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OPINIÓN_ La I.A. es desechable, los trabajadores no

Por Israel Quiñones

La capacidad humana de innovar, crear, renovar, trascender, proponer, es parte de la misma naturaleza de nuestra especia, es lo que nos define en nuestra existencia y ha permitido nuestra supervivencia y adaptación a las muy variadas condiciones con las que cuenta la geografía de nuestro planeta.

La introducción de la Inteligencia a Artificial (I.A.) a nuestra cotidianidad en aplicaciones libres como Chat GPT, han generado una especie de euforia colectiva entre los usuarios de internet, al mismo tiempo en que el uso de esta tecnología en procesos productivos y actividades laborales, han provocado que reflexionemos sobre la desaparición de profesiones tales como, fotógrafos, diseñadores gráficos, publicistas, entre otras, ya que el proceso creativo en estos rubros puede verse sustituido por las herramientas provistas por la I.A.

La realidad es que nos encontramos en medio de un proceso histórico y disruptivo de la humanidad. Claramente, ya enfrentábamos situación compleja en cuanto a la precarización laboral y lo que esto representa en la sociedad y la economía, derivado que, el capital ha sido persistente en la búsqueda de mecanismos y herramientas que le permitan la mayor acumulación de utilidades y esto, siempre se ha dirigido al empobrecimiento de los salarios, la disminución de los derechos laborales y la capacidad de volver cada día más desechable a la clase trabajadora.

Distintas naciones han enfrentado condiciones económicas difíciles, sobre todo después de la pandemia provocada por la Covid-19, aunado a ello, el conflicto armado entre Ucrania y Rusia en Eurasia, por lo que, el reflejo de la mala situación económica se observó en los procesos inflacionarios, mismos que afectaron gravemente a las sociedades, sobre todo a las europeas.

El incremento de los comodities como el gas, petróleo y alimentos generó procesos devastadores, asimismo, el empleo fue escaseando, al punto que hasta el día de hoy naciones como Grecia han tomado determinaciones sumamente agresivas contra la clase trabajadora, pero siempre protegiendo los intereses de los grandes capitales, disminuyendo derechos laborales como criminalizar el derecho a huelga o reducir el salario mínimo y aumentar las horas laborales a 13 horas diarias.

Las políticas neoliberales y el individualismo consumista han estado forzando condiciones cada vez más precarizadas en materia laboral. Aunado a esto, campañas interminables en contra de las organizaciones sindicales, de manera que, se pretende que la sociedad no vea necesario organizarse para luchar por sus derechos o en su defecto, conquistar nuevos, al punto en que la falta de conciencia de clase provoca que trabajadores defiendan estrategias impuestas por las patronales, asumiendo que la disminución de salarios, la evasión fiscal y la creciente sensación de convertirse en un recurso desechable ante la inminente aplicación de la I.A. en el diario acontecer del proceso productivo y de servicios, nos deja en el aislamiento de la infamia tecnológica y la ineficiencia humana.

La constante cercanía de la amenaza generada por desechabilidad ante la potencia que representa la tecnología para la mejora de la rentabilidad de los procesos laborales y productivos, impulsa la prepotencia del capital. Sin embargo, según Masayoshi Son, director general del fondo de inversión Softbank, la Inteligencia Artificial General (AGI por sus siglas en inglés) superará a la inteligencia humana en todos los ámbitos hasta dentro de 10 años. En este punto debemos analizar que puede y que no puede hacer la clase trabajadora ante esta disyuntiva.

Ante la inminente aplicación de la I.A. en el diario acontecer laboral, la Unión Europea ha estado trabajando en una regulación que pondera la supervisión humana sobre la máquina, con la intención de minimizar los efectos contrarios al bienestar social en materia económica y laboral, en cambio, Estados Unidos ha dejado suelto el asunto, permitiendo que las grandes empresas se autorregulen según su criterio, en México, el Senado ha comenzado a analizar el tema.

Es innegable que estamos en medio de una era disruptiva, donde el sentido de humanidad debe mantenerse sobre los intereses económicos, que simplemente se han mostrado insensibles ante lo que podría ocurrir en un escenario donde la desregulación sea el factor predeterminado para la acumulación de capital de los grandes conglomerados, asimismo, la renovación en el ánimo de la clase trabajadora entendiendo y asumiendo que la lucha de clases está vigente y debe pelearse.

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