Mexico

Morena: entre el partido-movimiento y el partido de Estado

Morena comienza una nueva etapa en su corta historia. Ahora bajo el liderazgo de Luisa María Alcalde, tendrá el formidable reto de administrar su éxito y gobernar sin caer en abusos de poder ni darle la razón a quienes auguran una próxima “dictadura de la mayoría”.

No es un reto menor para un partido que, en una sola década, acumuló un poder enorme: ha ganado la Presidencia por segunda ocasión (ahora con más votos que en 2018); gobernará 24 de 32 entidades; tiene la mayoría calificada en el Congreso y mayoría en 26 Congresos estatales. Con los votos de sus aliados, PVEM y PT, puede modificar la Constitución a su antojo, tal como lo ha comenzado a hacer.

Nunca un partido, en democracia, había ganado tantas elecciones, lo que lo llevará a gobernar a 8 de cada 10 mexicanos a nivel estatal, y a administrar más de la mitad de los municipios del país.
Morena, según dijo la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, en el Congreso nacional de este domingo, no aspira a convertirse en un partido de Estado.

Aún más, el pasado 15 de agosto, luego de recibir la constancia de presidenta electa, Sheinbaum dijo que debe separarse la labor del gobierno de la labor del partido.

Una idea que recuerda la “sana distancia” proclamada por Ernesto Zedillo luego de ganar la Presidencia en 1994; “sana distancia” que ni se cumplió ni le hizo bien al PRI, que seis años después perdió la Presidencia.

Para Sheinbaum, esa sana distancia se frasea de manera distinta: “que el gobierno de la República cumpla sus tareas para la transformación del país y el partido cumpla las suyas”.

La próxima presidenta ha querido subrayar esta separación, solicitando licencia como militante de Morena, para poder “gobernar para todas y todos los mexicanos”.

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