Aunque la pandemia aceleró la digitalización y hoy se cuenta con mayor infraestructura y eficacia, en América Latina todavía 65 por ciento de las transacciones comerciales se hacen con dinero en efectivo, en tanto que la adopción de pagos digitales se ve frenada por aspectos como el miedo a los fraudes y al control fiscal, pero también por la falta de conocimientos de las personas, acceso a la bancarización o hasta falta de conectividad.
El estudio “Hacia un futuro cashless” levantado en México, Panamá, Ecuador, Colombia, Bolivia, Perú, Argentina y Chile, como parte de la iniciativa “Más efectivo sin efectivo” (en las que participan varias empresas), se basó en cuestionarios en línea contestados por líderes de empresas en sectores como tecnología, comercio, educación, energía, entretenimiento, manufactura, minería y seguros, entre otros.
El ejercicio reveló que la adopción de los sistemas de pagos digitales no sólo depende de temas estrictamente tecnológicos, sino que pasa por actitudes totalmente humanas, que van desde las personas que se rehúsan a cambiar a quienes se describe como “aferradas”, hasta los que promueven el uso de tarjetas, es decir, los “progresistas”.
Al presentar el estudio en videoconferencia, Troy Jackson, director de Desarrollo de Negocios y Estrategia en América Latina de Galileo Financial Technologies, empresa especializada en tecnología de pagos digitales e integrante de esta iniciativa, explicó que los resultados del estudio ayudarán a las empresas a ser más estratégicas en sus desarrollos.
Respecto a las barreras que frenan la adopción de los pagos digitales, explicó que según el estudio, 47 por ciento de los clientes no están preparados para dejar de usar el efectivo y un porcentaje igual (47 por ciento) le teme a los fraudes, en tanto 28 por ciento de los encuestados señaló que teme ser objeto de mayor control fiscal si usa medios de pago digitales.
Además, 32 por ciento señaló los costos como barrera para el uso de medios digitales de pago y 13 por ciento dijo que su reticencia se debe al tema de la privacidad de los datos (tanto los propios como de sus clientes).
Sin embargo, 79 por ciento de quienes ya han adoptado estos sistemas, argumenta que ha notado que su tiempo se ocupa de manera más eficiente; 53 por ciento observa mejor control administrativo y 40 por ciento reporta menores pérdidas.
A su vez, José Luis Trigueros, gerente de Desarrollo de Negocios en América Latina de Galileo, advirtió que la región enfrenta complejidades como los entornos financieros, comerciales, regulatorios, de seguridad y hasta migratorios en cada uno de los países, condiciones que inciden de manera diferenciada en la velocidad de adopción de estas tecnologías.
Además, se identificaron cinco tipos de obstáculos para el uso de medios de pagos digitales: accesibilidad, seguridad, alfabetización, privacidad y conveniencia.
Por ejemplo, 49 por ciento de los consumidores tiene dificultades en el acceso a herramientas; 40 por ciento de los negocios no cuenta con la tecnología necesaria; 27 por ciento de los usuarios no están bancarizados; 16 por ciento no tiene conectividad y el 2.0 por ciento carece de acceso a sucursales bancarias.
En materia de seguridad, 47 por ciento teme a los fraudes, en tanto 42 por ciento señala como barrera la falta de educación financiera, seguido por 29 por ciento indica falta de conocimiento de la tecnología; y el 13 por ciento, falta de familiarización con los dispositivos.
Por lo que toca a la privacidad, la principal preocupación tiene que ver con el fisco, que fue señalado por 27 por ciento de los encuestados, seguido por la preocupación en materia de privacidad e intimidad financiera, que recibió 11 por ciento de las opiniones.
Respecto al tema de la conveniencia en hacer pagos digitales, algunos de los encuestados señalaron que los problemas son a veces con las transacciones de montos pequeños; la desconfianza de los proveedores o hasta el tipo de negocio.
Incluso, se comentó una de las respuestas que dio una microempresaria de ventas al menudeo, que ilustra este tema: “los clientes no quieren sacar la tarjeta para comprar un refresco o un kilo de harina”.
Pero más allá de todos estos aspectos, la encuesta permitió identificar cinco tipos de actitudes con respecto a la adopción de esta tecnología: los aferrados: personas resistentes al cambio, quienes prefieren el efectivo por el control físico del dinero; los dispuestos: abiertos a probar pero aún no se convencen; los transicionales: usuarios en proceso de cambio y alternan los medios tradicionales y digitales.
Finalmente, están los evolucionados, que prefieren las transacciones sin efectivo como su principal modo de transacción y fomentan su uso; mientras los progresistas son quienes promueven las innovaciones en pagos digitales porque están plenamente convencidos de sus bondades.
CON INFORMACIÓN VÍA CONSUMO TIC