By El tema central en materia de streaming en el mundo es la alta concentración, pues solo cuatro o cinco empresas se disputan el control; de ahí la necesidad de “emparejar la cancha de la competencia” a nivel nacional y regional, sin perder de vista que lo más importante es proteger a las audiencias, especialmente las infantiles.
Al participar en el panel “Los retos regulatorios del audiovisual en línea” en el marco del Seminario internacional mercado y regulación audiovisual, realizado en la sede del IFT, especialistas de México, Argentina y España, plantearon estas aristas.
Santiago Marino, investigador de la Universidad Nacional de Quilmes, en Argentina, advirtió que antes de contestar a la pregunta sobre si se puede proteger a la infancia de los contenidos disponibles en streaming y al mismo tiempo promover el desarrollo de las propias plataformas, aseguró que “es necesario hablar del fantasma que recorre la habitación y que es la concentración”.
Cuatro o cinco plataformas en el mundo, con altísimos niveles de facturación y un enorme poder de producción que deja fuera de toda posibilidad no sólo de competencia, sino incluso de producción a varios países, generan condiciones de competencia diferenciadas a nivel nacional. Mientras estas plataformas transnacionales no se pueden regular a nivel nacional porque están basadas en otro país, dentro de cada nación hay competidores nacionales que sí son regulados.
Esto provoca “extranjerización” y deja fuera de toda protección no sólo a grupos vulnerables, sino también a las infancias, pues es difícil obligar a los gigantes del streaming a cumplir con algunas regulaciones en cuanto a protección de audiencias.
A manera de ejemplo, recordó que hacia 2019 cuando participaba como defensor de la audiencia, recibió varias llamadas del público para quejarse de que Netflix había dejado fuera alguna caricatura que gustaba mucho a los niños. “El problema es que Netflix ni siquiera tiene una oficina en Argentina; entonces ¿con quién hablas para resolver este asunto?”
A su vez, Clara Luz Álvarez, investigadora de la Universidad Panamericana, convocó a “centrar la discusión en la protección a la infancia”. Aseguró que “en México se abandonó totalmente a las audiencias” y ese es un tema que se tiene que remediar tanto en el mundo digital como fuera de él.
De hecho, el control parental “se nos vende como que hay mucho que hacer ahí, pero cuando eres mamá o papá y tienes que poner esos controles y no sabes cómo tu hijo de 10 años los evade, te das cuenta de que este tema debería estar sujeto a reglamentaciones más específicas”, señaló.
Por otra parte, dijo que es necesario que el regulador trabaje para obligar a que el tema de la diversidad y la inclusión estén realmente presentes en los contenidos y no sólo como una “obligación molesta” de poner a una persona con discapacidad o a un miembro de un grupo indígena en los contenidos, sino que cambie la forma de presentar la realidad.
Sin embargo, el problema no es sólo nacional, sino global y a manera de ejemplo, recordó que recientemente en el Reino Unido se publicó un estudio que determinó que más del 80 por ciento de las estaciones de radio están comandadas por hombres blancos educados en universidades privadas, lo que supone un sesgo enorme que el regulador de las telecomunicaciones debe de atender.
En su oportunidad, Carlos Aguilar, consejero de la Comisión Nacional de Mercados y la Competencia de España, señaló que “la idea de la regulación es garantizar que haya una cancha pareja para todos los competidores del streaming”.
En ese sentido, una de las prácticas que ha resultado útil en España es la autorregulación. A los regulados se les indica que deben de cumplir con determinados parámetros y ellos mismos se encargan de revisar que se cumpla, pues el regulador tendría demasiado trabajo en estar revisando uno a uno y por eso se les pide que se autorregulen para facilitar el trabajo y “no tener que andar con sanciones todo el tiempo”.
Este criterio fue causa de una amistosa polémica en el panel, pues Santiago Marino señaló que justo por la concentración de los intereses de los grandes productores del streaming y su condición de empresas extranjeras, para muchos reguladores es imposible obligarlos a respetar tales o cuales lineamientos, en tanto esperar a que se autorregulen es, por lo menos, “poco realista”, además de que el regulador está precisamente para regular.
Al participar en este panel en nombre del IFT, Alexa Díaz Hernández, directora de Consulta Económica de la Unidad de Competencia Económica del IFT, advirtió que desde el punto de vista regulatorio, “los retos son complejos porque son multifacéticos”, sin olvidar que la UIT considera a las plataformas de contenido en línea y las redes de telecomunicaciones como un ecosistema.
Los servicios de streaming en México han crecido. Según el Censo General de Población y Vivienda del 2020, alrededor de 6.6 millones de viviendas tenían servicios de paga por internet, lo que representaba el 20 por ciento de las viviendas del país.
Además, 78 por ciento de la población con acceso a servicios de streaming como películas o música, eran personas de hasta 45 años de edad y había muy pocas personas mayores de 65 años en esta categoría, sin olvidar que 96.8 por ciento de las viviendas con estos servicios estaban en zonas urbanas.
Ahora bien, la ENDUTIH 2023, reveló que 77.9 por ciento de los usuarios de internet acceden a contenidos vía streaming.
De acuerdo con OMDIA, es común que los usuarios contraten los servicios de las plataformas de streaming a través de los servicios de telecomunicaciones. “En 2023, el 20 por ciento de las suscripciones se hicieron a través de televisión de paga o acceso a internet y se espera que hacia el 2028, esta cifra crezca hasta el 25 por ciento”.
Y en México, el crecimiento no ha sido menor. En 2016, había 70 plataformas de contenidos en línea, mientras que al cuarto trimestre de 2023 ya son 110 proveedores, lo que supone un reto regulatorio importante para el IFT.
CON INFORMACIÓN VÍA CONSUMO TIC
