Opinión

Medios de comunicación, seguridad pública y control social

Por Eduardo Torres Arroyo – @etarroyo

La rebelión de 2018 ha llevado a la derecha mexicana a una parálisis de la imaginación. Todo el presente de la 4T es experimentado como un orden precario y tendencioso. Hay un deseo de destrucción y negación de la realidad. Busca construir una retórica que no la exhiba como lo que realmente es. Recientemente un grupo importantes de pensadores de diferentes disciplinas publicaron un desplegado, con argumentos realmente pobres, para exigir en los medios de comunicación un piso parejo para las candidatas en la contienda presidencial. Se atrevieron a pedir eso a pesar de que la realidad nos dice lo contrario, pues en el INE se determinó que la inequidad que critican está de su lado. Uno de los firmantes, posteriormente, llevó este punto más al extremo al agregar que, por esos argumentos, la elección podía ser anulada, pues con la inequidad en la que se desarrolla se ha violado la constitución.

Este desplegado muestra el verdadero valor de las mañaneras y la imposibilidad de contrarrestarlas, porque suponemos que ahí encuentran la inequidad que denuncian y no en los grandes canales y cadenas de TV y radio. Algunos de los firmantes han reconocido que AMLO es un genio comunicativo, por lo que buscan romper ese esquema y no tener que levantarle la mano a la candidata de la 4T. Todos los firmantes perdieron canonjías, peso político y dejaron de ser armas de presión política en el actual sexenio, pero lo que más les preocupa es que se vislumbren seis años más de una política similar. Puede ser que la política mediática requiera arreglos, pero entonces tendrán que plantease una estrategia diferente de relación y comunicación con el gobierno.

El periódico español El País publicó una predicción electoral usando las elecciones de 2018. En ésta la candidata de la 4T Claudia Sheinbaum tiene 89% de probabilidades de ganar contra 11% de Xóchitl Gálvez. A pesar de la realidad que reflejan estos números, en el mismo periódico buscan curase en salud al agregar que aun con ese 11% no son improbables las probabilidades de ganar. En ese mismo sentido, Enrique Krause, en el periódico Reforma, sigue afirmando, al igual que otros pensadores de su misma línea, que este arroz no se ha cocido, que no son derrotistas y no tienen motivos para decretar la quiebra de la campaña. Dice que hay una ciudadanía movilizada y hay muchos votantes indecisos lo que le da esperanzas. Por ello, están convocando a una movilización nacional de sus votantes el próximo 2 de junio. Una nueva etapa de la marea rosa que han llamado del hogar a las urnas para que, en forma organizada y coordinada, se apoye el voto a favor de XG. Nuevamente lo hacen con falsedades, pues dicen que lo hacen para evitar la intervención del crimen organizado. Habrá que esperar que dice el INE sobre de esta convocatoria el mismo día de la elección.

La seguridad pública es otro punto de ataque de la oposición a la 4T. Es un viejo tema mexicano pues por largo tiempo se ha mantenido sin una solución permanente, va más allá del actual sexenio, y que, por lo mismo, se ha vuelto un problema complicado, difícil de resolver en pocos años. En el actual sexenio ha sido un punto de ataque en contra de la 4T y ahora en las campañas electorales está como uno de los puntos principales. La iglesia católica apostólica romana presentó a las candidatas un documento para la búsqueda de la paz. Dicho documento se elaboró con los mismos argumentos que se han utilizado en la oposición; a pesar de ello, la candidata de la 4T, dado el poder de esa iglesia, aceptó firmarlo, aunque no estuvo de acuerdo con todos sus términos y decidieron integrar un adendum con las discrepancias y coincidencias, que se llamó adecuadamente sigamos dialogando.

Esta iglesia, después de los acontecimientos en Chihuahua con la comunidad jesuita, decidió sumarse a la visión pesimista de la seguridad pública, sin considerar el tiempo y la memoria que hay de la seguridad pública y, sobre todo, que la oposición no tiene un proyecto, más allá de utilizarlo como punto de ataque. Lo único de lo que se ha hablado es de una mega cárcel tipo la de El Salvador con Nayib Bukele. Esto es, vigilar y castigar para disciplinar a todos aquellos que se han situado fuera de la ley sin ver las razones, para volverlos dóciles y útiles para el sistema capitalista. Una salida disciplinaria biopolítica que contrasta con la psicopolítica de la sociedad digital que no ha funcionado plenamente en nuestro país, ya que consideran a la inseguridad como parte de la política de control social y de crear ambientes de inestabilidad social y política. Aumentar los lugares de percepción de inseguridad, aumentar el miedo entre la gente no tiene que ver con la falsa apreciación de falta de una política efectiva, sino con una forma de control social.

La acción del calderonismo de declarar la guerra al narcotráfico y no centrarse en la construcción de un esquema integral de seguridad pública, no era sólo granar legitimidad no obtenida en las urnas, sino controlar la rebelión social que se venía gestando desde 1988 y que en 2006 volvió a dar signos de vitalidad. El Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad firmado en 2008 buscaba, entre varias cosas, poner bajo vigilancia a amplios sectores de la población, no sólo a los delincuentes, con la premisa adoptada con el Plan Colombia y Mérida de que había sectores amplios de población que cobijaban a la delincuencia organizada.

Esta estrategia la impusieron y dirigieron los estadunidenses con el consentimiento de dos diferentes gobiernos hasta el 2018, uno del PAN y otro del PRI. Con ella, se incorporaron tecnologías de vigilancia, se sumó a este segmento la iniciativa privada y, más que nada, se realizó una ilegal y masiva venta de armas, lo que incentivaría la violencia y la penetración de los criminales en los órganos de seguridad y, desde luego, ante la inestabilidad creada, reafirmaría la necesidad de la estrategia planteada. Con la incidencia de nuevas formas de control social, la tecnología permite de manera continua garantizar el monitoreo de la sociedad. Por ello, es tan importante para la derecha mexicana mantener el esquema de la seguridad pública en su agenda política en esos términos. No es nada más la inoperancia de López Obrador, sino los cambios que se están experimentando en el modo de integración social.

Por varios años el sistema mexicano hizo un uso sistémico de la violencia, esto es, organización y regulación de la seguridad pública en distintos espacios de la vida cotidiana, como una forma de control social. Los instrumentos utilizados para este propósito son amplios. Recopilación documental de la información, codificación de la misma, supervisión y documentación de actividades poblacionales y todo eso lo ha digitalizado y optimizado con inteligencia artificial. Estas prácticas de control social se han venido refinando cada vez más. Esto funcionaba muy bien con una sociedad que le daba a la democracia un muy bajo valor, cuando esto cambia, estas prácticas toman un sentido distinto y en ese cambio es donde se encuentran los problemas para la derecha mexicana y su desesperación por recuperarlas. No es cualquier cosa lo que están perdiendo.

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