mundo occidental. Hay que decirlo ese es un enemigo creado por ellos. Por eso ahora EUA quiere que los países paguen por lo que les corresponde como “justicia”. Obviamente, nadie les pidió que ellos encabezaran esa estrategia, nos la impusieron. En el caso México hay variantes pues crearon al terrorismo y al narcotráfico y ahora quieren ayudarnos a combatirlos y seguramente quieren que nosotros paguemos ese servicio.

De igual manera pasa con el papel del dólar como moneda de reserva mundial. Para Stephen Miren el país que emite la moneda de reserva mundial, o sea EUA, debe tener un déficit comercial estructural —importar más de lo que exporta— para poner en circulación suficientes dólares para el comercio internacional. Ese déficit ha terminado de afectar su base industrial, al sector manufacturero y se ha vuelto insostenible. Así que, para sustentar ese dominio del dólar, otros países deben asumir los costos que conlleva. Por esa razón se atreven a hablar de robo. Los EUA han sido despojados por economías que se han robado su base manufacturera.

Miren parte su alegato del déficit comercial causado por la globalización del dólar. Considera que al ser éste una referencia mundial fue aprovechada por muchos países para comprar dólares y Bonos del Estado y con ello guardar su riqueza de manera segura. La fortaleza de la economía de los EUA se los garantizaba. Para Miren esto provocó exceso de demanda de esa moneda que llevó a un déficit comercial. Ahora buscan devaluarlo para revertir esa globalización. Un dólar demasiado fuerte es una desventaja para la industria manufacturera. En resumen, la globalización en general está lastrando su economía y quieren modificar esa situación.

Estos economistas harvardianos ignoran, o quieren hacerlo en su beneficio, una condición básica del capital que es el expansionista, el cual muy bien desarrolló Rosa Luxemburgo y sin él no podrían haber llegado a ser imperio. Ahora se quejan de ello y lo más chistoso es que por esa condición natural del capitalismo y sus consecuencias, quieren que todos paguemos cuando ellos también fueron ampliamente beneficiados. Peor aún, quieren obligarnos, porque según ellos no hay otra alternativa sin entender que forzar a sus socios a un acuerdo en beneficio de EUA está llevándolos a buscar alternativas diferentes. Es su condición de imperio y para continuar siéndolo terminan ignorando la realidad y creando falsas expectativas y ese es el camino de su derrota.

Les preocupa, el comunismo, el socialismo, China-Rusia-Irán y particularmente el comercio de manufacturas y materias primas, no así el comercio de servicios y el sector financiero donde es superavitario con muchos países. Solo quiere restaurar su base manufacturera dentro de EUA y que por ello paguemos todos. Olvidan que durante la globalización y para que ésta fuera posible, las empresas se trasladaron al sur global el cual, con mano de obra barata, leyes laxas, sindicatos y gobiernos permisivos y tecnologías de punta, les garantiza un costo menor de producción y, por consecuencia, mayores ganancias que después trasladaban a EUA y le exportaban productos de calidad más baratos que si se fabricaran dentro de EUA. En abono nuestro, es decir de los países del sur global, podemos decir que ese beneficio que repercutió en EUA como país inversor es el pago por la explotación a la que fuimos sometidos y de manera cínica quieren cobrar doble para tomar el control hegemónico.

La pregunta básica es ¿les funcionará? Como ya hemos dicho no es la primera vez que EUA da un golpe en la mesa para mantener su hegemonía. Ahora quiere hacerlo con una política arancelaria. En las anteriores ocasiones, vamos a decirlo, lo hecho no sirvió para restaurar su industria manufacturera pues es hay condición expansionista del capital que no pueden evitar, lo contrario sería morir y, por tanto, esta vez tampoco les va a funcionar, sobre todo con subidas de aranceles no industrializará su país. Los costos laborales en EUA se los impide. La tecnología puede ayudarlos a reducir los costos de producción, pero también ayuda a sustituir mano de obra. Es más, Trump está hablando de aumentar la capacidad de producción incentivando la robotización y la Inteligencia Artificial, lo que generaría pocos empleos. Como lo han venido diciendo varios analistas de política y economía, no se puede retroceder el tiempo, no se puede ir contra la tendencia del capital, para convertir a EUA nuevamente en la principal economía manufacturera del mundo.

Algunos analistas incluidos pensadores de izquierda piensan que si les funcionará. Trump habla de que se ha apalabrado con 70 países, entre ellos grandes economías, que están dispuestos a negociar con él y que buscan ceder a sus condiciones. Muchos de ellos lo hacen pensando que cuando EUA optó por cambiar el equilibrio mundial a su favor le funcionó. Empero, hoy se necesita, dice el Wall Street Journal, periódico partidario de la globalización, una inversión masiva en educación tecnocientífica, en empleo calificado, en salud, etcétera, y es poco probable que quienes experimentaron la globalización quieran hacerlo. El caso de Apple es una muestra clara de ello, pues dicen que en China pueden llenar estadios con técnicos especialistas y en EUA solo llenarían salones

La realidad inmediata se ha impuesto. Trump enfrentó el pánico financiero y los mercados lo obligaron ante el paso dado hacia adelante y dar dos para atrás. El mundo está cambiando rápidamente. El hegemón ya sólo domina, ya no puede dirigir. China que fue un proyecto del capitalismo occidental para que adoptara la cultura occidental y dejara atrás el confusionismo, el taoísmo y el maoísmo. Esa guerra cultural la han ganado los chinos, aun llevado a preparar a su gente en el extranjero y están trasladando a su país a un socialismo a su estilo. Aun así, hay quienes como la primera ministra de Italia Giorgia Meloni, que quiere ir más allá del hacer grande a EUA, sino hacer grande nuevamente a occidente. Trump quiere salvar su hegemonía, pero se han encontrado con un grupo de países que ya no codician jugar con sus reglas, países con una larga tradición cultural e historia que no tienen en EUA y que es una cultura muy fuerte y arraigada. Antonio Gramsci, en los “cuadernos de la Cárcel”, puso a la cultura, en lugar de la economía, en el centro de la lucha de clases.

México y su gobierno han mantenido la idea de no entrar en litigio con el gobierno de Trump y negociar las mejores condiciones para nuestro país. Piensan que en estos momentos dada la integración de nuestra economía es mejor mantenernos dentro del esquema estadunidense y no acercarse a la opción de los BRICS. Es entendible y al mismo tiempo criticable, porque si bien EUA no dejará de ser una economía importante, China será todavía más en los próximos años, por lo que tiene que haber flexibilidad en nuestras decisiones. Trump no dejará de utilizar su amor duro con México, porque no tiene otra alternativa. Hay propuestas suficientemente claras del cómo tener una doble visión con el mundo actual, las cuales se deben incorporar al Plan México. No es suficiente luchar por la autonomía y soberanía frente a Trump poque para él salvar a su país es algo que no pasa por su mente, así que tenemos que plantearnos un proyecto que contemple a los BRICS.

 

You may also like

Leave a reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *