Ya somos 101.9 millones de usuarios de Internet en el país, según el 20° Estudio sobre los hábitos de usuarios de internet en México 2024 que la Asociación de Internet MX da a conocer hoy mismo. Esa cifra equivale a una penetración de 84.4% de la población.
Aunque 61% de los internautas pasamos entre 7 y 9 horas al día conectados, y nuestras principales actividades en línea son enviar mensajes (88%), trabajar (80%) y acceder a redes sociales (79%), nunca valoramos todo lo que está detrás de cada video, canción y compra que realizamos en línea.
Hoy 17 de mayo celebramos el Día Mundial de Internet, un espacio para la comunicación, el comercio, la educación y el entretenimiento. Detrás de la pantalla y de esta conexión global existe una compleja y vasta infraestructura física que hace posible que nuestro acceso al mundo virtual funcione. Esta red es un viaje de ida y vuelta por una enorme variedad de componentes que trabajan en conjunto para ofrecer la conectividad que disfrutamos y que sostienen nuestra vida digital.
Las centrales telefónicas han evolucionado desde los días de la conmutación manual hasta los sistemas digitales automatizados de ahora. Estas instalaciones facilitan la interconexión de llamadas telefónicas y la transmisión de datos. Las modernas centrales están integradas a la red de fibra óptica y aseguran la eficiencia y fiabilidad de las comunicaciones.
Cada vez que respondes una llamada telefónica y dices “bueno” detrás del auricular, debes de saber que esa palabrita validaba la calidad del enlace telefónico desde la época de las primeras mujeres telefonistas que hacían posible realizar llamadas de un lugar a otro.
El corazón de la conectividad global reside en los cables submarinos. Imagina una red de autopistas digitales que cruzan los océanos. Estos cables están tendidos en el lecho marino, conectan continentes y se extienden por miles de kilómetros bajo los mares para que la información viaje a grandes velocidades. Desde las primeras conexiones transatlánticas de cobre hasta las actuales fibras ópticas, estos cables son las arterias de Internet y transportan el mayor porcentaje del tráfico de datos internacional.
En tierra, la fibra óptica es la columna vertebral de las redes digitales. Estos finos hilos de vidrio transmiten datos a través de pulsos de luz y hacen posible velocidades y capacidades de transmisión que serían imposibles con el cableado tradicional de cobre. La fibra óptica conecta ciudades, países y continentes; se ramifica hasta llegar a nuestros hogares, empresas y dispositivos. Si disfrutamos de conexiones veloces y de calidad es gracias a la fibra óptica.
Pero detrás de cada clic y búsqueda en la web se encuentran los Centros de Datos. Estos gigantescos bloques albergan miles de servidores que almacenan, procesan y distribuyen la información. Los Centros de Datos requieren sofisticados sistemas de refrigeración y seguridad para mantener el funcionamiento ininterrumpido de Internet y los servicios en la Nube que usamos a diario.
Si valoras todo lo que haces en Internet, entonces deberías de amar la Nube, porque en ella están las series de Netflix, la música de Spotify, nuestro correo electrónico, los cientos de mensajes de WhatsApp que envías diario y todos los servicios públicos. En la Nube ocurre la transformación digital y en ella están todos nuestros datos, nuestra identidad digital y ahora la Inteligencia Artificial.
Los routers y switches son los guardianes del tráfico de Internet. Estos dispositivos direccionan los datos hacia su destino, asegurando que los paquetes de información lleguen de manera eficiente. Los polvosos routers ubicados en hogares, oficinas y a lo largo de las redes troncales, gestionan el flujo continuo de datos que circula por la red. Si te encanta conectarte a WiFi en la casa, en el trabajo o en cualquier espacio público, un router está trabajando para ti. El estudio de la Asociación de Internet MX mencionado revela que 93% de los internautas encuestados cuentan con conexión WiFi.
La conectividad inalámbrica, que ha transformado la movilidad y el acceso a Internet desde los smartphones, depende de una red de antenas y torres de telecomunicaciones. Estas estructuras, aunque a veces vistas como intrusivas en el paisaje urbano, permiten la transmisión de señales para las comunicaciones móviles y el acceso a Internet en áreas remotas.
Si valoras tener señal en tu móvil en todo momento y lugar, incluso en las zonas más apartadas, es gracias a las torres de telefonía celular. Conforme avancen las generaciones de tecnologías inalámbricas como 5G y futuras, se requerirán cada vez más torres y espacios donde levantarlas.
Los satélites también forman parte de la infraestructura de Internet, especialmente en las áreas donde las conexiones terrestres son difíciles o costosas. Los satélites de órbita baja, media y geoestacionaria permiten la transmisión de datos a través del espacio, ofrecen cobertura global y facilitan el acceso a Internet en regiones remotas, zonas rurales, en alta mar y en aviones. Gracias a los satélites las personas que viven en el campo pueden acceder a la red y gracias a esos costosos aparatos es posible enterarnos con antelación de las condiciones climatológicas del planeta y salvar vidas.
Es fácil pasar por alto la importancia de esta infraestructura mientras navegamos por la web o disfrutamos de servicios de streaming. Cada componente es vital para el funcionamiento de Internet, por lo que es crucial apoyar la inversión y el despliegue de infraestructura digital.
El desarrollo de una Internet más rápida y fiable, la expansión de servicios públicos digitales y la mejora de la Inteligencia Artificial dependen de una infraestructura robusta y moderna. Cada nueva antena, cada cable de fibra óptica instalado y cada metro cuadrado de Centro de Datos construido son pasos hacia un futuro más conectado donde ejerzamos nuestros derechos fundamentales.
Más allá de las críticas a la estética de los cables y torres, apreciemos su función. Una infraestructura digital sólida es la base del progreso tecnológico y social del siglo XXI. La red de Internet no la vemos, pero sin ella todo colapsaría. La próxima vez que navegues por la web, recuerda que detrás de cada clic existe una red de antenas, cables, servidores y tecnología que hace posible nuestro mundo virtual. Las telecomunicaciones son la infraestructura de la civilización del siglo XXI.
CON INFORMACIÓN VÍA DPL NEWS